Científicos alertan: la categoría 6 podría convertirse en el nuevo estándar de huracanes
El cambio climático provocado por el ser humano está haciendo que huracanes como Melissa sean más intensos, veloces y peligrosos para la vida
¿Creías que un huracán de categoría 5 era lo más extremo? Es hora de reconsiderarlo.
Tras arrasar Jamaica y Cuba, el huracán Melissa se interna en el Atlántico, y algunos científicos advierten que ya estamos entrando en la era de los huracanes categoría 6.
Impulsadas por el cambio climático causado por la actividad humana, estas tormentas son más intensas, se fortalecen con una velocidad sin precedentes y avanzan a gran velocidad. Los expertos señalan que provocan vientos capaces de arrancar techos y marejadas que inundan comunidades costeras con varios metros de agua, que puede tardar días en retirarse, incluso cuando la tormenta ya se ha alejado.
Los huracanes ya están superando el límite superior de la escala Saffir-Simpson, que mide la intensidad del viento y los daños que puede causar. Esta escala, que llega hasta la categoría 5, clasifica como “catastróficos” a los vientos sostenidos de unos 252 km/h. Sin embargo, desde 2013 al menos cinco ciclones tropicales habrían calificado como categoría 6 si esa clasificación existiera.
Cada vez más expertos consideran que la escala actual se ha quedado corta frente a la realidad climática, y el paso del huracán Melissa esta semana parece confirmar esa sospecha.

El huracán de categoría 5 —el más devastador en la historia de Jamaica— estuvo cerca de alcanzar la categoría 6, según explicó el climatólogo Michael Mann, profesor distinguido del Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad de Pensilvania, en una entrevista con The Independent.
Se ha propuesto que esta nueva categoría incluya huracanes con vientos sostenidos de más de 300 km/h, capaces de provocar daños muy superiores a los que pueden resistir las estructuras construidas bajo los estándares actuales de categoría 5.
“No descartaría que, en el análisis posterior a la temporada, se ajusten las estimaciones de viento y posiblemente se superen los umbrales de una ‘categoría 6’”, dijo por correo electrónico, coincidiendo en que estas tormentas sobrealimentadas se están convirtiendo en la nueva normalidad y que es necesario replantear la forma en que se clasifican.
“Mientras sigamos usando métricas basadas en la velocidad del viento, ya no tiene sentido —ni desde lo matemático, ni desde lo económico o social— limitar artificialmente la escala en la categoría 5”, agregó.
Incluir una categoría 6 en la escala Saffir-Simpson, vigente desde 2010, permitiría reconocer los crecientes efectos del cambio climático sobre los huracanes, incluido el mayor riesgo de daños que provocan tormentas más intensas, explicó a The Independent Katharine Hayhoe, científica jefe de The Nature Conservancy.

Hayhoe considera que también podría ser necesario rehacer por completo la escala para incorporar el factor de las precipitaciones, responsables de la mayor parte del impacto económico que dejan los huracanes.
“El debate sobre si agregar o no una categoría 6 a la escala Saffir-Simpson pierde de vista el panorama general, porque ahora estamos viendo que los daños por inundaciones son, como mínimo, igual de problemáticos —y posiblemente más— que los causados por el viento”, señaló Hayhoe.
Sin embargo, no todos los científicos están de acuerdo en que sea necesario ampliar la escala, e incluso algunos no tienen una postura firme al respecto.
“No creo que necesitemos una categoría 6. Que una zona quede inhabitable durante semanas o meses ya es lo peor que puede causar un huracán”, declaró el meteorólogo Phil Klotzbach, de la Universidad Estatal de Colorado, en un correo a The Independent.
“La escala Saffir-Simpson existe desde hace décadas”, explicó Zachary Handlos, director del programa de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas en la Universidad Tecnológica de Georgia, al medio WCNC. “Si la cambiamos, será difícil comparar tormentas nuevas con antiguas, a menos que reanalicemos todos los datos pasados. Estaríamos modificando el estándar de lo que consideramos un huracán ‘mayor’”.
Por su parte, el meteorólogo Jeff Berardelli escribió en X (antes Twitter): “No tengo una postura firme a favor o en contra. Pero si seguimos viendo tormentas que están en otra liga, necesitamos una forma de diferenciarlas, por así decirlo”.
Cómo podría lograrse eso aún no está claro. Lo que sí es evidente es que el cambio climático está volviendo más frecuentes las tormentas que se intensifican con furia, como Melissa, y eso representa una amenaza cada vez mayor para la humanidad.

Melissa fue una de las tormentas que más rápido se intensificaron en la historia y empató como la más poderosa del Atlántico Norte en términos de velocidad del viento y presión atmosférica.
Un estudio reciente del Imperial College de Londres determinó que el cambio climático provocado por el ser humano hizo que Melissa fuera cuatro veces más probable, además de aumentar su velocidad de viento en unos 18 km/h.
El aumento de la temperatura en los océanos es uno de los factores que está intensificando los vientos de los huracanes, explicó Daniel Gilford, meteorólogo y científico atmosférico de Climate Central, en declaraciones a The Independent
“En el caso de Melissa, descubrimos que el calentamiento adicional del océano incrementó su intensidad en aproximadamente 16 kilómetros por hora, lo que la llevó a alcanzar vientos sostenidos máximos de casi 300 km/h”, señaló.

“Estamos en una etapa en la que estas tormentas ya se ubican en lo más alto de nuestra escala en cuanto a intensidad, según los parámetros de la escala Saffir-Simpson”, explicó Gilford.
Y, a menos que se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, producidas en gran parte por la industria de los combustibles fósiles, estas amenazas seguirán empeorando.
“Nos tocó vivir en el mundo que tenemos ahora. Estamos atrapados con el calentamiento que ya hemos experimentado: cerca de 1,3 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales. Esa será la temperatura con la que conviviremos durante nuestras vidas”, afirmó Gilford. “Pero aún podemos evitar que el problema empeore más. Si actuamos de inmediato para reducir nuestras emisiones, podemos limitar lo que viene”.
Traducción de Leticia Zampedri






