Primer ministro británico pretende cambiar su imagen negativa con discurso sobre el cambio
El primer ministro británico Keir Starmer trató de sacudirse su imagen pesimista el martes, diciendo a los votantes hartos de la política que se acercan tiempos mejores —si es que aceptan su receta de un dolor a corto plazo para obtener ganancias en el futuro.
Starmer culminó su primera conferencia anual laborista desde que ganó abrumadoramente la elección, con un discurso donde aseguró a miembros y partidarios que las cosas serán “difíciles a corto plazo”, pero que hay una luz al final del túnel.
Algunos miembros del partido de centroizquierda afirman que Starmer ha prolongado ese oscuro túnel al dar mensajes deprimentes sobre la economía desde julio, cuando se convirtió en el primer premier laborista de Reino Unido en 14 años. Eso, y una distractora serie de escándalos sobre regalos, han ensombrecido lo que debió ser una reunión celebratoria para miles de miembros del partido en la ciudad portuaria de Liverpool, en el noroeste de Inglaterra.
“Sé que este país está agotado por y con la política”, dijo Starmer. “Sé que la crisis del costo de la vida puso un velo a la alegría y la maravilla de nuestra vida, y que las personas quieren un respiro y un alivio”.
Afirmó que el gobierno logrará un cambio positivo, pero que no ofrecerá “falsas esperanzas”.
“El hecho de que todos deseemos menos impuestos y buenos servicios públicos no significa que pueda ignorarse la ley de hierro de las políticas bien fundamentadas”, dijo Starmer. Se comprometió a tomar decisiones “difíciles” —lo que significa restricción de gastos y probables aumentos de impuestos— para lograr el crecimiento económico para financiar escuelas, hospitales, caminos, ferrocarriles y más.
“La era paciente, tranquila, decidida de la política como un servicio ha comenzado”, afirmó.
El gobierno apuesta a que los votantes escucharán el argumento de Starmer y darán tiempo al gobierno para mostrar resultados. Pero el nerviosismo con respecto a los errores ha ensombrecido el estado de ánimo entre los miembros, partidarios, políticos y funcionarios laboristas congregados junto al río Mersey en la lluviosa Liverpool para la conferencia, que durará cuatro días.