Pueblos en el nordeste de España tratan de mantener el agua corriente pese a la grave sequía
Con garrafas de plástico en la mano, Joan Torrent se adentra por una senda entre los árboles en busca de agua potable. Llena las botellas de 8 litros (dos galones) en un manantial y después las carga de vuelta a su casa en Gualba, un pintoresco pueblo cerca de Barcelona, que como muchas poblaciones españolas sufre la peor parte de una sequía récord.
Para Torrent, hacer ese recorrido a por agua varias veces a la semana es un inconveniente menor, pero uno que podría hacerse más habitual conforme España y el resto del Mediterráneo se adaptan al cambio climático.
“Gualba estaba llena, llena, que llena de fuentes. Ahora me parece que queda esta y poco más”, dijo Torrent, jubilado de 64 años mientras hacía uno de sus viaje a la fuente conectada al manantial. “Yo veo que no tenemos conciencia de lo que nos está viniendo encima en general. no tenemos conciencia (...) Desde mi punto de vista, creo que falta más concienciación de la gente de que de que falta agua”.
Las autoridades en la región nororiental española de Cataluña declararon el jueves una emergencia por sequía, ya que los embalses que dan servicio a seis millones de personas, incluida la población de Barcelona, están por debajo del 16% de su capacidad, un mínimo histórico.
Pero Gualba y otras poblaciones pequeñas repartidas por el campo catalán ya llevan meses en crisis. De modo que si bien la población de Barcelona aún no ha sentido el impacto de la sequía, más allá de no poder llenar piscinas privadas y lavar autos, miles de personas en pequeñas poblaciones que dependen de pozos ahora secos ya tienen problemas para conseguir agua potable.
El pueblo de Gualba, según el acervo popular, significa “agua alba” debido a los arroyos que fluyen desde el monte Montseny que se alza ante el pueblo. Esta localidad acomodada de unos 1.500 vecinos, lleva desde diciembre sin agua apta para beber, cuando el embalse local bajó tanto que el agua dejó de ser potable y sólo sirve para lavar la ropa y los platos. La mayoría de los vecinos tiene que ir en auto a otra población para comprar agua embotellada.
“Por la tradición de agua en Gualba, nadie habría pensado que llegaríamos a situación tan critica”, explicó Jordi Esmaindia, vicealcalde de Gualba.
España ha tenido tres años de lluvias por debajo de la media, además de temperaturas récord, y se espera que las condiciones no hagan más que empeorar gracias al cambio climático, que según los expertos calentará la región mediterránea más rápido que otras zonas del planeta.
Los embalses alimentados por los ríos Ter y Llobregat en el norte de Cataluña, han caído al 15,8% de su capacidad, a pesar de que su media de 10 años es del 70%. Sólo la cuenca del río Guadalete-Barbate, en el sur de Andalucía, que enfrenta una situación y restricciones similares, tiene un porcentaje peor con un 14,6%. España en su conjunto tiene sus reservas a un 50%.