Científicos descubren la causa de la pequeña edad de hielo en Europa a finales de la era medieval
El cambio en las corrientes oceánicas, similar a los fenómenos que se ven hoy en día, es la causa probable detrás del enfriamiento sustancial, dicen científicos de EE.UU.
Después de una era conocida como periodo cálido medieval, las temperaturas en Europa a inicios del siglo XV cayeron drásticamente, en lo que se conoce como la pequeña edad de hielo.
Este notable periodo frío provocó un incremento de la glaciación en las montañas, expansión del hielo marino en algunas áreas, malas cosechas, hambrunas y enfermedades en toda Europa.
Estos veranos poco confiables fueron seguidos por duros inviernos, en los que los ríos y canales se congelaron de forma habitual. En el Reino Unido, se llevó a cabo la primera “feria de hielo” del río Tames en 1608, convirtiéndose casi en un evento anual, hasta su última edición en 1814.
No se consideraba que la pequeña edad de hielo se debiera a un periodo global de glaciación, pero su causa exacta sigue siendo incierta.
Hay varias explicaciones, incluyendo los elevados niveles de actividad volcánica, la reducida actividad solar, el impacto de la peste negra, que redujo la población humana, y el impacto de las enfermedades europeas en las poblaciones sudamericanas, lo cual a su vez afectó las tasas de deforestación y reforestación.
Pero los científicos de la Universidad de Massachusetts ahora creen haber encontrado un factor clave por el que las temperaturas se desplomaron hasta su punto más frío en 10.000 años
“Sorprendentemente, el enfriamiento parece haber sido desencadenado por un episodio inusualmente cálido”, señalaron los investigadores.
El descubrimiento se produjo luego de que el autor principal, Francois Lapointe, un investigador postdoctoral y profesor de geociencias en dicha universidad, y Raymond Bradley, distinguido profesor de geociencias de la misma institución, encontraran nueva información que sugería un rápido cambio en la temperatura del mar.
Su trabajo anterior, una reconstrucción de 3.000 años de las temperaturas de la superficie del Atlántico norte, reveló un súbito cambio de condiciones muy cálidas a finales del siglo XIV a un frío sin precedentes a inicios del siglo XV, apenas 20 años después.
Utilizando varias fuentes para obtener detallados registros marinos, el doctor Lapointe y el profesor Bradley descubrieron que hubo una transferencia de agua cálida hacia el norte inusualmente fuerte a finales del siglo XIV, que alcanzó su máximo alrededor de 1380.
Como resultado de esto, las aguas al sur de Groenlandia y los mares nórdicos se volvieron mucho más cálidos de lo normal.
“Nadie ha reconocido esto antes”, comentó el doctor Lapointe.
Los investigadores señalaron que por lo general siempre hay una transferencia de agua cálida de los trópicos al Ártico.
Este es un proceso bien conocido llamado Circulación de vuelco meridional del Atlántico (AMOC), que es como una banda transportadora planetaria.
Cuando funciona normalmente, el agua cálida de los trópicos fluye hacia el norte a lo largo de la costa del norte de Europa, y cuando alcanza altitudes más altas y se encuentra con las aguas más frías del Ártico, pierde calor y se vuelve más densa, hundiéndose en el fondo del océano.
Este conjunto de aguas profundas luego fluye hacia el sur a lo largo de la costa de Norteamérica y sigue circulando por todo el mundo.
Pero a fines del siglo XIV, el AMOC se fortaleció significativamente, lo que significa que todavía más agua cálida viajó hacia el norte, lo que a su vez provocó una rápida pérdida de hielo ártico.
En el transcurso de unas cuantas décadas a fines del siglo XIV e inicio del XV, grandes cantidades de hielo fueron arrojadas al Atlántico Norte. Este hielo extra no solo enfrió sus aguas, sino que también diluyó su salinidad, causando en última instancia que colapsara el AMOC. Este colapso de la banda transportadora es lo que desencadenó el enfriamiento sustancial, observaron los investigadores.
Lo que es más, ahora podría estar en marcha un proceso similar.
Entre las décadas de 1960 y 1980, también se vio un rápido fortalecimiento del AMOC, lo que se ha vinculado a una persistente alta presión en la atmósfera sobre Groenlandia.
El doctor Lapointe y el profesor Bradley creen que esta misma situación atmosférica ocurrió justo antes de la pequeña edad de hielo, pero ¿qué podría haber ocasionado este evento de alta presión persistente en los años de 1380? La respuesta, plantea el doctor Lapointe, puede encontrarse en los árboles.
Los investigadores compararon sus hallazgos con un nuevo registro de actividad solar revelado por isótopos de radiocarbono preservados en los anillos de los árboles, y descubrieron que a finales del siglo XIV hubo una actividad solar inusualmente alta.
Agregaron que tal actividad solar tiende a crear alta presión atmosférica sobre Groenlandia.
Al mismo tiempo, en la Tierra estaban sucediendo menos erupciones volcánicas, lo que significa que había menos ceniza en el aire. Una atmósfera “más limpia” significó que el planeta respondía mejor a los cambios en la radiación solar.
“Por lo tanto, el efecto de la alta actividad solar en la circulación atmosférica en el Atlántico Norte fue particularmente fuerte”, mencionó el doctor Lapointe.
Respecto a la cuestión de si podría surgir ahora una segunda pequeña edad de hielo, el doctor Lapointe y el profesor Bradley dijeron que actualmente hay mucho menos hielo marino en el Ártico debido a la crisis climática, por lo que un suceso como el del siglo XV, que involucre el transporte de hielo marino, es improbable.
“Sin embargo, tenemos que estar atentos a la acumulación de agua dulce en el mar de Beaufort, al norte de Alaska, que ha incrementado 40 por ciento en las últimas dos décadas”, apuntó el doctor Lapointe.
“Su exportación al Atlántico Norte subpolar podría tener un fuerte impacto en la circulación oceánica. Asimismo, los periodos persistentes de alta presión sobre Groenlandia en verano han sido mucho más frecuentes durante la pasada década y están vinculados con un derretimiento de hielo sin precedentes.
“Los modelos climáticos no reflejan estos sucesos confiablemente, por lo que podríamos estar subestimando la pérdida de hielo futura de la capa de hielo, a medida que más agua dulce entra al Atlántico Norte, provocando potencialmente un debilitamiento o el colapso del AMOC”.
Los autores dijeron que ahora existe “una necesidad urgente” de más investigación para abordar estas incertidumbres.
La investigación está publicada en la revista Science Advances.