Es hora de que tratemos las plataformas de redes sociales como las máquinas de adicción que realmente son
Las redes sociales se están volviendo tan adictivas y, en última instancia, destructivas como muchas de las drogas sobre las que advertimos a nuestros hijos
La aguja hipodérmica suministra drogas intoxicantes a nuestro cerebro a través del torrente sanguíneo. Hoy en día, la droga adictiva es el contenido atractivo, y la aguja es el smartphone.
Desde sus gratificantes sonidos y colores brillantes y seductores, hasta sus simpáticas fotos e imágenes, las redes sociales se están volviendo tan adictivas y, en última instancia, destructivas, como muchas de las drogas sobre las que advertimos a nuestros hijos.
Como exdirector de escuela, he visto la adicción a las redes sociales en plena vigencia en las aulas. La capacidad de atención ha disminuido, mientras que la depresión y la ansiedad han aumentado. Debemos reconocer estas plataformas como lo que son: máquinas de adicción. También debemos tratarlas como tales.
La mayoría de nosotros se avergonzaría si supiéramos cuánto tiempo pasamos realmente en las redes sociales cada día. La empresa de monitoreo de aplicaciones App Annie reveló que una persona promedio pasa 4,8 horas en su teléfono cada día, lo que constituye un tercio de nuestras horas totales de vigilia.
La adicción inherente a las redes sociales no es un secreto en Silicon Valley. Incluso Chamath Palihapitiya, antiguo vicepresidente de crecimiento de usuarios de Facebook, explicó que siente una “tremenda culpa”.
“Creo que hemos creado herramientas que están desgarrando el tejido social del funcionamiento de la sociedad”, señaló, antes de admitir que incluso sus hijos “no tienen permiso para usar esa mi*rda.
Muchos de los trucos utilizados para mantener a los usuarios en línea el mayor tiempo posible están tomados directamente de las máquinas tragamonedas y los sitios web de juegos de apuestas, como señala Natasha Schull, autora de Addicted by Design (Adictos según el diseño). Por ejemplo, la función “pull-to-refresh”, en la que arrastrando la pantalla hacia abajo se actualiza el contenido, está sacada directamente del manual de las máquinas tragamonedas. En lo que se conoce como “bucle lúdico”, (esos ciclos de incertidumbre, anticipación y retroalimentación), las recompensas nos mantienen lo suficientemente enganchados como para que nuestro compromiso total aumente a largo plazo.
Del mismo modo, la función de “desplazamiento infinito” de aplicaciones como Facebook y TikTok significa que el contenido de corta duración que libera dopamina nunca se acaba. Al menos los cigarrillos y el alcohol se acaban. No puede decirse lo mismo de los contenidos de las plataformas de redes sociales.
La adicción a las redes sociales funciona de forma muy parecida a la dependencia de las sustancias; un estudio de la Universidad Estatal de Michigan descubrió que existe una conexión entre el uso intensivo de las redes sociales y la toma de decisiones arriesgadas que se da en los adictos a las sustancias.
En Corea del Sur, el problema de la adicción a Internet es aún más frecuente. Las autoridades sospechan que hasta el 20 por ciento de la población corre un serio riesgo de adicción a Internet. Por ello, están destinando fondos públicos a programas de desintoxicación digital, que adoptan la forma de asesoramiento en las escuelas, encuestas de detección e incluso campamentos de adicción.
Como humanos, somos propensos a deleitarnos con el placer antes de reconocer y responder al daño. De hecho, durante el siglo XIX, la cocaína se podía adquirir libremente en las farmacias y todavía se podía encontrar cocaína en la Coca-Cola en 1903.
Del mismo modo, entre los años 30 y 50, los médicos promocionaban y prescribían activamente los cigarrillos, con un texto de marketing que decía “Dale a tu garganta unas vacaciones... Fuma un cigarrillo fresco”.
Con las redes sociales, la ciencia condenatoria está comenzando a entrar, y no podemos ignorar los resultados por más tiempo. Un estudio de 2018 de la revista Lancet descubrió que quienes consultan Facebook a altas horas de la noche son más propensos a sentirse deprimidos. Otro estudio de 2018 descubrió que cuanto menos tiempo pasaban las personas en las redes sociales, menos síntomas de depresión y soledad mostraban.
De hecho, una investigación interna de la empresa de Mark Zuckerberg reveló que la adicción a Instagram perjudica la salud y el rendimiento escolar de más del 6 por ciento de los adolescentes, provocando depresión, ansiedad y anorexia.
Yo misma lo he comprobado. Los niños de mi clase no solo hablan de la adicción a un sitio. Hablan de estar atrapados en un “ciclo”, en el que hacen visitas rápidas a los siete u ocho sitios de redes sociales a los que están suscritos. Una vez que han pasado por todas ellos, ha transcurrido el tiempo suficiente para volver a empezar todo el proceso y absorber cualquier contenido nuevo que se haya subido mientras tanto.
Para muchos de estos niños, su vida social está inextricablemente ligada a una plataforma que se ha demostrado que aumenta el riesgo de depresión, ansiedad y dismorfia corporal. Eso me asusta.
Pero lo que más me asusta es la dirección que toman estas redes sociales. Ya he escrito anteriormente sobre cómo el metaverso podría ser una bendición para la educación. Pero eso es solo si los problemas de las redes sociales no se copian y pegan en estos nuevos mundos virtuales.
Las leyes y la educación acabaron con los cigarrillos y la cocaína. Creo que los sitios de redes sociales deben ser transparentes en cuanto a los mecanismos de adicción incorporados a sus plataformas.
Los niños deberían tener que verificar su edad antes de crear una cuenta, y la ley debería prohibir el uso de estas redes sociales a los menores de 18 años. Al igual que las advertencias sobre la adicción que acompañan a los cigarrillos, ha llegado el momento de incluirlas en las redes sociales que utilizan tecnología adictiva.
El modelo de negocio de las compañías de cigarrillos se basa en la adicción para aumentar las ventas. Los sitios web de redes sociales se basan en la adicción para recoger y vender la mayor cantidad de datos posible.
Es hora de que reconozcamos el daño adictivo incorporado en el tejido de sitios como Facebook, Twitter, Instagram y Snapchat. Entonces debemos trabajar para arrancar la adicción del corazón de estas plataformas si queremos crear un mundo online más seguro y saludable para nuestros hijos.
Leon Hady es un antiguo director de escuela y fundador de Guide Education, quien ha formado a miles de profesores.