Los kazajos niegan las afirmaciones de “terrorismo” por parte del gobierno mientras crece la represión
A pesar de que el gobierno de Kazajistán califica a los manifestantes de “terroristas”, los habitantes de la zona afirman que existe una verdadera furia por la corrupción en este Estado rico en petróleo, reporta el editor de Asuntos Mundiales Kim Sengupta
Los violentos disturbios en Kazajistán han continuado con un creciente número de víctimas mortales, al iniciarse una operación militar “antiterrorista” en la que el autoritario gobernante del país ha dado órdenes de “disparar sin previo aviso” a las fuerzas de seguridad.
Lo que comenzó como una protesta contra el aumento del precio del combustible se ha convertido en una escalada de enfrentamientos armados, lo que hace temer que la lucha se extienda a toda la región, ya que las tropas de la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva), liderada por Rusia, llegaron para vigilar lugares estratégicos.
El despliegue de esta fuerza de unos 3.000 efectivos -la primera de la OTSC, sucesora del Pacto de Varsovia, desde su fundación hace 23 años- es una potente señal de cómo está cambiando el equilibrio de poder, hasta ahora cuidadosamente mantenido, en el Estado postsoviético, en el que Occidente ha invertido económica y políticamente.
Exxon Mobil y Chevron son algunas de las multinacionales que tienen proyectos energéticos en el país. Los funcionarios británicos señalan que el centro financiero internacional de la capital, Astana, y un centro especial de negocios se han desarrollado con normas basadas en el derecho inglés.
El presidente de Kazajistán, Kassym-Jomart Tokayev, ha seguido y reforzado la política de su predecesor, Nursultan Nazarbayev, de mantener estrechos vínculos con EE.UU. y Europa como contrapeso a la influencia rusa. A cambio, los gobiernos occidentales han hecho hasta cierto punto la vista gorda ante los abusos de los derechos civiles por parte del régimen.
La presencia armada del Kremlin en Kazajistán se produce en un momento en el que siguen aumentando las tensiones por la concentración de más de 100.000 soldados rusos en la frontera entre Rusia y Ucrania. Este fin de semana está previsto que se inicien una serie de conversaciones entre funcionarios estadounidenses y rusos, junto con representantes de la OTAN y de Ucrania, en medio del temor de que Vladimir Putin esté preparando una acción militar.
Los funcionarios occidentales están divididos en cuanto a si los acontecimientos en Kazajistán y Ucrania están conectados. Un antiguo diplomático estadounidense, que prestó sus servicios en Asia Central, sostuvo que la situación “da una oportunidad a los rusos de demostrar lo fácil que es tener influencia militar en un país donde EE.UU. tiene muchos intereses energéticos. Puede verse como una advertencia para EE.UU. y sus aliados de que lo que ocurre en Ucrania puede tener repercusiones en otros lugares”.
Sin embargo, varios diplomáticos británicos descartaron cualquier vínculo con Ucrania y sostuvieron que lo que estaba ocurriendo en el estado centroasiático era una distracción para Putin y también un escenario que no quería en las fronteras del sur de Rusia: protestas y desestabilización del estado.
Ante el aumento de la oposición a su gobierno, el presidente Tokayev se hace eco ahora de las afirmaciones de Moscú de que hay una “mano extranjera” detrás de los disturbios. Ha afirmado que “terroristas” entrenados en el extranjero están instigando ataques en la principal ciudad, Almaty, por parte de “20.000 bandidos”.
Tokayev, que ha asumido el papel de hombre fuerte, prometió venganza y rechazó los llamamientos de la comunidad internacional a dialogar con la oposición.
Declaró en un discurso: “En el extranjero se pide a las dos partes que mantengan negociaciones para una resolución pacífica. Qué idiotez. ¿Qué clase de negociaciones se pueden llevar a cabo con criminales? Nos enfrentamos a bandidos armados y bien preparados, tanto locales como extranjeros. Bandidos y terroristas, que deben ser destruidos. Esto sucederá lo más pronto posible”.
Ainar Omarov, un estudiante, describió cómo cambió la naturaleza de las protestas a lo largo de la semana. Describió que, en un principio, las manifestaciones se habían centrado en la repentina subida del precio del combustible, pero que esto cambió a la exigencia de mayores derechos políticos y el fin de la corrupción.
Según Omarov, los enfrentamientos se hicieron más violentos el miércoles por la noche en Almaty. Y continuó: “La policía fue dura y muchos de los manifestantes sintieron que debían defenderse. Muchos edificios del gobierno fueron atacados, pero se trataba de gente enfadada, no de terroristas ni nada parecido”.
Safiya, una activista de 23 años que no quiso que se hiciera público su apellido, también afirmó que el gobierno estaba intentando presentar las protestas como una insurrección.
“Son historias falsas para justificar la dura actuación de las fuerzas de seguridad”, dijo. “Dicen que los manifestantes dispararon armas de fuego. Eso no es cierto: si la gente disparaba armas, entonces tenía sus propios planes, nada que ver con las protestas”.
Funcionarios británicos y estadounidenses afirmaron que no estaba claro si los disparos efectuados por los manifestantes contra las fuerzas de seguridad se produjeron tras el saqueo de las armerías, o si procedían de elementos extremistas, o si estaban implicados partidarios del expresidente Nazarbayev.
Nazarbayev nombró a Tokayev como su sucesor después de renunciar en 2019, aparentemente nombrando a un tecnócrata, pero mantuvo parte del paquete de privilegios que había asumido en sus tres décadas en el poder, incluyendo su posición como presidente del poderoso Consejo de Seguridad.
Tokayev asumió ese papel recientemente de manos de Nazarbayev. También destituyó a Karim Masimov, un aliado de Nazarbayev, como jefe del Comité de Seguridad Nacional, que estaba a cargo de la KNB, la agencia de inteligencia nacional.
Se desconoce el paradero de Nazarbayev, conocido formalmente como el “Líder de la Nación”. El expresidente tiene amplias conexiones con el Reino Unido. En 2011, la empresa de consultoría del ex primer ministro Tony Blair, Tony Blair Associates, firmó un acuerdo para asesorar al gobierno de Kazajistán.
Según un reporte de Chatham House, la familia extendida de Nazarbayev posee propiedades de lujo por un valor de alrededor de ₤330 millones (US$450 millones) en Londres.
Esto incluye una propiedad de ₤140 millones (US$190 millones) en Baker Street y una mansión en The Bishops Avenue, Hampstead. Timur Kulibayev, emparentado por matrimonio con los Nazarbayev, compró Sunninghill Park al príncipe Andrew, pagando, según se afirma, ₤3 millones (US$4,1 millones) por encima de su precio de venta.