Mensaje de Biden a los demócratas: Aprueben la infraestructura por el bien de la democracia
Mientras el presidente se dirige a Europa, quiere demostrar que la democracia aún puede funcionar y ser funcional
La reunión del presidente Joe Biden con los demócratas de la Cámara de Representantes después de que anunciara el marco de la administración para su enorme proyecto de ley de gasto social fue aparentemente para calmar los temores de los demócratas progresistas de que su proyecto de ley fuera suficiente y para instarles a aprobar un proyecto de ley bipartidista de infraestructuras que el Senado autorizó a principios de este año.
Pero su mensaje a los demócratas el jueves por la mañana elevó aún más las apuestas para un presidente cuyo índice de aprobación ha caído significativamente: hay que avalar la legislación para inspirar confianza en la democracia.
El mensaje llegó antes de que Biden se dirigiera a Roma para la cumbre del G20 y luego a Glasgow para la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas. Es una prueba temprana para Biden, ya que muchos líderes mundiales todavía no están seguros de si la democracia estadounidense puede sostenerse después de la caótica presidencia de su predecesor Donald Trump, que terminó en un disturbio en el Capitolio.
Más recientemente, también es una prueba para él después de que muchos líderes europeos expresaran sus dudas luego de que Afganistán cayera en manos de los talibanes en medio de la reducción de las operaciones militares de Estados Unidos en la nación en la que había combatido una guerra durante casi 20 años.
Estos dos acontecimientos juntos han llevado a muchos a preguntarse si se puede seguir confiando en Estados Unidos, que surgió tras dos guerras mundiales como una superpotencia.
Biden, un senador de larga trayectoria que construyó su credibilidad como presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado y luego como vicepresidente de Barack Obama, quiere esencialmente tranquilizar al mundo de que su país aún puede realizar las tareas más básicas.
“Dejó muy claro que su deseo es poder desmentir a los Vladimir Putin del mundo que dicen que ‘las democracias no pueden hacer nada, que estamos obsoletos, que somos el modelo de ayer, que somos disfuncionales’”, dijo el representante Gerry Connolly, demócrata de Virginia. “Básicamente se comprometió con nosotros a ‘ayudar a demostrar que está equivocado, denme ese proyecto de ley’, con el entendimiento de que el proyecto de ley es el siguiente y tenemos un acuerdo marco sólido que está pactado”.
Putin, que ha convertido lentamente a Rusia en una autocracia durante su presidencia, se ha relamido ante cualquier indicio de inestabilidad en Estados Unidos.
Tras los disturbios en el Capitolio, Maria Zakharova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, calificó el sistema democrático estadounidense de “arcaico, no cumple los estándares democráticos modernos, está abierto a numerosas violaciones, y los medios de comunicación estadounidenses se han convertido en una herramienta en la lucha política”.
Asimismo, este verano, Putin se refirió a las protestas de Black Lives Matter después de que la policía de Minneapolis asesinara a George Floyd, un hombre afroamericano, el año pasado.
Ahora, Biden parece querer demostrar que la democracia estadounidense sigue siendo una alternativa viable a regímenes autoritarios como China o Rusia.
Al final, algunos demócratas sostienen que el partido tiene que darse cuenta de que sus propias cuestiones favoritas son minúsculas en comparación con la necesidad de preservar la reputación de la república.
El representante Tom Malinowski, de Nueva Jersey, ha defendido la eliminación de un límite a las deducciones por impuestos estatales y locales (SALT) que se pusieron en marcha durante el proyecto de ley de recorte de impuestos de la administración Trump en 2017. Pero Malinowski, que fue secretario de Estado adjunto para la democracia, los derechos humanos y el trabajo en la administración de Obama, comentó que importarían poco si no quedara democracia.
“Mira, estamos tratando de salvar nuestra democracia”, mencionó. “Por mucho que me preocupe el contenido de estos proyectos de ley, y uno de los contenidos que me preocupa es el SALT, lo más importante es que, a partir de hoy, demostremos a la gente a la que representamos que este gobierno todavía funciona, que la democracia todavía funciona frente a un partido de la oposición que no cree en nada, que está tratando de derribar el sistema, que se alimenta del cinismo”.
Pero con el Partido Republicano totalmente embelesado con Trump -salvo un puñado de cargos electos que han sido tachados de herejes- las divisiones del Partido Demócrata son legítimas y muestran los dolores de parto del gobierno, ya que algunos demócratas preferirían votar primero el proyecto de ley que aprobó el Senado de forma bipartidista.
Mientras tanto, algunos demócratas más progresistas sostienen que su proyecto de ley de gasto social masivo debe ser puesto en texto primero y recibir una votación al mismo tiempo. Junto con las necesidades tradicionales de infraestructura, como carreteras, puentes y transporte público, también incluye disposiciones para el bienestar social, como la educación preescolar, la atención domiciliaria para personas con discapacidades y ancianos, y disposiciones para combatir la misma crisis climática que Biden quiere abordar cuando se dirija a Glasgow.
Además, algunos dentro de su propio partido, como el senador Joe Manchin, de Virginia Occidental, dependiente de la industria del carbón, han debilitado activamente las disposiciones para contrarrestar los efectos del cambio climático. Es por eso que la representante Alexandria Ocasio-Cortez indicó a los periodistas que el Congreso no puede aprobar los dos proyectos de ley que, en total, aumentarían las emisiones.
“Creo que la credibilidad de Estados Unidos sobre el clima está muy en juego”, resaltó a principios de esta semana. “Cualquier esfuerzo por reducir nuestra capacidad de reducir las emisiones va a mermarla”.
La esperanza de Biden de demostrar que Estados Unidos puede gobernar a pesar de un Partido Republicano radical en el que muchos de sus dirigentes se niegan a admitir que perdieron las últimas elecciones es un esfuerzo admirable. Pero también ignora que la forma más saludable de gobierno requiere un debate sólido, en lugar de uno en el que uno o dos senadores puedan obstaculizar toda una agenda.