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La nueva revolución de Chile: el presidente Boric promete igualdad de género y cambios importantes

El nuevo gobierno ha nombrado el primer gabinete mayoritariamente femenino del país y promete grandes cambios sociales, informa James Jackson

Domingo, 13 de marzo de 2022 16:06 EDT
Análisis | ¿Conseguirá Boric reformar en profundidad Chile?
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Podría parecer un traspaso de poder tradicional, mientras dos hombres se pasan una banda y una medalla, pero no se equivoquen, esta es la toma de protesta de uno de los gobiernos más feministas del mundo.

El presidente Gabriel Boric, quien asumió el poder el viernes, ha mostrado su compromiso con la equidad de género de varias formas; con 14 mujeres y 10 hombres, tiene el primer gabinete de mayoría femenina del país, dándole a las mujeres muchos de los cargos importantes de un estado comúnmente reservado para los hombres, como los ministerios de Relaciones Exteriores y de Defensa.

Trasladó el Ministerio de la Mujer a los círculos internos del gobierno y a la sede de la presidencia, en el Palacio de La Moneda, donde pronunció su primer discurso como presidente y se dirigió a la multitud reunida en primer lugar como “mujeres de Chile”.

Teniendo en cuenta que el primer gabinete posterior a la dictadura de Chile estuvo compuesto exclusivamente por hombres, esta es una señal de los enormes cambios que ha vivido el país desde que el general Pinochet fue destituido del poder a través de un referéndum en 1990.

“Lo notable es que todos estos cambios se deben a la presión social ejercida desde abajo”, destaca la doctora Claudia Hess, jefa de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile.

Hasta 2019, solo 15 por ciento de los representantes chilenos en el congreso eran mujeres, y la expresidenta Michele Bachelet, la primera líder electa de Latinoamérica, lidió con obstáculos para mejorar la posición de las mujeres debido a la intransigencia social y política, añade la doctora Hess.

Descrito por el poeta Pablo Neruda como “un largo pétalo de mar”, Chile tiene 4.000 millas (6.437 kilómetros) de largo y se extiende desde el desierto más árido del mundo hasta la Antártida, con decenas de paisajes y culturas diferentes en medio.

Inicialmente colonizado por los españoles, también hay influencias de otras naciones europeas: hay cerveza alemana y Küchen (pastel) en el sur, y las costumbres tradicionales inglesas del té de la tarde junto con grupos indígenas como los mapuche y los aymara. Fue este crisol al que los antepasados croatas de Gabriel Boric llegaron en la Patagonia chilena.

El joven izquierdista barbudo tiene una lucha por delante para lograr unir un país tan dispar después de un alboroto histórico, como admiten incluso sus aliados más cercanos.

Chile se encuentra actualmente en, no uno, sino dos estados de emergencia que dejó el gobierno saliente, un violento conflicto con los grupos mapuches en el sur, y miles de inmigrantes, en su mayoría venezolanos, cruzando al país en el norte.

Aunque aplaudió la cooperación entre la alianza de izquierda de Boric y los grupos más centristas en los que confía en el gobierno, la secretaria general de su partido, Javiera Menay, dijo a The Independent que resolver la “crisis económica y política” que deja atrás el presidente saliente Sebastián Piñera será la prioridad número uno del gobierno, seguida de convencer al público de votar para aprobar la nueva constitución, la primera en ser escrita por un mismo número de hombres y mujeres.

Las tensiones entre clases, generaciones y etnias han llegado a un punto crítico en los últimos años: en 2019, hubo un dramático levantamiento social, en 2020 se votó para derogar la constitución de la época de Pinochet, y el pasado diciembre se vivió una dura campaña electoral entre la extrema derecha y la izquierda.

Según las asistentes a la marcha por el Día Internacional de las Mujeres en Santiago hace unos días, Boric tiene mucho por hacer.

“Además de la paridad de género, me gustaría [ver] más respeto por los pueblos indígenas y las minorías como las personas trans ... y por el medio ambiente; Chile vive de sus recursos naturales”, comentó la activista Andrea Arancibia. En un país que celebró su primer matrimonio gay el pasado jueves, el ritmo del cambio es vertiginoso.

Muchas de las asistentes a la manifestación llevaban gorras rosas con el logo electoral de Boric.

Este voto de confianza de parte de las manifestantes no sorprende; Gabriel Boric surgió por primera vez como líder del “movimiento pingüino”, una serie de protestas estudiantiles que se llevaban a cabo en uniformes blancos y negros en 2006. Los estudiantes siguen protestando hoy en día, pero actualmente entonan cánticos sobre que el presidente Piñera es “un asesino igual que Pinochet”, por la violenta represión que mató a docenas y dejó ciegos a cientos de manifestantes.

En un marcado contraste, Boric invitó a su inauguración a un manifestante que perdió ambos ojos en las protestas de 2019. Miembros del gobierno entrante de Boric marcharon en la manifestación del Día de las Mujeres, en la que futuras ministras caminaron delante de una maqueta rosa gigante de una constitución feminista.

Junto a la reticente Primera Dama de Boric marchaban la ministra entrante de la Mujer y la Igualdad de Género, la portavoz del Gobierno, Camila Vallejo, y la ministra del Interior, Izkia Siches, la primera mujer en su cargo.

Gabriel Boric junto a sus ministros en el Palacio de La Moneda, en una imagen proporcionada por la presidencia chilena

Antes de renunciar para dirigir la campaña presidencial de Boric, Siches fue directora de la Facultad de Medicina y estuvo a cargo de la muy elogiada respuesta del país a la pandemia de covid-19, que llevó a cabo una de las mejores campañas de vacunación del mundo.

Siches es otra veterana del movimiento pingüino; sus planes anunciados recientemente como ministra del Interior para poner fin al Estado de Emergencia en la región de Wallmapu, donde históricamente se han asentado los mapuche, también han sido celebrados por activistas.

“Tenemos la esperanza de que saquen a todos los soldados del Wallmapu”, comentó Rosa Gonzales, de la Red de Mujeres Mapuche.

Durante el discurso presidencial de Boric, la mayor ovación se reservó para cuando dijo: “No es el ‘conflicto mapuche’, es un conflicto entre el estado chileno y un pueblo que tiene derecho a existir, y la solución no será la violencia”.

No todos los ciudadanos están de acuerdo, y el rival electoral de extrema derecha de Boric, José Antonio Kast, quien usó una retórica violenta contra los mapuche, logró su mayor porcentaje de votos en la región más afectada por el conflicto. La doctora Hess considera que, junto con la migración, este será uno de los desafíos más grandes del gobierno.

“Hay muchos desafíos en el conflicto mapuche, como el crimen organizado, que son difíciles de resolver manteniendo el estado de derecho”, explica.

La decisiva victoria de Boric en las elecciones del pasado noviembre ayudará a su misión de unir al país, al igual que su nombramiento de un ministro de finanzas de centro-izquierda en un país en el que muchos siguen sospechando del comunismo.

Esta sospecha es reforzada por las decenas de miles de venezolanos que han huido al país más rico de Latinoamérica. Uno de ellos, Jesús Zerpa, bartender en La Resistencia, un bar de moda al lado de la nueva y modesta residencia presidencial de Boric, confiesa tener sentimientos encontrados sobre el nuevo presidente: “Si el cambio es bueno, está bien, pero hay que ver cómo funciona en la práctica. No creo que el socialismo funcione, viendo a mi país. Pero tal vez un presidente socialista sea diferente aquí y haga un buen trabajo”

Y aunque los simpatizantes que ondeaban banderas de Boric dejaron la Plaza de la Constitución casi en un estado extático, la realidad apareció rápidamente, mientras se desataban peleas entre sujetos enmascarados que arrojaban rocas y policías antidisturbios rociaban nubes de gas lacrimógeno desde sus vehículos blindados, una señal de las dificultades y la tensión que Chile sigue enfrentando.

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