“Está solo”: algunos republicanos ya no quieren tener nada que ver con Donald Trump
Sus aliados son conscientes de que ser leales al aún presidente se traduce prácticamente en un “suicidio político”.
El firme control del presidente Donald Trump sobre los republicanos en Washington está empezando a quebrarse, dejándolo más aislado políticamente que en ningún otro momento de su turbulento mandato.
Tras alentar a una multitud que más tarde protagonizó un violento asalto al Capitolio de los Estados Unidos, Trump parece hacer perdido a algunos de sus aliados más poderosos, incluyendo el senador de Carolina del Sur Lindsey Graham Dos miembros de su gobierno renunciaron, igual que al menos media docena de asistentes. Un puñado de republicanos del Congreso están considerando abiertamente adherirse a un renovado intento de abrir un juicio político en su contra.
Una senadora del Partido Republicano que ya se había distanciado de Trump pidió su renuncia y cuestionó su propia continuidad en la formación.
“Lo quiero fuera", declaró Lisa Murkowski, senadora de Alaska, a The Anchorage Daily News. “Ha hecho suficiente daño".
La insurrección que siguió a una contundente derrota electoral en dos balotajes en Georgia logró lo que otros malos momentos de su presidencia no pudieron: obligar a los republicanos a reevaluar su relación con un líder que abandonó hace tiempo la tradición y el decoro. El resultado podría remodelar el partido, amenazando la influencia que desea Trump al tiempo que crea una división entre quienes están en Washington y activistas en regiones donde el presidente goza de una gran popularidad.
“En este punto, no lo defenderé más", apuntó Ari Fleischer, exsecretario de prensa de la Casa Blanca durante la presidencia de George W. Bush y estratega del Partido Republicano y votante de Trump. “No lo defenderé por agitar a las masas e incitar a la turba. Está solo".
Al inicio de la semana, Trump era sin lugar a dudas la fuerza más dominante en el ámbito republicano, la pieza clave para designar al candidato en 2024 o incluso el propio nominado presidencial republicano. El viernes había una creciente sensación de que está marcado para siempre y podría verse obligado a dejar el cargo antes del final de su mandato en 12 días.
A falta de su renuncia, los pedidos para un segundo juicio político en el Capitolio aumentaron el viernes. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo que el Congreso iniciaría el proceso a menos que Trump abandone la Casa Blanca “de inmediato y voluntariamente”.
El presidente electo, Joe Biden, no ha respaldado aún la propuesta, sugiriendo que no hay tiempo suficiente antes de su toma de posesión el 20 de enero para materializar el juicio político o cualquier otra solución constitucional.
“Ahora estoy centrado en que tomemos el control como presidente y vicepresidenta el día 20 y hacer que nuestra agenda avance lo más rápido posible", dijo Biden a reporteros.
Trump sigue teniendo apoyos, especialmente entre muchos votantes de base y activistas conservadores fuera de Washington.
El jueves por la mañana fue recibido con una ovación y gritos de “¡Te queremos!” cuando intervino por teléfono en un desayuno de trabajo del Comité Nacional Republicano en Florida.
“La inmensa mayoría del comité está en estado de total negación", dijo Bill Palatucci, republicano de Nueva Jersey que forma parte del Comité y participó en la reunión. “Están dispuestos a condenar la violencia, pero sin ninguna referencia al papel del presidente en nada de eso".
El presidente insiste en que no hizo nada malo. Sigue diciéndole a sus asesores, al menos en privado, que le robaron la victoria en las elecciones. Funcionarios republicanos en estados clave en disputa, su último secretario de Justicia y una serie de jueces — algunos nombrados por él — han calificado esas denuncias de infundadas.
Trump tuvo que ser convencido para grabar el video publicado el jueves en la noche en el que finalmente condenó a los asaltantes al Capitolio y reconoció por primera vez su derrota en noviembre, aunque inicialmente rechazó la perspectiva de hablar de forma negativa de “mi gente”.
Accedió luego de que el abogado de la Casa Blanca Pat Cipollone le advirtiese que podía enfrentar problemas legales por incitar los disturbios. Otros, incluyendo el jefe de despacho de la Casa Blanca, Mark Meadows, y su hija Ivanka Trump, le instaron a enviar un mensaje que sofocase la conversación sobre su posible destitución bien a través de un juicio político o del proceso constitucional contemplado en la 25ta Enmienda.
Y aunque reconoció que el 20 de enero habrá un nuevo gobierno, el viernes anunció que no asistirá a la juramentación de Biden. Se convertirá así en el primer presidente saliente desde Andrew Johnson hace 152 años que no acude a la toma de posesión de su sucesor.
Trump no tiene previsto desaparecer del debate político una vez abandone la Oficina Oval, según sus asesores, que creen que sigue siendo tremendamente popular entre las bases republicanas.
Para que no haya dudas, los falsos reclamos sobre fraude electoral en su derrota de noviembre calaron entre cientos de miles de votantes republicanos en el balotaje de las elecciones al Senado en Georgia celebrado esta semana. Alrededor de 7 de cada 10 estaban de acuerdo con la falsa afirmación de que Biden no era el presidente electo legítimo, según AP VoteCast, una encuesta a más de 3.700 votantes.
Y ante esa continua lealtad de los votantes, funcionarios electos en zonas de fuerte tradición republicana deben seguir leales al presidente saliente aunque su propio gabinete no lo sea.
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Los periodistas de The Associated Press Meg Kinnard en Columbia, Carolina del Sur, y Darlene Superville en Wilmington, Delaware, contribuyeron a este despacho.