Religiosos nicaragüenses liberados de prisión dicen que la cárcel fortaleció su fe

Las palabras de Dios no le hicieron sentido de inmediato. Pero cuando una serie de gestiones estadounidenses le permitieron salir de prisión meses más tarde, todo cuadró para el pastor nicaragüense José Luis Orozco.
“El Señor me dijo: ’José Luis, no tengas miedo. Un viento va a soplar del norte, las cadenas se van a romper y las puertas se van a abrir',” contó el religioso desde su nuevo hogar en Austin, Texas.
Para septiembre de 2024 ya había pasado nueve meses tras las rejas en Nicaragua. Junto a otros 12 miembros de la organización religiosa Mountain Gateway —basada en Texas— enfrentaba cargos por presunto lavado de dinero y enriquecimiento ilícito. Al igual que ellos, otros líderes religiosos habían sido detenidos en medio de una serie de medidas represivas del gobierno nicaragüense que organizaciones como Human Rights Watch han calificado de ataques a la libertad religiosa.
Orozco pensó que su inocencia eventualmente saldría a la luz. Así que cuando el gobierno estadounidense anunció que había asegurado su liberación junto a otros 134 presos políticos, la noticia no le sorprendió.
“Lo entendí en ese momento”, dijo el pastor. “Dios me estaba diciendo que iba a usar a Estados Unidos ”.
En las horas que siguieron a su liberación, los 135 nicaragüenses fueron transportados a Guatemala, donde la mayoría buscó vías legales para mudarse a otros países. La palabra de Dios lo sostuvo en esos momentos difíciles, afirmó el pastor.
¿Por qué Nicaragua ha detenido a líderes religiosos?
Las tensiones entre el presidente Daniel Ortega y los líderes religiosos nicaragüenses comenzaron en 2018 cuando una reforma a la seguridad social desencadenó protestas masivas que fueron violentamente reprimidas. Las relaciones se deterioraron a medida que los religiosos rechazaron decisiones políticas que perjudicaban a los nicaragüenses y Ortega actuó con firmeza para silenciar a sus críticos.
Miembros de iglesias católicas y evangélicas han denunciado vigilancia y acoso por parte del gobierno. Actualmente no se permiten las procesiones y se han iniciado investigaciones contra pastores y sacerdotes. CSW, un grupo británico que aboga por la libertad religiosa a nivel mundial, documentó 222 casos que afectaron a nicaragüenses en 2024.
“La persecución religiosa en Nicaragua es la más cruel de los últimos años en América Latina”, dijo Martha Patricia Molina, una abogada nicaragüense que lleva un registro de las violaciones a la libertad religiosa en su país. “Pero la Iglesia siempre ha cumplido su misión de proteger la vida humana”.
Difundiendo la palabra de Dios
Orozco fue el primer miembro de su familia en convertirse al Evangelio. Sintió un llamado a los 13 años y al poco tiempo comenzó a evangelizar en Managua, donde organizó eventos que congregaban a distintas iglesias.
Su experiencia se volvió clave para el trabajo de Mountain Gateway. Fundada por el pastor Jon Britton Hancock en Estados Unidos, inició operaciones en Nicaragua en 2013.
CSW ha alertado que los líderes religiosos que defienden los derechos humanos o critican al gobierno de Ortega podrían enfrentar violencia física o detenciones arbitrarias, pero tanto Hancock como Orozco aseguran que su Iglesia nunca se pronunció políticamente.
Siempre manteniendo buenas relaciones con el gobierno, Mountain Gateway desarrolló prácticas sustentables para comercializar café y ofreció apoyo a familias afectadas por huracanes.
Para cuando Orozco fue arrestado, Mountain Gateway había auspiciado campañas masivas de evangelización en ocho ciudades nicaragüenses. Sólo en Managua reunió a más de 200.000 personas con el respaldo del gobierno en noviembre de 2023.
Una detención inesperada
Orozco y otros 12 miembros de su Iglesia fueron arrestados en diciembre de ese año.
“Nos encadenaron de manos y de pies como reos de alta peligrosidad”, recordó el pastor. “Y después ninguno vio a su familia por nueve meses”.
En la prisión a la que fue trasladado había unos 7.000 reos, pero las celdas en las que estuvo detenido con otros pastores estaban aisladas del resto.
No les comunicaron los cargos que enfrentaban hasta unos tres meses más tarde, cuando inició su juicio. Tampoco se les proporcionó información sobre su paradero a sus familiares, quienes peregrinaban de una cárcel a otra preguntando por ellos.
“Todavía teníamos fe de que esto era una confusión e iba a salir a luz”, dijo el pastor, quien terminó por ser condenado a 12 años de cárcel.
Rezar en prisión
El ayuno y la oración le ayudaron a soportar el encierro. Aunque nunca le proporcionaron algo tan básico como una Biblia o agua potable, su fe lo mantuvo fuerte. “La guerra más grande que he librado en mi vida cristiana ha sido esa batalla mental”, aseguró.
Los guardias de la prisión nunca prohibieron a los pastores ejercer su oficio, así que predicaron entre ellos. Orozco dice que al principio se burlaban, pero cuando el viento del norte sopló, recapacitaron.
“Les ayudó a que miraran que Dios hacía milagros”, recordó. “Nosotros siempre dijimos: ‘Nos vamos de este lugar’”.
Aunque no fue su caso, Molina dijo que varios líderes religiosos que salieron de Nicaragua han enfrentado obstáculos para hacer una nueva vida en países que no están preparados para encarar su situación.
Según los testimonios que ha recabado, diversos sacerdotes han tenido dificultades para continuar su ministerio en el extranjero dado que les resulta imposible tramitar un pasaporte o las parroquias en las que desearían trabajar les exigen documentos que no pueden conseguir.
Los laicos también están en la mira
A bordo del avión que llevó a Orozco a Guatemala también viajó Francisco Arteaga, un laico católico que fue arrestado en junio de 2024 por denunciar sus preocupaciones en torno a las restricciones religiosas impuestas por Ortega.
“Después del 2018, que empezaron las protestas, empecé a ir denunciando los atropellos que se iban dando a la Iglesia”, dijo Arteaga. “Por ejemplo, asedio de policía en la orilla de los parques frente a las iglesias”.
Al principio se valió de publicaciones en Facebook. Después se integró a una red de nicaragüenses que documentó violaciones a la libertad religiosa.
“No nos limitamos a un solo aspecto religioso”, agregó Arteaga, cuyos dispositivos fueron hackeados y monitoreados por el gobierno. “Miramos las prohibiciones que le hacían a las procesiones, los cobros a las entradas de la iglesia y los límites adentro de los templos”.
Al igual que docenas de nicaragüenses que han compartido su testimonio, Arteaga vio cómo la policía detuvo a personas que rezaban por causas que fueron percibidas como críticas a Ortega.
De acuerdo con CSW, el gobierno monitorea las actividades religiosas, poniendo presión sobre sus líderes para que se autocensuren.
“Predicar sobre la unidad o la justicia u orar por la situación general del país puede considerarse una crítica y tratarse como un delito”, según el último informe de la organización.
Construyendo una nueva vida
Los guardias de la prisión también le negaron una Biblia a Arteaga, pero otro reo le prestó la suya. Consultar las sagradas escrituras le resultó difícil porque sus lentes fueron confiscados al momento del arresto, pero de algún modo lo logró.
“No sé cómo Dios me dio la visión para leerla y dos veces”, dijo Arteaga, quien también padeció la falta de medicamento para su diabetes durante el encierro. “Eso me dio fuerza”.
Al igual que Orozco, se reencontró con su mujer en Guatemala, donde pasó meses en busca de un nuevo hogar. Recientemente llegó a Bilbao, España, y aunque extraña su país, su tiempo en prisión moldeó un nuevo entendimiento de su vida.
“Me he tomado la tarea, como se lo prometí a Dios en la cárcel, de escribir un libro sobre la fe”, dijo el laico. “Lo he titulado: ‘La fe, no sólo es el creer’”.
Orozco también comparte su testimonio durante los servicios que oficia en Texas, donde intenta reconstruirse.
“Vine a Estados Unidos como Dios dijo”, aseguró. “Así que siempre estoy diciéndole a la gente: ‘Si Dios pudo hacer un milagro conmigo de esta naturaleza, puede hacer un milagro para ti también’”.
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