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Afirman que un pequeño cambio en la forma de caminar puede retrasar las cirugías de rodilla por años

Un nuevo ensayo clínico revela que ajustar el ángulo del pie puede aliviar los síntomas de la artrosis y ralentizar el daño del cartílago

Vishwam Sankaran
Lunes, 18 de agosto de 2025 04:00 EDT
El cambio en la forma de caminar, tan eficaz como la medicación para el dolor de rodilla
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Un pequeño ajuste en la forma de caminar puede aliviar el dolor de la artrosis con la misma eficacia que la medicación y retrasar en años la necesidad de cirugía de rodilla, según un nuevo estudio.

La artrosis (también conocida como osteoartritis), una enfermedad degenerativa de las articulaciones, afecta a casi una cuarta parte de los adultos y es una de las principales causas de discapacidad en todo el mundo.

Se produce cuando el cartílago que amortigua los extremos de los huesos se desgasta, provocando dolor, rigidez y movilidad reducida.

Actualmente no hay forma de revertir este daño, y el tratamiento se limita en gran medida al control del dolor mediante medicación y, en última instancia, a la sustitución de la articulación.

Ahora, investigadores de la Universidad de Utah, EE. UU., afirman que el reentrenamiento de la forma de caminar puede ofrecer una alternativa no farmacológica.

En un ensayo clínico de un año de duración, descubrieron que realizar pequeños ajustes en el ángulo del pie al caminar proporcionaba un alivio del dolor equivalente al de la medicación.

El estudio, publicado en The Lancet Rheumatology, también demostró que el reentrenamiento de la marcha reducía la degradación del cartílago de la rodilla.

“Sabemos que en las personas con artrosis, las cargas más elevadas en la rodilla aceleran la progresión, y que cambiar el ángulo del pie puede reducir la carga de la rodilla”, afirmó el doctor Scott Uhlrich, autor del estudio. Continuó: “Así que la idea de una intervención biomecánica no es nueva, pero no ha habido estudios aleatorizados y controlados con placebo que demuestren que es un tratamiento eficaz”.

Los investigadores se centraron en pacientes con artrosis de leve a moderada en el compartimento medial de la rodilla, el lado interno de la articulación, que suele soportar más peso que el compartimento externo, lateral.

En esta forma de la enfermedad, el ángulo óptimo del pie para reducir la tensión en el compartimento medial varía de una persona a otra, en función de su marcha natural y de cómo cambia al adoptar el nuevo patrón de marcha.

“Utilizamos un enfoque personalizado para seleccionar el nuevo patrón de marcha de cada individuo, lo que mejoró la descarga de la rodilla de los pacientes y probablemente contribuyó al efecto positivo sobre el dolor y el cartílago que observamos”, explicó Uhlrich.

La IA intenta detectar signos de artrosis
La IA intenta detectar signos de artrosis (University of Jyväskylä via Eurekalert)

En sus dos primeras visitas, los participantes se sometieron a una resonancia magnética de referencia y practicaron la marcha en una cinta sensible a la presión mientras cámaras de captura de movimiento grababan su mecánica de andar.

A continuación, los investigadores analizaron los datos para determinar si girar la punta del pie de un participante hacia dentro o hacia fuera reduciría mejor la carga sobre la rodilla, y si un ajuste de 5 o 10 grados sería más eficaz.

Se excluyó a aquellos con pocas probabilidades de beneficiarse, como los participantes cuya carga sobre la rodilla no disminuyó con ningún ajuste.

De los 68 participantes, la mitad fueron asignados aleatoriamente a un grupo de tratamiento ficticio para controlar el efecto placebo. Al grupo de intervención se le prescribió un cambio específico del ángulo del pie que redujera al máximo la carga sobre la rodilla.

Ambos grupos participaron en seis sesiones semanales de formación.

Los participantes en el grupo de intervención recibieron información en tiempo real a través de las vibraciones de un dispositivo que llevaban en la espinilla, lo que les ayudó a mantener el ángulo del pie prescrito.

Tras el entrenamiento, se les animó a practicar su nueva forma de andar durante al menos 20 minutos al día hasta que se convirtiera en algo natural, con el apoyo de visitas periódicas de control.

Un año después, los participantes informaron sobre su dolor de rodilla y se sometieron a una segunda resonancia magnética para evaluar cuantitativamente el daño del cartílago. Los del grupo de intervención experimentaron menos dolor y mostraron una menor degradación del cartílago en comparación con el grupo de control.

“Con las resonancias magnéticas, también observamos una degradación más lenta de un marcador de la salud del cartílago en el grupo de intervención, lo cual fue bastante emocionante”, dijo Uhlrich.

“La disminución del dolor notificada con respecto al grupo placebo se situó entre lo que cabría esperar de un medicamento de venta libre, como el ibuprofeno, y un narcótico, como la oxicodona”, añadió.

Una de las principales ventajas del método, según los científicos, es la posibilidad de que los participantes se adhieran a la intervención durante largos periodos.

“Especialmente para las personas en sus 30, 40 o 50 años, la artrosis podría significar décadas de tratamiento del dolor antes de que se les recomiende una sustitución articular”, afirma Uhrlich.

“Esta intervención podría ayudar a llenar ese gran vacío terapéutico”, añade.

Los investigadores esperan agilizar el proceso de reeducación de la marcha antes de implantar el tratamiento clínicamente.

“En colaboración con otros investigadores, hemos desarrollado una tecnología que podría utilizarse tanto para personalizar como para aplicar esta intervención en un entorno clínico utilizando sensores móviles, como el video de un smartphone y un 'zapato inteligente'”, explicó Uhlrich.

Traducción de Sara Pignatiello

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