Denuncian altas temperaturas para trabajadores agrícolas en invernaderos en EEUU
Para cosechar tomates, pimientos y pepinos, cortar hierbas, y podar y propagar suculentas, hay personas en Estados Unidos que trabajan bajo condiciones de calor y humedad opresivos. Algunas exprimen camisas empapadas de sudor. Otras lidian con dolores de cabeza, mareos y náuseas. Unas más sufren colapsos. Algunas están al borde del agotamiento, con jadeos y la espalda tensa.
Muchas lo hacen no en campos agrícolas, sino en interiores, bajo los techos de invernaderos. En estructuras diseñadas para controlar el entorno en el que crecen las plantas, algunos trabajadores describieron casos de humedad con temperaturas que a veces superaban los 37 grados Celsius (100 grados Fahrenheit).
“Pues el calor insoportable y la humedad es igual a los gases”, dijo Estela Martínez en español sobre los seis años que trabajó en un invernadero en Florida. “Yo creo que fue donde adelgacé demasiado porque las playeras salían mojadas, mojadas del calor que hacía adentro”.
El número de trabajadores en invernaderos y viveros ha aumentado en más de 16.000 personas en los últimos años, según datos del último censo agrícola de Estados Unidos. Algunos trabajan en operaciones convencionales como viveros comerciales, otros en startups de moda que promocionan la agricultura bajo techo, llamándola una solución al cambio climático.
Los datos, junto con historias de 10 trabajadores actuales y anteriores de invernaderos contactados por The Associated Press, muestran una población creciente de trabajadores que son cada vez más vulnerables a enfermedades, lesiones y muerte relacionadas con el calor a medida que aumentan las temperaturas globales y los invernaderos se vuelven más populares. Trabajan en un área grisácea: son trabajadores de interiores y agrícolas, pero no siempre se les incluye en las iniciativas para proteger a estos últimos.
Pero dado que es posible controlar las condiciones de los invernaderos, y muchas empresas incluyen invernaderos en sus discursos promocionales con la promesa de una agricultura realizada en interiores, los trabajadores e investigadores quieren protecciones y que se hagan cumplir.
En esas condiciones sofocantes, los trabajadores que corren mayor riesgo son los que no reciben suficiente tiempo para tomar descansos al aire libre o en ambientes más frescos, con turnos que no son asignados más temprano o más tarde en el día durante el verano y que tienen gerentes que ignoran sus preocupaciones.
“Muchas veces nosotros no salimos a refrescarnos (ni siquiera) un ratito. No es porque no queramos hacerlo, sino porque tenemos miedo de que nos despidan o tenemos miedo de que ya no nos den trabajo”, dijo Eulalia Mendoza en español. Mendoza trabajó en un invernadero en Oxnard, California, durante los últimos tres años de su carrera de 25 años en la agricultura.
“No tenemos opción”, agregó. “Esa es la realidad”.
El calor y la humedad, una combinación peligrosa
Durante el tiempo que ha pasado en el sector, Mendoza cosechaba pepinos en un invernadero donde la temperatura podía alcanzar de 41 a 46 ºC (105 a 115 ºF) en verano, contó. “Salías casi con la ropa bañada de sudor, como si te hubieran mojado en agua”, recordó. El trabajo agotador, sumado al calor y la humedad extremos, a menudo provocan estrés por calor.
“Muchos de nosotros no sabíamos identificar la insolación”, agregó Mendoza.
Recordó un día caluroso en el que sintió dolor de cabeza y náuseas antes de que el invernadero se pusiera de color amarillo. Había dejado de sudar y la llevaron afuera en un carrito destinado a transportar al aire libre a los trabajadores que sufrían un golpe de calor. Le aplicaron hielo y paños fríos en la cabeza, le quitaron los zapatos y la sudadera, el sombrero y la mascarilla que llevaba. Cuando se recuperó, la enviaron a casa.
“Eso sucede todos los días”, dijo Mendoza, y añadió que la primera vez que sintió una enfermedad por calor, unos cinco colegas más estaban sentados afuera con síntomas similares. La segunda vez eran aproximadamente una docena.
Isabel Rosario Velasco, quien trabaja en un invernadero en el condado San Diego, describió síntomas similares. “A veces en tiempo que hace mucho calor sí duele la cabeza y se siente uno mareado ... siente uno como que no puede respirar”, señaló.
Un trabajador de la startup de agricultura vertical AppHarvest —que ahora está en bancarrota— también recordó haberse desmayado en los invernaderos calurosos. El trabajador, quien habló a condición de guardar el anonimato por temor a sufrir represalias, dijo que “todo empezó a venírseme encima”. Él y otros dijeron que las temperaturas frecuentemente alcanzaban los 45 ºC (113 ºF). “Me tambalee y me sostuve, pero tuve que sentarme y me escoltaron afuera”. A los 20 minutos de entrar al invernadero, otro colega se desmayó, reportó.
El calor combinado con la humedad dificulta que el sudor se evapore para enfriar el cuerpo, y eso crea un escenario potencialmente más peligroso.
Si bien las personas pueden aclimatarse a algunas de estas condiciones, la persistente idea errónea de que ciertos grupos raciales pueden tolerar mejor el calor es totalmente falsa, explicó Bharat Jayram Venkat, profesor y director fundador del Heat Lab (Laboratorio de Calor) de la Universidad de California, campus Los Ángeles (UCLA).
En todo caso, las personas negras, latinas y otras de comunidades no blancas son más vulnerables al calor extremo porque es más probable que tengan ingresos más bajos, no dispongan de aire acondicionado en casa o vivan en áreas más cálidas, agregó.
Rebecca Young, directora de programas de la organización activista sin fines de lucro Farmworker Justice, ha oído hablar de viviendas para trabajadores agrícolas que pueden carecer de sombra, aire acondicionado y tener mala ventilación.
Poca investigación o regulación y más trabajadores
Entre 2010 y 2019, las operaciones de viveros e invernaderos casi duplicaron la contratación de titulares de visas agrícolas H-2A, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). Pero sin algunas protecciones jurídicamente vinculantes, su capacidad para alzar la voz sobre las condiciones laborales se vuelve más difícil.
No existen protecciones federales contra el calor para los trabajadores agrícolas en Estados Unidos, ni tampoco directrices federales que exijan específicamente que los invernaderos midan la temperatura y la humedad, aunque el gobierno del presidente Joe Biden propuso recientemente una regla para que los lugares de trabajo tomen medidas respecto al calor.
La filial en California de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA, por sus siglas en inglés) aprobó recientemente regulaciones respecto al calor en interiores, y varios otros estados tienen sus propias reglas para la prevención de enfermedades causadas por el calor. Pero hacer cumplir estas normas puede ser complicado: por ejemplo, los trabajadores tienen derecho a un descanso de 10 a 15 minutos, pero ese lapso puede ser demasiado corto para que puedan quitarse y ponerse su equipo adecuadamente, por lo que podrían permanecer en el interior para asegurarse de estar de regreso a tiempo para trabajar.
Cuando Mendoza trabajaba en un invernadero, le tomaba unos 10 minutos caminar desde su área de trabajo hasta un zona bajo la sombra para tomar un descanso, luego otros dos o tres minutos quitarse la ropa de trabajo y las cubiertas de plástico de los zapatos. Para entonces, su descanso había terminado. “Entonces normalmente lo que hacíamos era no salir afuera”, informó. “Lo que hacíamos era tomar el ‘break’ adentro del mismo invernadero … y solamente (salir para) la hora" del almuerzo, agregó.
La OSHA sólo tiene en su base de datos dos quejas formales sobre estrés por calor específicamente en invernaderos, una de 2005 y otra de 2017. Eso podría reflejar las preocupaciones de los trabajadores sobre la posibilidad de sufrir represalias si reportan condiciones laborales que ponen en peligro su vida, dijo Abigail Kerfoot, abogada sénior del Centro de los Derechos del Migrante, una organización activista. Hizo referencia a lo que ella llama “problemas estructurales” con las visas temporales y la subcontratación de mano de obra de migrantes en Estados Unidos.
Kerfoot agregó que ha visto intentos por parte de los empleadores de invernaderos de “distanciarse de la responsabilidad hacia sus trabajadores mediante el uso de acuerdos de subcontratación”, lo que en esencia significa que no son directamente responsables de sus trabajadores.
Entre 2012 y 2022 murieron 418 personas por exposición al calor relacionada con el trabajo en todos los sectores económicos de Estados Unidos, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales.
Hay poca investigación que documente las condiciones laborales de los trabajadores de invernaderos. Muchos de los estudios que existen se realizan en países fuera de Estados Unidos.
Pocas capacitaciones para los más vulnerables
Era el verano de 2020 en el condado Orange, California, cuando Emily Hernández comenzó su primer trabajo en un invernadero. Recordó la humedad y el “calor intenso” que experimentaba 40 horas a la semana mientras intentaba desyerbar y trasplantar rápidamente los “cientos y cientos” de suculentas que le habían encomendado.
La presión de trabajar rápido le provocaba ansiedad, y con frecuencia tenía contracturas en la espalda por agacharse. Pero el calor, dijo, era la peor parte.
Hernández contó que, en las cinco semanas que trabajó allí, nunca recibió capacitación sobre seguridad térmica a pesar de que las temperaturas podían elevarse a cerca de 32 ºC (90 ºF). “Fue una especie de aprendizaje sobre la marcha”, dijo Hernández.
Los que le dieron consejos de seguridad y comodidad fueron sus colegas: trae un ventilador. Y una silla. Mantén una botella de agua en el congelador y otra contigo siempre.
“Realmente no había ninguna preocupación por la seguridad en ese sentido”, añadió Hernández. “Cuando mencioné el tema, hubo una reunión de la empresa sobre no quejarse del calor”.
Las universidades con invernaderos hacen las cosas de manera diferente. En la Universidad de California, plantel de Davis, los estudiantes, el personal y los investigadores deben tomar capacitaciones sobre seguridad en invernaderos que cubren protección contra enfermedades causadas por el calor, reducción de lesiones, orientación para casos de emergencia y el estándar federal de protección a los trabajadores.
La mayoría de los invernaderos del campus enfrían o calientan el ambiente automáticamente a determinadas temperaturas, según Bill Werner, exdirector principal de invernaderos de la Facultad de Ciencias Agrícolas y Ambientales de la UC en Davis. En los días con temperaturas de 38 ºC (100 ºF), se pide a los investigadores que trabajan por las mañanas en los invernaderos más antiguos mantenerse hidratados y tomar descansos en áreas frescas. Varios complejos también cuentan con zonas bajo la sombra y puestos de agua potable fría.
Si bien los invernaderos comerciales y de investigación comparten objetivos similares de crear ambientes de crecimiento óptimos para las plantas, una diferencia considerable es la cantidad de tiempo que las personas pasan en ellos.
Al igual que Hernández, con frecuencia los trabajadores agrícolas trabajan ocho horas o más al día, cinco o más días a la semana dentro de invernaderos comerciales. En la UC en Davis, la gente pasa un promedio de 15 minutos a una hora diaria dentro de los invernaderos, reportó Werner, aunque pueden permanecer allí durante horas si recopilan datos o configuran un proyecto.
“No creo haber visto nunca a nadie aquí durante ocho horas seguidas”, agregó.
¿Pueden los invernaderos ser todavía una solución climática?
En lo que se suponía que sería un “sistema alimentario resistente al clima”, los trabajadores dicen que las temperaturas frecuentemente alcanzaban los 45 ºC (113 ºF). Eso fue dentro de las instalaciones de AppHarvest, una ambiciosa startup respaldada por la conductora televisiva Martha Stewart con muchos invernaderos enormes de tomates en un zona rural de Kentucky que en su promoción decía ser una solución frente al cambio climático.
Los trabajadores dicen que vieron a colegas ser sacados en camillas improvisadas y a docenas más ser ayudados por otros para salir al exterior.
“Comencé a enfermarme mucho por el calor. Y mi cuerpo empezó a fallarme”, dijo un trabajador, quien habló a condición de guardar el anonimato por temor a sufrir represalias. “Y cuando me desmayé y volví a casa ese día, me quedé allí acostado, y pensaba: ‘No puedo seguir haciendo esto’”.
No era sólo el calor del verano el que causaba estas condiciones: varios trabajadores de AppHarvest dijeron que en la empresa abundaba la mala administración. Reportaron que hubo un par de repeticiones de medidas de orientación para los trabajadores, pero eran “aburridas y elementales” y no cubrían adecuadamente la seguridad en los invernaderos. Algunos reportaron que a veces no podían mantener botellas de agua en el invernadero porque podían golpearse contra las plantas y dañar la fruta, o porque se veían mal cuando llegaban visitantes en recorridos.
Un trabajador anónimo contratado que anteriormente trabajó en AppHarvest dijo en español que en los invernaderos de la empresa había “una plaga de ratones”.
AppHarvest, que ya se declaró en quiebra, no respondió a una lista detallada de preguntas sobre estos problemas, aunque su informe de sostenibilidad de 2021 incluía una sección dedicada a los salarios, prestaciones, trayectorias profesionales y seguridad de los empleados. “Nada se puede cultivar sin la gente que tenemos”, afirma el informe, que cita al director sénior de salud y seguridad ambiental de entonces. “Debemos proteger nuestro mayor activo, que son las personas”.
Otras empresas de cultivo en interiores sostienen que, con la gestión adecuada, el cultivo en invernaderos es una solución climática prometedora.
“Se tiene el cambio climático, que está exacerbando los problemas para los productores en exteriores”, dijo Steve Bradley, presidente de Cox Farms, una empresa de cultivo en interiores a base de invernaderos. Dice que, debido a que los invernaderos protegen a los cultivos del calor extremo, su empresa ha hecho “que el cultivo quede desvinculado de estos patrones climáticos externos”.
Bradley explicó que sus invernaderos modernizados tienen la tecnología para tener un clima completamente controlado.
Las temperaturas diurnas en sus invernaderos actuales oscilan entre los 21 y 29,5 ºC (70 y 85 ºF), y los niveles de humedad promedian aproximadamente el 80%, según la empresa. El verano trae consigo temperaturas de entre 28 y 29,5 ºC (82 a 85 ºF), pero cuando el equipo falla, pueden elevarse a 35 ºC (95 ºF). Para responder al calor excesivo, ajustan los horarios de los trabajadores y hacen que comiencen más temprano en la mañana, con una pausa a mediodía durante el pico de calor, y que regresen por la tarde, cuando las temperaturas bajan, reportó la compañía.
Aaron Fields, vicepresidente de agricultura de Eden Green —una empresa de agricultura vertical en invernaderos con sede en Texas—, dijo que las temperaturas en sus invernaderos oscilan regularmente entre 21 y 27 ºC (70 a 80 ºF), pero pueden ser más altas durante el verano, a veces por encima de los 32 ºC (90 ºF). Hace unos años, cambiaron los horarios de verano de sus trabajadores a más temprano en el día para que no laboren en el interior en las horas más calurosas.
Fields añadió que es importante estar capacitado para identificar los síntomas del estrés por calor, trabajar en un sistema de compañerismo y mantenerse hidratado.
Él cree que la cultura de las startups de invernaderos de “alta tecnología”, que puede incluir a líderes y fundadores sin experiencia agrícola previa, ha llevado a algunos a pasar por alto la importancia de las condiciones laborales. “Desafortunadamente, algunas de estas eran protecciones de seguridad o cosas que pasan desapercibidas ... (y) esas se convirtieron en las últimas prioridades”, agregó.
Se trata de establecer reglas para proteger a los trabajadores, explicó Young, de Farmworker Justice. Cuando las temperaturas son monitoreadas; cuando los trabajadores reciben descansos, agua y capacitación adecuados; cuando no están atrapados en el interior con residuos de pesticidas demasiado pronto después de su aplicación, entonces el cultivo en invernaderos puede considerarse sostenible por igual para los seres humanos y la agricultura.
“Un invernadero puede ser un lugar de trabajo muy saludable”, opinó Young. “Es como pensar: ‘¿Cómo podemos interactuar con el clima que nos rodea de una manera que mantenga a las personas y los alimentos que comemos sanos y seguros?'”.
Si bien existe tecnología y buenas prácticas para garantizar que los trabajadores estén seguros y cómodos en los invernaderos, muchos no pueden elegir los entornos en los que pasan gran parte de sus días.
“No tenemos opción de escoger un trabajo”, dijo Mendoza. “O sea, es lo que hay y es lo que tenemos que aceptar”.
_____
Pineda informó desde Los Ángeles.
____
La cobertura climática y ambiental de The Associated Press recibe el apoyo de varias fundaciones privadas. La AP es la única responsable de todo el contenido.