Aunque no querían “rehuir” de la escena, sí debieron haber omitido el parto forzado en ‘House of the Dragon’
El nuevo ‘spin-off’ de ‘Game of Thrones’ es tan violento como su predecesor, escribe Amanda Whiting. Pero, ¿será más hábil para justificarlo?
House of the Dragon necesitó un episodio nada más —de hecho, una sola escena— para demostrar que es tan hábil como Game of Thrones para dominar la monocultura. El showrunner Miguel Sapochnik ya habló sobre la brutalmente gráfica secuencia del parto forzado que desencadenó una intensa crítica en las redes sociales; algunos espectadores exigieron que el episodio de estreno del nuevo spin-off de HBO incluyera una advertencia de contenido sensible. “Nos esforzamos por mostrárselo a la mayor cantidad de mujeres posible e hicimos la misma pregunta: ‘¿Esto te pareció muy violento?’”, dijo Sapochnik en un evento de mesa redonda. “Y por unanimidad, la respuesta fue ‘no’”.
En la escena profundamente horrible, la esposa del rey Viserys, la reina Aemma, interpretada por Sian Brooke, está sufriendo un parto agotador y prolongado. Su bebé, de sexo desconocido, está en posición invertida, y sus médicos “medievales” no pueden acomodarlo. El gran maestre le dice al rey que es posible que tanto su esposa como el niño por nacer no vivan, pero que tiene una forma de salvar a uno, pero no al otro: ejecutar una cesárea forzada en una mujer plenamente consciente y sin su consentimiento.
El rey hambriento de herederos, convencido de que el bebé es un niño, le da al equipo el visto bueno y lo que sigue es una escena tan monstruosa que terminé por salir de la habitación. Aemma está inmovilizada. Su sonrisa mareada se convierte en terror cuando se da cuenta de lo que le están haciendo. La cámara muestra la incisión, antes de intercalar torpemente escenas de un torneo de justas que se está llevando a cabo más allá de los muros del castillo. Ella muere. También el bebé, que resulta ser un niño, algo que aumenta el desasosiego de Viserys. Fue un desperdicio de vida. Fue un desperdicio de la excelente Sian Brooke, el único miembro de la Casa Targaryen que sí se veía bien debajo de todo el cabello rubio casi blanco.
Al igual que muchos espectadores, odié la escena, no solo por ser innecesariamente gráfica, sino por ser tan puramente secundaria a la trama. En una serie que tuviera algo original que decir sobre el maltrato a la mujer, un momento tan bárbaro sería la culminación de una larga y sustanciosa historia. Aquí, es el medio para un fin: un atajo aborrecible para establecer una batalla por la dinastía entre el hermano del rey, un increíblemente rubio Matt Smith, y su hija, una igualmente rubia Emma D’Arcy. Incluso el rey supuestamente desconsolado, devastado por la culpa, se pone a jugar el juego de tronos el día después del funeral.
Supongo que el propósito secundario de la escena es establecer la villanía del rey, pero si esa es la justificación, se pudo haber hecho mucho más para condenar sus decisiones. El único personaje que expresa alguna objeción es su hija, ahora sin madre, que queda satisfecha con aceptar el manto de heredera al trono a cambio de la pérdida. ¿Y qué hay con la escena que se yuxtapone con la excesiva violencia por elección de un torneo de justas? La serie parece retratar al mismo nivel el maltrato de las mujeres y las duras vidas de los atletas profesionales de la época.
En la misma mesa redonda, a la que asistió Insider, Sapochnik describió a profundidad su razonamiento detrás de la escena: “No deberíamos rehuir de esto que ha pasado porque está planteando un punto que parece dirigirse a un tema bastante sensible para las mujeres, que es esta idea de elección”; un comentario que asume que los “temas sensibles” para las mujeres son una inspiración justa para una serie de televisión de fantasía. “[Aemma] no puede elegir. Ella es asesinada por su esposo, sin consecuencias. Y esa es una buena indicación de cómo están las cosas en este mundo en el que vivimos”.
Es difícil imaginar establecer un estándar más bajo para la violencia de género que la “creación de un mundo imaginario”. Porque sea lo que sea, estas representaciones son dolorosas de ver, insensibilizan y tienen la capacidad de normalizar la situación. Esto no quiere decir que nunca debamos recrear la violencia espantosa, sino que cada vez que lo hagamos, debe ser lo suficientemente significativo: debe comunicar algo a la audiencia que solo la violencia podría.
Pero House of the Dragon no estaba haciendo un punto fundamental sobre la violencia contra las mujeres en su estreno, o incluso uno profético dado el estado del derecho al aborto en Estados Unidos. Estaba usando el trauma de una mujer como recurso poco desarrollado para hacer avanzar la historia. La verdadera fantasía sería fingir que era algo más.