Por qué el macabro y desgarrador caso de los asesinatos de Idaho ha conmocionado al mundo
Es crucial que ahora demos a estos padres espacio para llorar
A todo el mundo le gusta un misterio de asesinato sin resolver: excepto cuando pasa en la vida real.
Y a mucha gente le encanta considerar pistas, conspiraciones y posibles teorías relativas a tal misterio, pero no cuando cuatro jóvenes fueron asesinados en sus camas y la policía parece no progresar.
Durante más de seis semanas, la difícil situación de cuatro jóvenes estudiantes (Kaylee Goncalves, 21, Madison Mogen, 21, Xana Kernodle, 20 e Ethan Chapin, 20) ha cautivado la imaginación de una gran parte de Estados Unidos.
Ahora, el interés se ha disparado con la noticia de que un sospechoso, un compañero de estudios, fue arrestado en Pennsylvania.
Ese nivel de fascinación sin duda se ha acercado a lo macabro o dañino, como siempre ocurre en los casos destacados por su naturaleza espantosa.
Sin embargo, gran parte del interés, esperemos incluso que sea la mayor parte, parece haber sido impulsado por el deseo de resolver los asesinatos y tratar de conseguir justicia para los padres y amigos de esos jóvenes, todos estudiantes de la Universidad de Idaho en Moscow, ubicada a 300 millas (483 km) al norte de la capital del estado, Boise.
“Tengo que conseguir que se haga justicia. Estas familias se lo merecen”, Steve Goncalves, el padre de una de las estudiantes, dijo en una entrevista unos días después de los asesinatos, en la que se mostró algo crítico con el esfuerzo policial.
“Solo tenemos que unirnos como comunidad. Hay que enviar todas las piezas de evidencia… y sacar a este tipo de las calles”.
A menudo, en tales tragedias, a los medios les gusta hablar sobre cómo rastrear a un asesino o sentenciarlo ayudará a las familias a conseguir un “cierre”.
Rara vez es tan simple como eso: si hablas con padres que perdieron a sus hijos a causa de la violencia armada o una sobredosis de drogas, a veces te dirán que, incluso diez años después, siguen sintiendo la pérdida, tan cruda como el primer día que perdieron a su ser querido.
Pero la justicia es poderosa. Y la justicia, sobre todo si significa evitar que otra familia sufra la misma agonía, puede atraer la atención hacia una vida que fue arrebatada.
Eso es lo que deben estar esperando ahora las familias de los cuatro estudiantes asesinados en Idaho, tras conocerse que detuvieron a un sospechoso del caso.
Los informes de arresto mostraron que Bryan Christopher Kohberger, de 28 años, fue detenido por la policía a 2.500 millas (4.023 km) de distancia en Scranton, Pensilvania, alrededor de las 3 am de esta mañana.
Se informó que un Hyundai Elantra blanco, la misma marca y modelo de automóvil que buscaba la policía en relación con el asesinato, fue remolcado desde el exterior de la casa de los Kohberger.
Estaba detenido para su extradición, según una orden de arresto por asesinato en primer grado emitida por el Departamento de Policía de Moscow.
Incluso ahora, hay muchas cosas que no sabemos sobre el caso. Nos dijeron que los estudiantes fueron apuñalados con un cuchillo de hoja fija, pero no se ha recuperado el arma.
Tampoco sabemos el móvil del crimen. Casi tan impactante como el asesinato de los cuatro en la madrugada del 13 de noviembre en una casa fuera del campus es que otras dos compañeras de cuarto resultaran ilesas y no se despertaran durante la tragedia.
Si bien se sabe que los cuatro murieron a las 3 o 4 am de esa mañana, los cuerpos estuvieron ocho horas sin ser descubiertos.
Finalmente, la policía acudió a la casa en respuesta a un informe sobre una “persona inconsciente”.
Vale la pena hacer hincapié en dos puntos.
A menudo, la policía realiza arrestos, en especial en casos de alto perfil, y luego liberan a esas personas.
La segunda es que nada traerá de vuelta a esos cuatro jóvenes asesinados: Kaylee Goncalves estaba en su último año y estudiaba para convertirse en maestra de escuela primaria; Madison Mogen era estudiante de último año de mercadotecnia; Xana Kernodle estaba en el tercer año y estudiaba mercadotecnia, y el estudiante de primer año Ethan Chapin estudiaba administración de deportes y turismo.
También vale la pena reflexionar sobre el hecho de que si este caso prosigue, mediante comparecencias, acusaciones y juicios, la obsesión colectiva con el caso no hará más que aumentar.
Esperemos que todos nosotros, los medios de comunicación y el público, tratemos de tener en cuenta las agonías continuas que soportarán las familias y les concedamos el espacio y la privacidad para asimilarlas.
Traducción de Michelle Padilla