Francisco inaugura una clínica en Mongolia; dice que su objetivo es sólo la caridad cristiana
El papa Francisco concluyó el lunes la primera visita de un pontífice a Mongolia con la inauguración de un albergue y clínica para indigentes operado por la Iglesia católica, insistiendo en que ese tipo de iniciativas no pretenden ganar conversos, sino que sólo son un ejercicio de caridad cristiana.
Francisco recorrió la Casa de la Misericordia, una estructura de tres pisos dentro de una antigua escuela, que la Iglesia local abrió como una expresión de las raíces que ha echado en las tres décadas en que la Iglesia ha tenido una presencia oficial en Mongolia. Fue el evento final de una histórica visita de cuatro días a una región donde desde hace mucho tiempo la Santa Sede ha intentado tener incursiones.
Varias de las órdenes religiosas católicas en Mongolia —todas a cargo de personal extranjero— operan albergues, orfanatos y asilos de ancianos para apoyar a una población de 3,3 millones de habitantes, de la que una cada tres personas vive en la pobreza. Pero la nueva clínica para personas sin hogar, personas con discapacidades y víctimas de violencia doméstica pretende mostrar el acercamiento de la Iglesia católica mongola como un todo a su comunidad local.
“El verdadero progreso de una nación no se mide por la riqueza económica, mucho menos por la inversión en el poder ilusorio de los armamentos, sino por su capacidad para proveer para la salud, la educación y el desarrollo integral de su pueblo”, declaró Francisco en el albergue, exhortando a los mongoles ricos y pobres a ofrecerse como voluntarios para ayudar a sus conciudadanos.
En la actualidad, unos 77 misioneros proporcionan atención pastoral a los católicos de Mongolia, que constituyen una de las feligresías católicas más pequeñas del mundo, con sólo unas 1.450 personas. Pero sólo dos hombres mongoles han sido ordenados sacerdotes, y ninguna mujer mongola ha decidido hacerse monja.