José Antonio Kast, el ultra que se perfila como favorito para la presidencia de Chile
“La tercera es la vencida”, aseguró una y otra vez José Antonio Kast durante su campaña electoral.
Tras acariciar la presidencia de Chile hace cuatro años, cuando fue derrotado en el balotaje por el saliente mandatario izquierdista Gabriel Boric, Kast, uno de los principales exponentes de la extrema derecha latinoamericana, se perfila ahora como el favorito para ocupar el sillón presidencial a partir del 11 de marzo de 2026.
Kast se medirá el próximo domingo con la candidata oficialista Jeannette Jara en una segunda vuelta después de que ninguno lograra la mayoría necesaria para una victoria en primera ronda.
Abogado de 59 años y padre de nueve hijos, es el líder del Partido Republicano, cercano a la formación española VOX, y comparte visiones similares a las expresadas por el expresidente brasileño Jair Bolsonaro y los mandatarios de Estados Unidos, Donald Trump, y Argentina, Javier Milei.
Así como Trump, se ganó la simpatía de casi un 60% del electorado, según apuntan sendas encuestas, gracias a sus propuestas de un “gobierno de emergencia” de tolerancia cero contra la migración y la delincuencia.
Asimismo, ha invocado el modelo de mano dura de Nayib Bukele, cuya mega cárcel en El Salvador llegó a visitar a pesar de las controversias por las denuncias de violaciones de derechos humanos en ese país.
"Todos los chilenos, si debieran votar hoy y tuvieran a Bukele en la papeleta, elegirían a Bukele”, dijo la semana pasada durante un debate televisivo.
Si hace cuatro años Kast fue duramente cuestionado por sus posiciones extremas, como el rechazo a la ley de aborto, al matrimonio igualitario o su postura complaciente con la dictadura militar, esta vez ha moderado su discurso.
Optó por no dar entrevistas y limitó su aparición en los debates. También ha evitado hablar de la llamada agenda valórica y esquivó preguntas como los derechos reproductivos o las libertades individuales —aunque sostiene que su posición "no ha cambiado"—.
En su lugar se ha centrado en el combate a la delincuencia y la migración irregular, las dos principales preocupaciones ciudadanas en un país que se vio golpeado por un aumento de la violencia urbana y donde se calcula haya unos 330.000 inmigrantes sin papeles, que muchos vinculan con el incremento de la delincuencia.
Kast promete un “gobierno de emergencia”, con medidas que incluyen la ampliación de la legítima defensa, la “presunción legal de defensa” en casos críticos e incursiones policiales y militares para recuperar zonas “bajo el dominio del narco”.
Asimismo, propone convertir a la migración irregular en un delito, impulsar las expulsiones masivas y reforzar las fronteras con la construcción de “vallas, muros y zanjas”.
Cambio de prioridades
En 2021 Kast fue el candidato más votado de la primera vuelta pero fue derrotado por Boric en unos comicios marcados por la insatisfacción popular tras las masivas protestas de dos años antes que reivindicaban reformas estructurales y la redacción de una nueva Constitución, en los disturbios más violentos desde el regreso de la democracia en 1990.
Pero cuatro años después, la sociedad chilena pasó por cambios profundos y fue testigo de fenómenos hasta entonces desconocidos —como la llegada del crimen organizado y flujos migratorios sin precedentes— por lo que los "temas de contingencia" son la nueva prioridad.
Debates sobre la democracia, el avance en los derechos de las minorías o las heridas abiertas de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) quedaron relegadas a un segundo plano.
Poco o nada se ha hablado de las controversias en torno del pasado nazi de Kast, quien vio su popularidad desplomarse en los anteriores comicios por su postura complaciente con el legado del régimen de Pinochet —que dejó 40.000 víctimas entre asesinados, detenidos y desaparecidos— y las alegaciones de que su padre había sido nazi.
Pese a su intento por desmentir esas afirmaciones —al sostener que “fue enrolado obligatoriamente”—, una investigación conducida por The Associated Press reveló que su padre, Michael Kast, se había afiliado a los 18 años al partido de Adolf Hitler en una Alemania donde, si bien el servicio militar era obligatorio, la afiliación al partido nazi era voluntaria.
Influyente clan político con lazos con la dictadura
Nacido y criado en Santiago, Kast es hijo de una pareja de alemanes que llegó a Chile en la década de 1950 tras la derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial.
La pareja pronto prosperaría en los negocios y se consolidaría como un importante actor en la transformación ideológica de la derecha chilena a partir de los años setenta.
Siendo el menor de 10 hermanos, Kast confía en seguir con el legado de su influyente clan político. Es hermano del economista Miguel Kast Rist, ya fallecido y quien fue, entre otros cargos, ministro del Trabajo (1980-1982) y presidente del Banco Central (1982) de Pinochet.
Asimismo, es tío del senador Felipe Kast, del exdiputado Pablo Kast y de la exconcejala Bárbara Kast Sommerhoff.
Su trayectoria política comenzó en 1984 cuando ingresó a la Escuela de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
En 1996 ingresó formalmente a la Unión Demócrata Independiente (UDI), un partido de derecha fundado por el abogado Jaime Guzmán, aliado del gobierno militar y mentor de un joven Kast que apenas empezaba su andadura política.
Ese mismo año fue elegido concejal por un periodo de cuatro años y, posteriormente, ejerció como diputado por la UDI por tres mandatos consecutivos entre 2002 y 2014.
Fue en 2017, tras su renuncia al partido un año antes, que Kast se lanzó por primera vez a la carrera presidencial y cosechó menos de 8% de los votos como candidato independiente.
A partir de entonces ganó terreno y desde 2019 se consolidó como una de las figuras políticas más influyentes del país tras fundar, ese mismo año, el Partido Republicano, que agrupa a veteranos militantes derechistas e independientes.





