En medio de las audiencias del 6 de enero, cada vez hay más republicanos dispuestos a darle la espalda a Trump
La controversia sobre el 6 de enero “se infiltró en el ambiente”, Sarah Longwell le dice a Andrew Buncombe
Sarah Longwell no intentó ni por un momento fingir que le caía bien Donald Trump.
La activista republicana y estratega política desde hace mucho tiempo, se opuso a su nominación para ser el candidato presidencial republicano en 2016 argumentando que Trump y las cosas que él representaba eran malas para ella y para su partido. Durante muchos años, ha llevado con orgullo la etiqueta “Never Trumper” [jamás apoyé a Trump].
En el contexto de las audiencias del comité del 6 de enero, Longwell, que tiene unos 40 años, afirma que un número cada vez mayor de republicanos ahora están listos para “superar” al expresidente y apoyar a otro candidato.
Y dice que tiene los datos, gracias a las reuniones de grupos de discusión de republicanos que ha estado realizando durante años.
Ella dice que a pesar de que pocos miembros comunes del público han asistido y escuchado las audiencias —las cuales han sugerido que el expresidente hizo todo lo inauditamente posible para aferrarse a la Oficina Oval después de perder ante Joe Biden— el ruido y la controversia ya se infiltraron “en el ambiente”.
“No es, en gran medida, que los votantes de Trump asistan y escuchen estas audiencias y se convenzan de que Trump es malo. Eso no es lo que está sucediendo”, le dice Longwell a The Independent.
“Las audiencias del 6 de enero están creando mucho ruido en el ambiente sobre todas las cosas que Trump hace que la gente defienda y que no les gusta. Quieren hablar en este momento sobre por qué Biden es tan malo, sobre la inflación. Quieren hablar de por qué el mundo está en un lugar tan malo debido a los ‘socialistas demócratas’. De eso es de lo que quieren hablar los votantes de Trump. Y Trump quiere seguir litigando las elecciones de 2020”.
Ya sea por destacar la forma en que Trump llamó a los funcionarios en Georgia y les pidió que “encontraran” 11.000 votos adicionales, el hecho de que pensó que Mike Pence merecía multitudes cantando por su muerte, o el tratar de agarrar el volante de su camioneta para tratar de unirse a sus simpatizantes que protestaban en el Capitolio, las audiencias han creado un telón de fondo de ruido “sobre esto que hizo su equipo, que no les gusta, algo de lo que no están orgullosos”.
Ella dice que no es que los partidarios de Trump se sienten y piensen que de repente es malo o que ya no creen que fue un buen presidente.
“Un componente clave de esto es que hay personas a las que prefieren pasar a apoyar, por las que se emocionan: Ron DeSantis, Mike Pompeo o estas personas que ven en Fox News, Kristi Noem”, señala. “Y piensan ‘mira todas estas otras superestrellas que podemos tener’. No le dan la espalda a Trump”.
Las aportaciones de los grupos de discusión de Longwell, por limitadas que sean, podrían ser algunas de las indicaciones más claras del impacto que las audiencias del comité del 6 de enero están teniendo en los partidarios del expresidente.
A menudo producida dramáticamente y presentada más como un drama televisivo que la audiencia habitual en el Capitolio, la copresidenta del comité, la republicana Liz Cheney, ha utilizado con frecuencia las partes finales para hacer revelaciones que acaparan los titulares, como el hecho de que el exjefe de gabinete de Trump, Mark Meadows, estaba entre los que pidieron un indulto, o que el comité había pasado al Departamento de Justicia las acusaciones de que el expresidente había intentado comunicarse con un testigo antes de que diera su testimonio.
“El comité del 6 de enero ha sido tan efectivo que algunos republicanos que quisieron contrarrestarlo han sentido que tienen que hablar sobre esto”, agrega Longwell.
“Si analizas las primeras audiencias, el mensaje original era ‘a nadie le importa’ o ‘no voy a ver esta basura’. El problema es que han sido tan efectivas que todos se han involucrado, hasta Fox News”, explica.
“Se burlan de eso, y muchos de estos votantes se burlan de eso. Pero aun así se está infiltrando. Y esa es la cuestión, sigue en el ambiente de una manera que antes de las audiencias no estaba”.
Las ideas de Longwell están respaldadas por otros datos, más recientemente una encuesta encargada por el New York Times que encontró que aproximadamente la mitad de los republicanos estaban dispuestos a votar por alguien que no fuera Trump.
Si bien Trump todavía disfruta de altos índices de aprobación entre los republicanos, sería la primera opción del 49 por ciento de los encuestados para ser el candidato presidencial del partido en 2024, por delante de Ron DeSantis con 25 puntos, Ted Cruz con 7 puntos, Mike Pence con 6 puntos y Nikki Haley también en 6.
La encuesta encontró que Trump retuvo su primacía, pero que quizás no era el candidato seguro que parecía ser hace solo unos meses.
La decadencia de su apoyo y el crecimiento de la importancia de DeSantis se ha señalado como una de las razones por las que Trump puede anunciar su intención de preparar una tercera candidatura a la Casa Blanca antes de las elecciones de mitad de período de noviembre.
Un informe reciente en el Washington Post dijo que durante un año o más, los confidentes más cercanos del expresidente le habían aconsejado que esperara hasta que el otoño de las elecciones intermedias tuviera la oportunidad de asentarse antes de anunciarla, consejo que era contrario al pensamiento de Trump.
Ahora, más y más estaban de acuerdo con él. “Un número cada vez mayor de aliados lo instan a seguir sus instintos como una forma de reforzar su posición en el partido e impulsar la participación para ayudar al Partido Republicano a hacerse cargo de la Cámara y el Senado el próximo año”, decía el artículo.
Citó a dos fuentes que dijeron que Trump ahora estaba considerando hacer un anuncio en septiembre.
Lo que sin duda ha sido cierto es que Trump, aún fuera de Twitter y Facebook, ha estado siguiendo de cerca las audiencias y lo que se dice sobre ellas en la televisión.
Cuando Cassidy Hutchinson, una exasistente ejecutiva de 26 años, testificó bajo juramento que Trump sabía que algunos de sus seguidores estaban armados el 6 de enero y arrojó su almuerzo contra la pared con rabia, él respondió rápidamente, criticándola más de una vez.
“Así que Cassidy Hutchinson estaba listísima para ir a Florida con el equipo Trump mucho después del 6 de enero”, escribió en su propio sitio de redes sociales.
“Ella sabía que no hice nada malo. Era una gran fan de Trump, pero mi gente no la quería. ¿Qué sucedió? ¿Por qué cambió tan dramáticamente? Puras mentiras. Supongo que ni siquiera ella creía en sus propias tonterías”.
Longwell incluyó el audio de varios de los partidarios de Trump, ya sea aquellos que votaron por él tanto en 2016 como en 2020 o solo en las elecciones más recientes, en uno de los capítulos recientes de su podcast The Focus Group.
“Nada ha cambiado. Sigue enemistando a la gente todos los días. Y ese fue mi gran problema con él en 2016”, dijo una mujer.
Otra dijo: “Creo que la otra cosa que ha sido un poco eclipsada es que siguen hablando de los resultados de las elecciones. Y siento que incluso cuando está de gira, sigue sacando el tema, como si fuera, ya sabes, un rencor”.
Un hombre dijo: “Creo que en el Partido Republicano hay otros mejores candidatos que deberían postularse. Y siento que si Trump se postulara, solo diluiría y dejaría un mal sabor de boca en la gente”.
Todd Belt, politólogo de la Universidad George Washington, dice que una de las razones por las que las audiencias han tenido impacto es que el liderazgo republicano en la Cámara decidió no ser parte de ellas. Como resultado, con Liz Cheney y Adam Kinzinger como los únicos republicanos críticos de Trump, hay poco rechazo o escrutinio minucioso de los testigos cuyo testimonio perjudica a Trump.
Belt dice que los partidarios más leales de Trump, en general, no están viendo las audiencias.
Para los republicanos más moderados, las audiencias están brindando “mucho para darles un momento para detenerse y analizar si Donald Trump debería ser o no el próximo candidato de su partido”.
Sin embargo, muchas voces se apresuran a no descartar a Trump, de 76 años, en caso de que decida postularse nuevamente, particularmente dado el índice de aprobación históricamente bajo de Biden, de 79 años, que tendría 86 años si cumpliera dos mandatos completos. (Si Trump se postula y gana dentro de dos años, tendría 82 años el 20 de enero de 2029).
El profesor Larry Sabato, de la Universidad de Virginia, dice que Trump “sigue siendo el favorito nominal, y si se postula o cuando lo haga, es posible que aún sea nominado”.
Agrega: “Pero las audiencias del 6 de enero lo han perjudicado. Los demócratas y la mayoría de los independientes ya lo odian, pero, increíblemente hasta estas alturas, muchos republicanos simplemente se dieron cuenta de que no es muy admirable y que muy bien podría perder en noviembre si es el candidato republicano”.
¿Qué opina Longwell de la sugerencia de que las audiencias del 6 de enero perjudicarán a los demócratas si creen que tienen más posibilidades de vencer a Trump, ya que pueden exponerlo a cargos penales?
“Esa no es una perspectiva con la que pienso” —asegura— “la pregunta es, no sé sobre los demócratas, pero Donald Trump es una amenaza única para la democracia. No me cae bien Ron DeSantis. No creo que vaya a ser un buen presidente, según lo que he visto de él, pero él y Trump no son lo mismo”.
Ella agrega: “Creo que si los votantes republicanos deciden apoyar a alguien además de Trump, eso es bueno para todos nosotros, y para el bien de la democracia y, lo que es más importante, Trump debería rendir cuentas de alguna manera”.