Legisladores de N. México cuestionan propuestas para reducir uso de agua de río Grande
Algunos legisladores de Nuevo México advierten que dejar tierra de cultivo sin plantar a lo largo de uno de los ríos más grandes de América del Norte no será una solución a largo plazo para garantizar que Texas obtenga su porción de agua del río Grande en virtud de un acuerdo pendiente que pondría fin a una lucha de años sobre la gestión del río
Algunos legisladores de Nuevo México advirtieron el martes que dejar tierra de cultivo sin plantar a lo largo de uno de los ríos más grandes de América del Norte no será una solución a largo plazo para garantizar que Texas obtenga su porción de agua del río Grande (o río Bravo) según un acuerdo pendiente que pondría fin a una lucha de años sobre la gestión del río.
Miembros de la Comisión de Finanzas del Congreso de Nuevo México se reunieron el martes en Las Cruces, no muy lejos de la frontera estatal con Texas. En la agenda del día figuraban reuniones informativas de los principales funcionarios del agua para discutir la historia del conflicto y la creación de un grupo de trabajo encargado de elaborar un plan para implementar el acuerdo propuesto.
“El trabajo que queda por hacer en la parte baja del río Grande es importante y lo sabemos y lo vemos y estamos preparados para asumirlo. Tenemos un plan”, declaró Hannah Riseley-White, directora interina de la Comisión Interestatal de Arroyos de Nuevo México.
Ese plan exige reducir el uso mediante una combinación de medidas que van desde pagar a los agricultores para que no bombeen aguas subterráneas hasta arrendar aguas superficiales, dejar sin plantar las tierras de cultivo y realizar mejoras en la infraestructura.
La propuesta de acuerdo alcanzada el año pasado por Nuevo México, Texas y Colorado aún necesita la aprobación de un juez que ha estado supervisando el caso y, en última instancia, de la Corte Suprema de Estados Unidos.
El senador estatal Joseph Cervantes argumentó que el acuerdo distaba mucho de estar cerrado, mientras que otros legisladores afirmaron que la carga de cumplir con las obligaciones de suministro de agua no debería recaer únicamente en los agricultores del sur de Nuevo México.
Algunos funcionarios hablaron de dejar sin plantar las tierras a lo largo del río Bravo para reducir tanto las derivaciones del río como el bombeo de aguas subterráneas del que muchos agricultores dependen en épocas de sequía. De hecho, fue el bombeo de las dos últimas décadas lo que llevó a Texas a presentar una demanda, argumentando que la práctica estaba reduciendo la cantidad de agua que se entregaba en última instancia como parte de un acuerdo de reparto del agua entre Colorado, Nuevo México y Texas.
Otros asistentes a la reunión afirmaron que centrarse en la infraestructura permitiría un uso más eficiente del río. También afirmaron que la escorrentía de las aguas pluviales podría captarse y gestionarse para ayudar a recargar los acuíferos del sur de Nuevo México.
Las propuestas de dos represas situadas en el extremo sur del río prevén la construcción de estanques secundarios donde retener la escorrentía para su posterior vertido, de modo que Nuevo México no salga perdiendo cuando las marejadas ciclónicas envíen el exceso de agua más allá de la frontera estatal.
“Esta infraestructura es absolutamente necesaria para adaptarnos a este clima cambiante en el que nos encontramos. Es necesaria, pero no suficiente”, dijo Phil King, consultor de ingeniería del Distrito de Riego Elephant Butte, el más grande de Nuevo México. “Definitivamente vamos a tener que cambiar la forma como administramos nuestra agua”.