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El Hijo de Sam: docuserie desentierra declaraciones del asesino que aterrorizó Nueva York en los 70

Entre 1976 y 1977, David Berkowitz, más conocido como el famoso asesino en serie “el Hijo de Sam”, aterrorizó a la ciudad de Nueva York. Casi cinco décadas después, ‘Las cintas del Hijo de Sam’, una apasionante docuserie de Netflix en tres partes que se estrenó el 30 de julio, repasa los asesinatos a través de grabaciones en la cárcel y entrevistas con supervivientes. La periodista Mary Murphy habla con Andrea Cavallier sobre lo que supuso vivir aquella época como adolescente en el distrito de Queens

Jueves, 31 de julio de 2025 15:08 EDT
‘The Son of Sam Tapes’
‘The Son of Sam Tapes’ (Netflix)

La Nueva York de los años 70 ya estaba al límite. La ciudad se tambaleaba al borde de la ruina financiera, las calles estaban sucias y la delincuencia alcanzaba niveles sin precedentes. Pero algo más oscuro acechaba en las sombras.

Durante 13 meses, un pistolero sin rostro tiroteó a mujeres jóvenes y parejas al azar, a menudo mientras estaban sentados en sus automóviles.

El asesino dejó cartas manuscritas en algunas de las escenas del crimen, en las que se burlaba del Departamento de Policía de Nueva York y de los medios de comunicación, se hacía llamar “el Hijo de Sam” y prometía que el derramamiento de sangre continuaría.

David Berkowitz, que más tarde se reveló como el asesino, no solo asesinó a seis personas e hirió a otras siete. Secuestró la sensación de seguridad de la ciudad, dejando tras de sí un legado de miedo y una tormenta mediática sin precedentes en Nueva York.

Casi cinco décadas después, una nueva y escalofriante docuserie de Netflix, Conversaciones con asesinos: Las cintas del Hijo de Sam, da una nueva mirada al caso con grabaciones nunca antes escuchadas del propio Berkowitz en prisión, imágenes de archivo y crudos testimonios en primera persona.

David Berkowitz, que más tarde se reveló como el asesino, no solo asesinó a seis personas e hirió a otras siete en la Nueva York de los años 70. Secuestró el sentido de seguridad de la ciudad
David Berkowitz, que más tarde se reveló como el asesino, no solo asesinó a seis personas e hirió a otras siete en la Nueva York de los años 70. Secuestró el sentido de seguridad de la ciudad (Netflix)

Una de ellas es Mary Murphy, quien, cuando empezaron los primeros ataques en el verano de 1976, tenía apenas 17 años y se preparaba para su último año de secundaria. El Hijo de Sam dio forma a algo más que a sus recuerdos de adolescencia: dio forma a su carrera.

Entre julio de 1976 y agosto de 1977, Berkowitz, empleado de correos de la ciudad de Yonkers, Nueva York, merodeó por barrios obreros del Bronx, Queens y, más tarde, Brooklyn, en busca de gente a la que disparar.

Sus primeras víctimas fueron Jody Valenti (19) y Donna Lauria (18). En julio de 1976, estaban sentados en el Oldsmobile de Valenti aparcado en doble fila en la zona de Pelham Bay, en el Bronx, cuando un hombre se acercó al auto y disparó su arma.

Lauria murió en el acto. Valenti recibió un disparo en la pierna y pudo dar una descripción del agresor. Pero no fue hasta el quinto ataque, en marzo de 1977, cuando la policía estableció el patrón.

A medida que pasaba el tiempo y continuaban los ataques, en lugar de preocuparse por las notas o por qué ponerse para ir a la discoteca, Murphy, al igual que muchas otras chicas y mujeres de la zona, se concentraba en recogerse el pelo oscuro hasta los hombros en un moño o una coleta antes de salir por la noche.

Las víctimas femeninas tenían el pelo oscuro hasta los hombros y las chicas del lugar temían que el suyo las convirtiera en objetivo.

Cada vez que Murphy regresaba a su casa de Floral Park, en la frontera entre Queens y Long Island, prácticamente saltaba del automóvil y corría hacia la seguridad de su hogar.

“Cuando llegaba a mi casa después de una cita o de salir con amigos, corría muy deprisa desde el auto a la entrada”, cuenta Murphy a The Independent.

“Aun así, salíamos y nos divertíamos”, aclaró, y continuó: “Pero estábamos en peligro”.

Incluso la vida amorosa de Murphy sufrió.

“Salía con alguien entonces, pero todo esto influyó en mis hábitos de noviazgo”, dijo, y agregó: “Me ponía muy nerviosa incluso ir a esas citas”.

Mary Murphy, al igual que muchas otras chicas y mujeres de la zona, se aseguraba de recogerse el pelo oscuro hasta los hombros en un moño o una coleta antes de salir por la noche
Mary Murphy, al igual que muchas otras chicas y mujeres de la zona, se aseguraba de recogerse el pelo oscuro hasta los hombros en un moño o una coleta antes de salir por la noche (Supplied)

Luego, los ataques ocurrieron aún más cerca de su casa. De hecho, a solo seis cuadras.

En noviembre de 1976, Donna DeMasi (16) y Joanne Lomino (18) acababan de llegar a la vivienda de Lomino en Queens cuando fueron abordadas en la calle por un hombre armado.

Ambas mujeres fueron tiroteadas. DeMasi sobrevivió y se recuperó de sus heridas. Sin embargo, Lomino recibió un disparo en la espalda y quedó paralizada.

“Estábamos asustados”, admitió Murphy, y prosiguió: “Iba a vecindarios obreros y disparaba de dos en dos. Su forma de actuar nos asustaba mucho”.

A pesar del miedo, Murphy, que más tarde se convertiría en periodista ganadora de un Emmy por sus reportajes de investigación criminal, ansiaba cualquier bocado de información sobre los atentados.

Su padre, que era conductor de autobús, siempre llevaba a casa un ejemplar del periódico Daily News.

“Devoraba todo lo que tuviera que ver con este caso”, dijo. Agregó: “Seguí los acontecimientos muy de cerca y me interesó mucho el trabajo policial que se realizaba, así que diría que este caso fue el primero que me inspiró para convertirme en reportera”.

Entre julio de 1976 y agosto de 1977, Berkowitz, empleado de correos de Yonkers, Nueva York, merodeó por barrios obreros del Bronx, Queens y, más tarde, Brooklyn, atacando a parejas y mujeres amigas, quienes con frecuencia se encontraban dentro de un automóvil estacionado
Entre julio de 1976 y agosto de 1977, Berkowitz, empleado de correos de Yonkers, Nueva York, merodeó por barrios obreros del Bronx, Queens y, más tarde, Brooklyn, atacando a parejas y mujeres amigas, quienes con frecuencia se encontraban dentro de un automóvil estacionado (Netflix)

Para Murphy, los recuerdos del miedo que sintió entonces son nítidos.

Un recuerdo, en particular, aún la atormenta: una fotografía mostrada en las noticias de una de las mujeres asesinadas, Virginia Voskerichian (19), cuyo cuerpo estaba tendido en la acera.

“Algo que siempre se me quedará grabado son las botas color caramelo que llevaba”, recuerda Murphy, y continúa: “Y cómo estaba tendida en la acera. Su vida había terminado”.

Pocos días después de que Voskerichian muriera tiroteada cuando volvía a casa de la universidad en marzo de 1977, la policía anunció en una rueda de prensa que tenía fundadas sospechas de que se había utilizado el mismo revólver Bulldog de calibre 0,44 en todos los atentados.

Cuando llegó el momento de que Murphy asistiera a su baile de graduación en mayo de 1977, declaró a The Independent que se sintió aliviada cuando trasladaron el evento al restaurante Rainbow Room de Manhattan.

“Era un distrito en el que no había operado el asesino. Así que nos sentíamos más seguros”, expresó.

La serie también ahonda en la problemática infancia de Berkowitz, su adopción, su creciente rabia y su descenso a la violencia. Pero también reabre una cuestión escalofriante que nunca ha desaparecido del todo: ¿Trabajaba solo?

El documental explora estas cuestiones utilizando grabaciones de conversaciones de 1980 recientemente desenterradas entre Berkowitz y el periodista Jack Jones, un reportero de Rochester que una vez lo describió como “un Jack el Destripador moderno con una pistola... un loco hijo de p***”.

En las cintas, Berkowitz suena inquietantemente tranquilo, ofreciendo una escalofriante visión de su mentalidad al tiempo que niega toda responsabilidad por los asesinatos.

David Berkowitz habla en el centro penitenciario de Sullivan en Fallsburg, Nueva York, el 29 de mayo de 2009. A Berkowitz, que en la década de 1970 puso en vilo a la ciudad de Nueva York con sus tiroteos nocturnos, se le denegó la libertad condicional tras su duodécima solicitud. Fue rechazado tras una entrevista en la prisión con la Junta de Libertad Condicional el 14 de mayo de 2024
David Berkowitz habla en el centro penitenciario de Sullivan en Fallsburg, Nueva York, el 29 de mayo de 2009. A Berkowitz, que en la década de 1970 puso en vilo a la ciudad de Nueva York con sus tiroteos nocturnos, se le denegó la libertad condicional tras su duodécima solicitud. Fue rechazado tras una entrevista en la prisión con la Junta de Libertad Condicional el 14 de mayo de 2024 (Copyright 2021 The Associated Press. Todos los derechos reservados.)

Cuando Berkowitz atacó por octava y última vez, sorprendió a todos llevando a cabo su ataque en un distrito diferente —Brooklyn— y un objetivo diferente —una mujer de pelo rubio.

Stacy Moskowitz y Robert Violante estaban en una primera cita en Bath Beach cuando Berkowitz les disparó en su automóvil. Moskowitz murió. Violante quedó ciego de un ojo.

Murphy, que en aquel momento visitaba a sus abuelos en Irlanda, vio la noticia del ataque en un noticiero. “No quería volver a Nueva York”, relató.

Once días después, Murphy estaba en un restaurante, todavía en Irlanda, cuando se anunció que Berkowitz había sido detenido. “Vi el arresto en un televisor y todo el mundo aplaudió”, dijo, y añadió: “Sentí que era seguro volver a casa”.

Durante más de un año, la policía de Nueva York había seguido pistas, especulado sobre múltiples sospechosos y registrado vecindarios. El caso solo se destapó cuando un ticket de estacionamiento hallado cerca de la escena del último asesinato condujo a la policía hasta el auto de Berkowitz.

El 10 de agosto de 1977, Berkowitz fue arrestado fuera de su apartamento de Yonkers.

En el interior de su vehículo, la policía encontró mapas, munición y un rifle. Confesó los asesinatos y afirmó que obedecía a un demonio que le hablaba a través del perro de su vecino.

El asesino conocido como “el Hijo de Sam”, David Berkowitz, escribió mensajes dirigidos a los detectives en los cuerpos de sus víctimas, burlándose de la policía y de los medios de comunicación
El asesino conocido como “el Hijo de Sam”, David Berkowitz, escribió mensajes dirigidos a los detectives en los cuerpos de sus víctimas, burlándose de la policía y de los medios de comunicación (Getty)

Berkowitz fue condenado en 1978 a seis penas de 25 años a cadena perpetua por cada uno de los seis asesinatos.

Desde entonces se ha identificado como un cristiano renacido y ha expresado arrepentimiento por sus crímenes. Se le ha denegado la libertad condicional en repetidas ocasiones.

A sus 72 años, sigue encarcelado en el centro penitenciario de Shawangunk, al norte del estado de Nueva York.

El reino del terror de Berkowitz había terminado, pero la ciudad había cambiado para siempre.

Cuando Murphy comenzó su carrera como periodista de televisión en 1981, solo cuatro años después de la captura de Berkowitz, su fascinación por la historia nunca decayó.

“Me hizo querer ser reportera de sucesos”, dijo.

A lo largo de los años, Murphy ganó numerosos premios por sus reportajes de investigación en los noticieros PIX11 News y CBS2. En su sitio web, MaryMurphyOfficial.com, sigue ofreciendo noticias y actualizaciones sobre sus casos más importantes.

Recientemente, escribió sobre otra gran historia que llevaba años cubriendo: el caso de Rex Heuermann, detenido en julio de 2023 y acusado de ser el asesino en serie de Long Island (Gilgo Beach), conocido como LISK. Sus presuntos asesinatos se remontan a la década de 1990.

Murphy compara los dos casos, señalando que muchas de las herramientas de investigación utilizadas para identificar a Heuermann no existían en la década de 1970, cuando Berkowitz fue detenido.

Para Mary Murphy, ahora una experimentada reportera de investigación, ese verano dio forma a más que sus recuerdos de adolescencia. Dio forma a su carrera
Para Mary Murphy, ahora una experimentada reportera de investigación, ese verano dio forma a más que sus recuerdos de adolescencia. Dio forma a su carrera (Cortesía)

A lo largo de su carrera, Murphy siguió cubriendo a Berkowitz en los aniversarios y cuando surgían novedades; finalmente, tuvo la oportunidad de conocerlo entre rejas.

“Recuerdo sus brillantes ojos azules y sus modales apacibles”, contó. Conversaron, pero él se negó a ser entrevistado frente a las cámaras.

“Pero una cosa que recuerdo es que no sentí miedo cuando lo conocí”, añadió.

No como el miedo que sintió durante los 13 meses que Berkowitz aterrorizó a su ciudad, el lugar al que llama hogar.

“Nunca olvidé lo asustada que estaba aquel verano”, dice, y agrega: “Y nunca olvidé a esas víctimas. Por eso seguí la historia. No era solo un terrible crimen contra ciertas personas: atacó nuestra ciudad, nuestras vidas”.

Traducción de Sara Pignatiello

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