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Internet sufrió una nueva interrupción. ¿Deberíamos preocuparnos?

Los últimos problemas en los servidores que gestionan la nube nos recuerdan una vez más que Internet no es tan resistente como nos gustaría 

Andrew Griffin
Viernes, 05 de diciembre de 2025 11:52 EST
Sede de Cloudflare en San Francisco, California, fotografiada en noviembre de 2019
Sede de Cloudflare en San Francisco, California, fotografiada en noviembre de 2019 (Getty/iStock)
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Internet ha vuelto a dejar de funcionar correctamente.

Apenas un par de semanas después de un apagón de Cloudflare que dejó fuera de servicio muchos de los sitios web más importantes de la red, la empresa volvió a sufrir errores técnicos que se propagaron por Internet. Varios sitios web aparentemente desconectados se vieron afectados, desde Canva hasta LinkedIn.

Los problemas son una muestra más de una preocupación que azota a Internet desde hace años: su excesiva fragilidad. Cada interrupción de los proveedores de infraestructuras web contribuye a demostrar que lo que parece un sistema vasto y resistente es, en realidad, centralizado y frágil.

Empresas como Cloudflare ofrecen servicios normalmente invisibles que garantizan que los sitios web puedan seguir funcionando aunque reciban un número inesperadamente elevado de visitas, ya sea de personas reales o de bots que realizan un ataque. La web actual depende en gran medida de un número limitado de empresas — Google y Amazon, así como Cloudflare— para ofrecer este tipo de soporte técnico.

El reducido número de grandes empresas de infraestructuras web de este tipo ofrece ventajas, como economías de escala que hacen que incluso los sitios web pequeños puedan obtener una protección sustancial. Pero también representan una importante debilidad de Internet.

Incluso un portavoz de Cloudflare pareció reconocer esas quejas cuando publicó una actualización sobre la interrupción, después de que se esta resolviera el viernes. “Cualquier interrupción de nuestros sistemas es inaceptable, y sabemos que le hemos vuelto a fallar a Internet”, escribió su director de Tecnología, Dane Knecht.

“El problema no fue causado, directa o indirectamente, por un ciberataque a los sistemas de Cloudflare ni por actividades maliciosas de ningún tipo”, añadió Knecht, y explicó que, en cambio, era el resultado de una actualización mal aplicada que en realidad pretendía solucionar otra vulnerabilidad.

En cierto modo, la naturaleza de la interrupción podría demostrar que algunas de esas preocupaciones sobre la centralización y la fragilidad de la web están siendo tenidas en cuenta. Muchos de los sitios más destacados que se cayeron la última vez —desde ChatGPT a X, antes conocido como Twitter — se mantuvieron en funcionamiento durante los últimos problemas, lo que quizá sugiere que se ha aprendido la lección desde aquella interrupción.

La propia Cloudflare también ha estado realizando cambios en sus sistemas en un intento de evitar cortes a tan gran escala. La empresa informó que, a raíz de su última actualización, estaba trabajando para “introducir cambios que impidan que actualizaciones puntuales causen un impacto generalizado como este”, pero que aún no se habían puesto en marcha.

Es más, la transparencia de Cloudflare en las interrupciones de noviembre y diciembre significa que la gente puede saber exactamente qué falló, si así lo desea. Gran parte de la tecnología que impulsa la web hoy en día está construida por empresas que se resisten a explicar lo que han hecho, lo cual es posible gracias a que tienen tanto poder que no están obligados a hacerlo.

Pero, incluso en medio de estos pensamientos reconfortantes, los expertos advirtieron de que los peligros de la naturaleza relativamente centralizada de la Internet actual no hacían sino hacerse más evidentes.

“La interrupción de Cloudflare es otro recordatorio de lo dependientes que son los grandes sistemas de unas pocas infraestructuras en la nube en todo el mundo”, afirmó Feng Li, decano asociado de investigación e innovación en la escuela de negocios Bayes Business School.

“Este último episodio, junto con la interrupción de AWS de octubre y la interrupción que causó, debería servir como otra llamada de atención para que los proveedores de servidores en la nube refuercen el aislamiento regional, garanticen que los planos de control críticos puedan fallar de forma segura y mantengan la transparencia comunicativa con los usuarios durante este tipo de incidentes”, continuó. Este último punto es fundamental, porque la confianza en el proveedor a menudo depende tanto de la puntualidad y claridad de las actualizaciones como de la rapidez de la propia recuperación.

“Durante demasiado tiempo, la gente ha utilizado los servicios en la nube como único punto de fiabilidad en lugar de aceptar una responsabilidad compartida. Con unas consecuencias tan nefastas a nivel mundial, es necesario implantar una arquitectura multirregión o multinube como solución rápida de recuperación. Los planes de respuesta a incidentes y de comunicación con los clientes deben asumir que las interrupciones de los servidores son una cuestión de cuándo y no de si ocurrirán”, agregó.

“Cloudflare será inevitablemente objeto de frustración por parte de los usuarios y de interrupción del negocio. Sin embargo, la erosión a largo plazo de la confianza en la infraestructura de la nube y en el ecosistema digital en general es un problema mucho mayor”, explicó Li.

“Este último apagón sigue planteando la pregunta de qué ocurre cuando el colapso de una infraestructura digital en una parte del mundo puede tener consecuencias tan importantes a escala mundial. Es una cuestión a la que deben enfrentarse reguladores, empresas e investigadores por igual”, expresó .

Los expertos advierten de que es poco probable que los problemas se detengan. Por ello, quienes dirigen situaciones tan importantes deben asegurarse de estar en mejores condiciones para responder a ellas.

“El año 2025 ha estado repleto de acontecimientos relacionados con la computación en nube, ya sean medioambientales, geopolíticos o tecnológicos”, afirmó Andrew Joint, socio tecnológico de Simmons & Simmons. Prosiguió: “Todos ellos han resaltado repetidamente los retos y riesgos de la estructura actual de nuestros entornos globales de nube”.

“La interrupción de hoy es otro recordatorio de que es vital conocer la infraestructura tecnológica y sus dependencias, y mitigar o aceptar las áreas de riesgo en los 'puntos únicos de fallo'. A medida que nos acercamos a 2026, hay pocos indicios de que las causas fundamentales de los problemas que surgieron en 2025 vayan a desaparecer, por lo que la tecnología de los servidores y sus enfoques operativos deben hacerlo, o se arriesgan a los mismos resultados: interrupciones del servicio, impacto en el negocio y el descontento de los clientes y los reguladores”, advirtió.

Traducción de Sara Pignatiello

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