El nutriente inesperado que, según científicos, podría reducir los problemas cognitivos en la vejez
Investigadores sostienen que el consumo de cobre podría mejorar la función cognitiva en la vejez, aunque advierten sobre los riesgos de ingerirlo en exceso

Las personas adultas que consumen mayores cantidades de cobre a través de la alimentación tienden a obtener mejores resultados en pruebas cognitivas que evalúan memoria, atención y lenguaje, según muestran los resultados de una investigación reciente.
En el estudio, realizado con más de 2.400 adultos mayores de 60 años en Estados Unidos, se comparó el rendimiento cognitivo entre quienes consumían cerca de 1,4 mg de cobre por día y aquellos con una ingesta inferior a 0,8 mg: los primeros mostraron un desempeño superior en una serie de evaluaciones cognitivas.
Aunque el cuerpo solo necesita cobre en pequeñas cantidades, este mineral cumple funciones clave en el cerebro: participa en la producción de energía en las neuronas, favorece la creación de neurotransmisores esenciales y fortalece las defensas antioxidantes naturales del organismo.
El marisco, los cereales integrales, las legumbres y los frutos secos aportan cobre de forma natural.
No obstante, especialistas señalan que una alimentación equilibrada suele ser suficiente para cubrir las necesidades diarias de este mineral y advierten que exceder esa cantidad puede provocar molestias gastrointestinales.
El equipo responsable de la investigación pidió a los participantes que detallaran todo lo que habían consumido durante dos días distintos. A partir de esos datos, calcularon un promedio para estimar la ingesta diaria de cobre de cada persona.
Las capacidades cognitivas se evaluaron mediante cuatro pruebas reconocidas, entre ellas el emparejamiento rápido de símbolos y ejercicios de recuerdo inmediato y diferido de palabras. Además, se generó una puntuación “global” que combinaba todos los resultados obtenidos.
Los datos revelaron un patrón claro: el rendimiento cognitivo mejoraba a medida que aumentaba la ingesta de cobre, con un punto óptimo entre 1,2 y 1,6 mg diarios, según la prueba considerada.
Por encima de ese rango, los beneficios se estabilizaron y las puntuaciones no mostraron mejoras adicionales.
Quienes se ubicaban en el cuartil superior de consumo de cobre superaron al grupo con menor ingesta en aproximadamente cuatro símbolos más en la prueba de emparejamiento y lograron recordar en promedio media palabra más tras un periodo de espera.
Entre las personas con antecedentes de ictus, el efecto fue aún más marcado: quienes consumían más cobre obtuvieron un aumento significativo en la puntuación cognitiva global.
Si bien los investigadores aclaran que los resultados no son concluyentes como para afirmar que la ingesta de cobre mejora directamente la función cognitiva, señalan que el vínculo es “biológicamente plausible”.
Según se detalla en el informe, “el cobre presente en la dieta es fundamental para la salud cerebral y podría ofrecer efectos protectores sobre la función cognitiva, debido a su papel en la defensa antioxidante, la síntesis de neurotransmisores y el metabolismo energético”.
Traducción de Leticia Zampedri