Científicos convierten las botellas de plástico en aroma de vainilla

El uso de una bacteria modificada genéticamente para "reciclar" los residuos plásticos podría tener "interesantes implicaciones para la economía circular”

Kate Ng
Jueves, 17 de junio de 2021 07:33 EDT
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Los científicos han descubierto una forma de convertir las botellas de plástico usadas en aroma de vainilla mediante una bacteria modificada genéticamente.

Es la primera vez que se obtiene un producto químico lucrativo a partir de los residuos de plástico de los consumidores y podría ser una forma valiosa de combatir la crisis mundial de los residuos plásticos, dicen los investigadores.

Dado que los plásticos pierden en la actualidad alrededor del 95% de su valor como material después de un solo uso, la posibilidad de crear materiales más valiosos a partir de los residuos podría ayudar a combatir la contaminación por plásticos y a avanzar hacia una economía más circular.

Los investigadores de la Universidad de Edimburgo utilizaron un microorganismo modificado, Escherichia coli, para ayudar a biodegradar los plásticos de tereftalato de polietileno (PET) y convertirlos en vainillina, que se utiliza ampliamente en numerosas industrias.

Se encuentra en alimentos y cosméticos, así como en la formulación de herbicidas, antiespumantes y productos de limpieza.

La vainillina procede normalmente del extracto de las vainas de vainilla y es la responsable del sabor y el olor característicos de la vainilla. Es una sustancia cara y su demanda está creciendo rápidamente, con un tamaño de mercado previsto en 724.5 millones de dólares (514 libras) para 2025.

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La vainillina también puede fabricarse sintéticamente, y el 85% de la producción mundial de vainillina se sintetiza en un proceso de dos pasos a partir de productos petroquímicos.

Ya se han desarrollado enzimas mutantes para descomponer las botellas de plástico en unidades básicas, que luego fueron utilizadas por los científicos para convertirlas en vainillina.

La investigación, publicada en la revista Green Chemistry, descubrió que el proceso de conversión del plástico en vainillina producía una reacción suave y no generaba residuos peligrosos.

Joanna Sadler, que dirigió la investigación, dijo: “Este es el primer ejemplo de uso de un sistema biológico para el epiciclo de los residuos de plástico en un valioso producto químico industrial y tiene implicaciones muy interesantes para la economía circular”.

Stephen Wallace, que también realizó el trabajo, añadió: “Nuestro trabajo desafía la percepción de que el plástico es un residuo problemático y, en cambio, demuestra su uso como un nuevo recurso de carbono del que se pueden obtener productos de gran valor.”

La crisis mundial del plástico ha provocado graves repercusiones económicas y medioambientales, ya que se calcula que cada año se producen 50 millones de toneladas de residuos de plástico PET.

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