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‘La revolución A4’: ¿de qué se tratan las protestas en China y cuáles serán las repercusiones del movimiento?

Se han desencadenado las mayores manifestaciones a nivel nacional desde las movilizaciones prodemocráticas de Tiananmén en 1989

Anna McDonnell
Lunes, 05 de diciembre de 2022 17:32 EST
Los manifestant
Los manifestant (Copyright 2022 The Associated Press. All rights reserved)

En las últimas semanas, raras escenas de disidencia han estallado en las ciudades principales de China. Las protestas se han desencadenado a nivel nacional como resultado del creciente malestar en el país frente a las draconianas medidas anticovid impuestas desde el comienzo de la pandemia. Representan las mayores manifestaciones a gran escala que se han visto en el país desde las movilizaciones prodemocráticas de Tiananmén en 1989.

Tanto la prensa mundial como las redes sociales se han inundado de imágenes de manifestantes alzando hojas de papel en blanco, una técnica prestada de las protestas en Hong Kong contra la ley de seguridad en 2019. Es un acto que pone en relieve el silencio forzado desde hace décadas, un símbolo que destila todo lo que quieren decir los ciudadanos chinos pero que no pueden. Más allá de la imposibilidad de expresarse, las hojas en blanco señalan que los problemas se han agravado a tal punto que es obvio cuáles son las quejas.

A continuación compartimos de qué se tratan las mayores protestas en China en décadas.

¿Cuáles son las demandas de las protestas y por qué surgieron?

Algunos manifestantes han pedido un relajamiento de las actuales medidas sanitarias y que se ponga fin a las cuarentenas prolongadas, otros, aunque en menores números, han llegado a exigir más libertades civiles e inclusive la destitución del presidente Xi Jingping.

Las cuarentenas figuran entre las más estrictas del mundo, con muchas personas prohibidas de comprar provisiones básicas, salir de sus edificios y en algunos casos, de buscar atención médica. En redes sociales ha circulado un vídeo de un padre de Lanzhou que echa la culpa a las autoridades por la muerte de su hijo. Según se informa, el niño falleció después de intoxicarse con una fuga de gas al no ser atendido a tiempo por los servicios de emergencia debido a las medidas del confinamiento.

El disparador principal de las protestas masivas fue la muerte de diez personas en un incendio en un edificio en Urumqi en la región de Xinjiang. El incidente despertó la ira de residentes locales, que criticaron el retraso de los servicios de emergencia, cuyo acceso a la torre en llamas se vio obstaculizado a raíz de los bloqueos de la cuarentena.

Por otra parte, la circulación de imágenes de estadios llenos y de aficionados sin máscaras del Mundial han llevado a muchos residentes a cuestionar por qué siguen vigentes los protocolos de cuarentena en su país cuando el resto del mundo parece haber dejado atrás la pesadilla de la pandemia. Sumados a este descontento, la frustración latente frente a las penurias económicas, -con un sinfín de negocios todavía cerrados debido a las restricciones, y uno de cada cinco jóvenes desempleados en las grandes urbes,- ha agudizado el clima general.

¿Cuál ha sido la reacción de las autoridades?

En los últimos días, a medida que las tasas de infección alcanzan niveles máximos, el gobierno ha concedido a levantar algunas medidas de confinamiento en determinadas regiones del país. El mismo presidente Xi Jinping ha aprobado unas iniciativas para relajar las estrategias anticovid, al alegar que la actual variante del virus es "menos letal". Las alcaldías de Beijing, Shenzhen, Chengdu y Tianjin autorizaron el uso de transporte público sin tener que presentar un resultado negativo de prueba PCR.

Sin embargo, en su mayor parte, la reacción del gobierno chino ha sido tajante. En una nota reciente, el Diario Del Pueblo, el diario oficial del régimen, instó a los ciudadanos a “implementar de forma inquebrantable” las políticas de covid-19. Se han producido altercados con la policía y en redes sociales se están circulando imágenes de represión violenta y el uso de gas lacrimógeno de parte de las autoridades. Se ha visto el arresto de manifestantes y periodistas extranjeros, incluyendo un corresponsal de la BBC, Ed Lawrence, que según se informa fue “golpeado y pateado" por la policía. Otra táctica del partido ha consistido en echar la culpa a las autoridades locales por haber implementado las políticas de forma demasiado rigurosa.

El gobierno también ha intensificado la censura digital y la vigilancia estatal al rastrear dispositivos privados, utilizar tecnologías de reconocimiento facial y fortalecer el ‘Gran Cortafuegos’ en el territorio. Según China Digital Times, el 29 de noviembre el ministro Niu Yibing indicó la necesidad de “una respuesta cibernética de emergencia” y la implementación del “nivel más alto de gestión de contenido”.

¿Por qué las medidas en China siguen tan rígidas?

Desde el comienzo de la pandemia, el gobierno chino ha impuesto una política de tolerancia cero frente a la covid-19, un objetivo cada vez más elusivo a medida que avanza la pandemia y el virus se instala de forma irremediable en la vida cotidiana. Su decisión de insistir en estas inflexibles medidas sanitarias, a pesar de la relativa apertura del resto del mundo tiene que ver, en parte, con la necesidad de cuidar su reputación y guardar las apariencias. A raíz de su condición de régimen sin mandato democrática, difícilmente puede admitir el error y dar un giro de 180 grados. Según el profesor Steven Tsang, director del Instituto Chino de SOAS, el gobierno “se niega a mostrar debilidad”, mientras muchos tecnócratas del área de salud y economía “no se atreverían” a cuestionar la autoridad de Xi Jinping por miedo a represalias.

De forma paralela, la comunidad científica ha señalado la eficacia reducida de las vacunas fabricadas por China. Un estudio de la Universidad de Hong Kong publicado en marzo de este año descubrió que las personas de más de 60 años que recibieron dos dosis de la vacuna china CoronaVac tenían 3 veces más probabilidad de morir del covid comparado con personas que recibieron dos dosis de la vacuna BioNTech/Pfizer. Tampoco se ha implementado un plan de vacunación tan riguroso como se ha visto en otros países. Un porcentaje considerable de personas de mayor edad en China, que son los más vulnerables a los efectos patológicos de la enfermedad, son reacias a vacunarse. Según Bloomberg, sólo 69% de las personas mayores de 60 años y sólo 40% de mayores de 80 años han recibido sus vacunas de refuerzo.

¿Cuál será el resultado de las protestas?

Las protestas señalan que a pesar de los implacables engranajes de la censura y la represión, no se les ha arrebatado la voz al pueblo chino. Hay un creciente malestar hirviendo bajo la superficie de un pueblo que hace mucho siente el peso de las restricciones a las libertades más básicas. Las hojas de papel en blanco, las vigilias, las velas, las marchas en silencio, las bocas tapadas con cinta adhesiva, el uso creativo de aplicativos de citas se han sumado al coro de fuertes actos simbólicos de disidencia. Esta semana se produjo una oleada de manifestaciones en otras ciudades del mundo como muestra de solidaridad con el movimiento.

Si bien las autoridades han concedido en algunos puntos, la represión, sobre todo en el campo digital, parece más vigorosa que nunca. El exiliado artista Al Weiwei señaló en una entrevista con Reuters que el partido comunista estaba muy preocupado por la posibilidad de revoluciones y que “haría de todo para evitar que tengan éxito”. Con respecto a cambios tangibles en el país, el panorama se ve sombrío. Queda por verse cuál será el legado de las protestas, pero lo cierto es que el contraste entre las humildes hojas de papel y las redes sofisticadas de hipervigilancia estatal se hará sentir de forma cada vez más aguda.

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