Soy una experta en afasia y esto es lo que hay que saber sobre la enfermedad de Wendy Williams y Bruce Willis
La afasia es un trastorno de la comunicación que afecta la capacidad de una persona para hablar o comprender el habla
Wendy Williams ha sido diagnosticada con demencia frontotemporal y afasia primaria progresiva, según los representantes de la presentadora de 57 años.
“Wendy no habría recibido la confirmación de estos diagnósticos si no fuera por la diligencia de su equipo, a quien ella eligió, y el extraordinario trabajo de los especialistas de Weill Cornell Medicine”, según un comunicado de prensa del equipo de Williams. “Recibir un diagnóstico le ha permitido a Wendy recibir la atención médica que necesita”.
Williams no ha sido la única estrella de Hollywood con este diagnóstico.
El actor Bruce Willis, de 67 años, anuncio su retiro después de que le diagnosticaran afasia, anunció su familia el 30 de marzo de 2022.
En un mensaje publicado en Instagram, su hija, Rumer Willis, dijo que la condición “afecta sus habilidades cognitivas”.
Swathi Kiran, directora del Aphasia Research Laboratory de la Universidad de Boston, explica qué es la afasia y cómo afecta la comunicación de las personas que la padecen.
Esta nota fue originalmente publicada en abril 2022.
¿Qué es la afasia?
La afasia es un trastorno de la comunicación que afecta la capacidad de una persona para hablar o comprender el habla. También afecta la forma en que entienden las palabras escritas y su capacidad para leer y escribir.
Es importante señalar que la afasia puede adoptar diferentes formas. Algunas personas con afasia solo tienen dificultad para comprender el lenguaje, como resultado del daño en el lóbulo temporal, el cual rige cómo se procesan el sonido y el lenguaje en el cerebro. Otros solo tienen dificultad para hablar, lo que indica daño en el lóbulo frontal. Una pérdida tanto del habla como de la comprensión del lenguaje sugeriría daño tanto en el lóbulo temporal grande como en el lóbulo frontal.
Casi todas las personas con afasia tienen dificultades cuando intentan recordar los nombres de las cosas que conocen, pero no logran encontrar el nombre. Y debido a eso, tienen problemas para usar palabras en oraciones. También afecta la capacidad de leer y escribir de las personas con dicha condición.
¿Qué causa la afasia?
En la mayoría de los casos, la afasia es el resultado de un accidente cerebrovascular o una hemorragia en el cerebro. También puede ser causado por daño al cerebro debido a una lesión por impacto, como un accidente automovilístico. Los tumores cerebrales también pueden provocar afasia.
También hay un tipo distinto de la enfermedad, llamado afasia progresiva primaria. Esto comienza con síntomas leves pero empeora con el tiempo. La comunidad médica no sabe qué causa la afasia progresiva primaria. Sabemos que afecta a las mismas regiones cerebrales que en los casos en que la afasia es el resultado de un ictus o una hemorragia, pero la aparición de los síntomas sigue una trayectoria diferente.
¿A cuántas personas afecta?
Por desgracia, la afasia es bastante común. Aproximadamente un tercio de las personas que sobreviven a accidentes cerebrovasculares la padecen. En EE.UU., alrededor de 2 millones de personas tienen afasia y alrededor de 225.000 estadounidenses son diagnosticados cada año. En este momento, no sabemos qué proporción de personas con afasia tienen la forma progresiva primaria de la afección.
No hay diferencia de género en cuanto a quién sufre de afasia. Pero las personas con mayor riesgo de accidente cerebrovascular, es decir, aquellas con discapacidades cardiovasculares y diabetes, corren un mayor riesgo. Esto también significa que los grupos minoritarios están en mayor riesgo, sobre todo debido a las disparidades de salud existentes en EE.UU.
La afasia puede ocurrir a cualquier edad. Por lo general, se encuentra en personas mayores de 65 años simplemente porque tienen un mayor riesgo de accidente cerebrovascular. Pero los jóvenes e incluso los bebés pueden desarrollar la afección.
¿Cómo se diagnostica?
Cuando las personas tienen afasia después de un accidente cerebrovascular o hemorragia, el diagnóstico lo realiza un neurólogo. En estos casos, los pacientes habrán mostrado un inicio repentino del trastorno: habrá una gran caída en su capacidad para hablar o comunicarse.
En cambio, la afasia progresiva primaria, es más difícil de diagnosticar. A diferencia de los casos de accidente cerebrovascular, el inicio será muy leve al principio: las personas olvidarán lentamente los nombres de las personas o de los objetos. Del mismo modo, la dificultad para comprender lo que dice la gente será gradual. Pero son estos cambios los que desencadenan el diagnóstico.
¿Cuál es el pronóstico en ambas formas de afasia?
Las personas con afasia como resultado de un accidente cerebrovascular o hemorragia se recuperarán con el tiempo. Qué tan rápido y cuánto es algo que depende de la extensión del daño al cerebro y de la terapia que reciben.
La afasia progresiva primaria es degenerativa: el paciente se deteriorará con el tiempo, aunque la tasa de deterioro puede disminuir.
¿Hay algún tratamiento?
Lo alentador es que la afasia es tratable. En la forma no progresiva, la terapia consistente dará como resultado la recuperación del habla y la comprensión. Los ejercicios de repetición uno a uno pueden ayudar a las personas con la afección a recuperar el habla. Pero el camino puede ser largo y depende de la extensión del daño al cerebro.
Con la afasia progresiva primaria, los síntomas del deterioro del habla y del lenguaje empeorarán con el tiempo.
Pero la evidencia clínica es inequívoca: la rehabilitación puede ayudar a los sobrevivientes de accidentes cerebrovasculares a recuperar el habla y la comprensión del lenguaje y puede retardar los síntomas en casos de afasia progresiva primaria.
Se realizan ensayos clínicos de ciertos tipos de medicamentos, pero en las primeras etapas. No parece haber ninguna medicina milagrosa. Pero por ahora, la terapia de rehabilitación del habla es el tratamiento más común.
Swathi Kiran es profesora de neurorehabilitación en la Universidad de Boston.
Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation bajo una licencia Creative Commons.