La falta de luz y gas desordena la vida cotidiana de los cubanos y los obliga a usar el ingenio
Hornillas a carbón, lámparas y ventiladores recargables, paneles solares, baterías de motos adaptadas a televisores, radios a pilas, todo sirve.
En los últimos tiempos los cubanos han aplicado el mayor caudal de inventiva para realizar sus rutinas hogareñas como cocinar, iluminarse o mantenerse informados mientras Cuba atraviesa la peor crisis energética de su historia.
A los cortes de luz de hasta 10 horas diarias se sumó en los últimos meses el desabastecimiento de gas licuado que provee el Estado, ambos utilizados para cocinar.
La mayoría de las viviendas en Cuba no cuentan con gas de red, que alcanza sólo a algunas pocas zonas residenciales en La Habana, por lo que dependen de los cilindros o tanques.
Ante la crisis, agudizar el ingenio
“Los apagones están bastante fuertes y el gas (en falta), tengo que estar corriendo para tener la comida en tiempo”, dijo a The Associated Press Marylin Álvarez Domínguez, una cosmetóloga de 50 años que vive con su marido y sus dos hijas adolescentes en el populoso barrio Bahía.
Antes, la familia preparaba los alimentos en una estufa conectada a un tanque de gas licuado, pero desde diciembre el Estado no lo distribuye, por lo que su esposo fabricó una rústica hornilla eléctrica.
El problema es que la electricidad también se corta.
Cuando eso sucede “cocinamos atrás (en un pequeño patio) con carbón”, expresó con resignación Álvarez. “Como se pueda, en el momento en que se pueda”.
Su esposo Ángel Rodríguez Hernández, de 56 años, un mecánico automotriz, aprovechó también para armar un televisor a partir de una pantalla de una laptop rota y una batería de motocicleta.
“No me dura mucho tiempo (la carga), pero sirve para que mi familia vea televisión o se entretenga en algo”, expresó Rodríguez.
Cuando AP visitó el hogar en medio de un apagón esta semana, la familia se aprestaba a ver una popular novela cubana, un espacio estelar que pocos hogares se pierden luego del noticiero y que coincide con el horario de la cena.
Sin solución a corto plazo
La crisis es tal que la estatal Unión Eléctrica publica diariamente en las redes sociales un comunicado sobre la demanda y disponibilidad máxima de energía, cuya falta también causa problemas en el bombeo de agua y la cobertura de internet.
Por lo general, la demanda es de unos 3.200 megavatios mientras que la disponibilidad alcanza los 1.600 megavatios. Cada día en la hora pico entre el 40% y el 50% del país se queda sin electricidad.
En los últimos ocho meses, hubo además cuatro colapsos del Sistema Energético Nacional en los que toda la isla quedó a oscuras. Semanalmente se da a conocer un cronograma de cortes programados por sector, pero suele haber perturbadoras interrupciones no avisadas.
La semana pasada en la provincia oriental de Guantánamo –adonde el calor alcanza temperaturas extremas-- los horarios de las escuelas se hicieron flexibles para apoyar a las familias. En meses anteriores, se suspendieron las clases en todo el país por la falta de electricidad y centros de trabajos suelen suspender su actividad.
Las peores protestas que se recuerden en la isla en décadas se produjeron en julio de 2021 precisamente en el momento de los primeros apagones. Las manifestaciones dejaron un muerto y cientos de detenidos y desde entonces hubo acciones menores o localizadas en demanda de mejores servicios básicos.
Esta semana, el presidente Miguel Díaz Canel reconoció que la crisis energética es el mayor desafío de su gobierno.
Según expertos y autoridades, la situación crítica se debe a la falta de inversión. El Estado no tiene fondos para comprar petróleo o piezas de repuesto para sus vetustas centrales termoeléctricas, en buena medida por las sanciones de Estados Unidos que presionan por un cambio de modelo político y dificultan el acceso de Cuba al sector financiero internacional.
El gobierno anunció un plan que incluye la instalación de 51 parques solares para 2026 —varias decenas ya inaugurados— y la reparación de generadores con apoyo de China y Rusia, así como la continuidad en la contratación de plantas generadoras flotantes. Pero los especialistas tienen dudas de que esto alcance.
"Falta de petróleo, falta de gas licuado principalmente usado para cocinar, lo que quiere decir mayor consumo de electricidad disponible para la cocción de alimentos. Altas temperaturas de verano y posibles huracanes”, resumió Jorge Piñón, investigador del Instituto de Energía de Universidad de Texas en Austin. “Ni una buena telenovela mexicana te puede pintar una peor situación”, agregó.
Recurrir a otras fuentes de energía
Natividad Hernández, que tiene un poco más de recursos que la familia del reparto Bahía, compró paneles solares, pero como su presupuesto no alcanzó para instalarles baterías sólo puede usarlos de día y en la medida en que haya un poco de corriente para arrancar su funcionamiento. Igual “son una gran solución”, dijo.
“También tengo una planta” de generación recargable, explicó Hernández, jubilada de 61 años que arrienda habitaciones en su casa y ahorra para poder colocar finalmente el resto de la infraestructura solar. “Hay que buscar soluciones porque la situación está muy crítica, tengo gas –un tanque— pero guardado para las crisis grandes”, agregó.
Con el incremento de los apagones, las páginas de compraventa se llenaron de anuncios de ventiladores recargables por el equivalente a 40 dólares, lámparas con cargadores a 20 y hasta estaciones de carga por unos 1.000 —siempre al cambio informal—, importados en su mayoría de Estados Unidos y Panamá por particulares.
Productos casi prohibitivos en un país donde un buen salario estatal mensual puede ascender a entre 18 y 20 dólares en el mercado informal y que muchas familias complementan con remesas.
La severa crisis económica en Cuba comenzó en 2019 con el radical endurecimiento de las sanciones de Estados Unidos, se agudizó con la paralización por la pandemia de COVID-19 y terminó por descontrolarse tras un fallido programa estatal de reforma financiera.
La inflación, la dolarización de las tiendas, el desabastecimiento de alimentos y medicinas y el deterioro de los servicios de salud dieron paso a la mayor ola migratoria de la historia cubana: las autoridades estadounidenses reportaron que desde 2022 hasta el año pasado encontraron o a unos 641.000 cubanos en los pasos limítrofes y cientos de miles más se marcharon a Europa o América Latina.
En las afueras de La Habana, el herrero Edinector Vázquez, de 45 años, tiene más trabajo que nunca.
“Hago hornillas para el carbón; como están las cosas, eso resuelve un gran problema a la población”, comentó a la AP Vázquez, que cobra por cada artefacto el equivalente de 18 dólares al cambio informal. “La situación va cada día más tensa, hay que tratar de buscar la solución y escapar por aquí y por allá", agregó.
Para el experto Piñón, la solución a la crisis “tomaría tiempo, tres, cinco años y mucho dinero, entre 5.000 y 8.000 millones de dólares”.
Mientras tanto, los cubanos esperan con reserva el verano. "Esto está difícil. Va a llegar un momento en el que las ideas se nos van a acabar”, reflexionó Rodríguez.
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