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“Amenazas sin parangón”: el movimiento antivacunas amenaza con una nueva ola de extremismo

Mientras la policía frustra una serie de complots antivacunas en toda Europa, crece el temor de que la radicalización pueda conducir a la violencia, informa Ahmed Aboudouh

Jueves, 20 de enero de 2022 15:15 EST
Los antivacunas asaltan el centro de pruebas y rastreo y gritan al personal
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En Alemania, los organismos de seguridad frustraron un complot para asesinar a Michael Kretschmer, gobernador de Sajonia, favorable a la vacunación. En Italia, Antonella Viola, destacada experta en inmunología, recibió protección tras recibir una bala y una carta que amenazaba su vida.

En los Países Bajos, la casa de la política Sigrid Kaag fue atacada por un antivacunas con una antorcha. Y en el Reino Unido, el grupo militante antivacunas AMA (Alpha Men Assemble) habría planeado atentar contra la policía, los centros de vacunación y las escuelas.

Las agencias de inteligencia temen que el aumento de las amenazas y las marchas violentas puedan iniciar una nueva ola de extremismo en toda Europa a medida que entran en vigor las vacunas obligatorias y los llamados “pases covid-19”. Los más extremistas de los antivacunas podrían representar un nuevo peligro, según los expertos.

“El riesgo es que, si el movimiento se radicaliza aún más, también puede haber un riesgo de violencia más coordinada, incluyendo el terrorismo”, señala Peter Neumann, profesor de estudios de seguridad en el King’s College de Londres y fundador del ICSR (Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización).

Las teorías de conspiración, difundidas en las redes sociales, sobre los efectos de las vacunas contra el covid-19 reforzaron la decisión de los escépticos de rechazar la misma. Los expertos afirman que la obligatoriedad de la vacunación podría ser una cuestión de vida o muerte para muchos de ellos.

Protesta contra la vacunación obligatoria de covid-19 en París
Protesta contra la vacunación obligatoria de covid-19 en París (Anadolu Agency via Getty Images)

“Si uno cree en verdad que las vacunas son peligrosas y que el programa de vacunación es una conspiración de las élites en la sombra destinada a la despoblación, estas medidas serán percibidas como extremadamente amenazantes”, asevera Jakob Guhl, gerente del ISD (Instituto para el Diálogo Estratégico), un think tank centrado en la lucha contra la polarización, el extremismo y la desinformación.

“Si un genocidio global es inminente, la violencia puede ser vista como una respuesta legítima. Pero, aunque este riesgo es real, los responsables políticos no pueden ser rehenes de las amenazas de violencia”, añade.

Los funcionarios de inteligencia siguen preocupados por las amenazas terroristas yihadistas y de extrema derecha, que han experimentado un relativo descenso en los últimos dos años en comparación con los grandes atentados perpetrados en toda Europa en el apogeo del Estado Islámico (ISIS).

El MI5 dijo en septiembre que un total de 32 complots terroristas de última hora habían sido frustrados en el Reino Unido desde 2017, la mayoría de ellos vinculados a los yihadistas, pero los extremistas de extrema derecha planearon un número creciente de ataques.

La rápida radicalización de los antivacunas presenta a los funcionarios de seguridad en Europa un rompecabezas adicional que resolver. Los antivacunas carecen de cohesión ideológica, ya que hablan en nombre de una mezcolanza de activistas que desconfían de las autoridades. Por ejemplo, el movimiento no tiene un liderazgo unido y se limita a resistir la medida sanitaria impuesta sin conspirar activamente para cambiar la sociedad o el modo de vida de la gente.

“El sentimiento antivacunas es una cuestión interideológica. También se pueden ver narrativas conspirativas y relacionadas con el covid en los grupos que no tienen una inclinación ideológica clara o que apoyan una perspectiva ideológica mixta o borrosa para ganar más adeptos”, afirma la Dra. Jessica White, investigadora sobre terrorismo y conflictos en el RUSI (Real Instituto de Servicios Unidos) de Londres.

“Pero el sentimiento antivacunas y relacionado con el covid no formula una ideología en sí misma”, agrega.

Los movimientos de extrema derecha y los partidos políticos ven cada vez más a los negacionistas del covid-19 y a los antivacunas como una gran reserva de nuevos activistas y potenciales seguidores. Las teorías de conspiración en las redes sociales, la búsqueda de identidad y el alcance de los movimientos antivacunas en toda Europa, significa que podrían convertirse en una fuerza formidable, capaz de ejercer la violencia para perturbar la vida pública. Sus reivindicaciones podrían ser explotadas por los políticos de extrema derecha que ven en la pandemia un impulso a su causa.

“El movimiento contra el confinamiento es mucho más amplio, llega a la corriente principal de la sociedad. Obviamente, no todos los que son antivacunas son necesariamente extremistas o terroristas. Pero su potencial para desestabilizar las sociedades, ya sea mediante la política o la violencia, es mucho mayor”, afirma Neumann.

Hasta ahora, las protestas masivas y las marchas, a veces violentas, siguen siendo la herramienta de los activistas antivacunas. Más de 100.000 personas se manifestaron recientemente en Francia contra las restricciones del gobierno después de que el presidente del país, Emmanuel Macron, dijera que quiere “chin*****” a los no vacunados haciendo obligatoria la vacuna para poder visitar restaurantes, bares, teatros o eventos deportivos.

Los manifestantes respondieron a Macron coreando: “Te chin****mos a ti”.

“Paseo” de los manifestantes antivacunas y de las restricciones por el coronavirus en Bonn, Alemania
“Paseo” de los manifestantes antivacunas y de las restricciones por el coronavirus en Bonn, Alemania (Getty Images)

Los manifestantes se concentraron el sábado contra medidas similares en Alemania, Italia y Austria, donde la policía reportó varios arrestos. Por supuesto, la gran mayoría de estos manifestantes no representan ningún riesgo a largo plazo.

Y a pesar de los complots y enfrentamientos en las marchas, los expertos creen que la violencia que causaría víctimas masivas entre civiles inocentes -uno de los pilares de la estrategia de los yihadistas islamistas- no está todavía en la agenda de los movimientos antivacunas y anticonfinamiento.

“Hasta ahora, también hay pocos indicios de que haya apoyo dentro del movimiento anticonfinamiento para los ataques con víctimas masivas contra civiles”, señala Guhl.

“Para la mayoría, este sentimiento no conduce por sí mismo a la violencia; es a menudo su vinculación con otros puntos de vista extremistas lo que se manifiesta en la violencia en el extremo del espectro”, afirma White.

El grupo no ha afirmado que sus creencias sean superiores a las de los demás. La idea de la minoría selecta común tanto en la extrema derecha como en el extremismo yihadista, basada en la etnia, la religión, el color o la ideología, no era aún evidente en los cánticos y consignas de las marchas contra el confinamiento.

Sin embargo, la rápida propagación de la variante ómicron y el aumento de los casos de covid-19 en la mayoría de los países europeos, así como las estrictas medidas de confinamiento que conllevan, conllevan el riesgo de profundizar la división social en torno a las narrativas contra el confinamiento.

Muchos de los frustrados con las políticas del gobierno podrían recurrir a la violencia apuntando a los funcionarios que las supervisan.

“El volumen de personas implicadas y la intensidad de las amenazas, especialmente contra alcaldes y funcionarios locales, no tiene parangón”, afirma Neumann.

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