Nuevo estudio siguiere que la carne puede reducir el riesgo de morir por cáncer, pero ¿es verdad?
Un equipo de investigadores cuestiona el criterio de la OMS sobre los riesgos del consumo de carne roja
Durante años, las autoridades sanitarias han advertido sobre los riesgos del consumo de carne roja, clasificada por el organismo de investigación del cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “probablemente cancerígena para los seres humanos”.
Sin embargo, un equipo de investigadores desafía esa postura al sugerir que la proteína animal podría proteger contra las muertes por cáncer, en lugar de causarlas.
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), que forma parte de la OMS, ha clasificado desde hace tiempo a las carnes rojas —como la carne de res, cerdo, cordero y carnero— como probablemente cancerígenas. En el caso de las carnes procesadas, como el tocino y las salchichas, la clasificación es más estricta: cancerígenas confirmadas.
Esta afirmación se basa en numerosos estudios que han vinculado el consumo de carne roja con un mayor riesgo de cáncer colorrectal, lo que ha sustentado durante años las recomendaciones dietéticas que instan a limitar su ingesta.
Sin embargo, una nueva investigación realizada por la Universidad McMaster de Canadá plantea lo contrario: las personas que consumen más proteínas de origen animal podrían tener, en realidad, tasas de mortalidad por cáncer más bajas.
Pero antes de salir corriendo a comprar un paquete de salchichas, hay algunos puntos importantes que conviene tener en cuenta.

Los métodos empleados en el estudio contienen matices importantes que complican las conclusiones que han acaparado titulares. En lugar de analizar exclusivamente la carne roja, los investigadores evaluaron el consumo de “proteínas animales”, una categoría amplia que incluye carne roja, aves de corral, pescado, huevos y productos lácteos.
Esta distinción es clave, ya que alimentos como el pescado —especialmente las variedades grasas como la caballa y las sardinas— se asocian con efectos protectores contra el cáncer.
Al agrupar todas las proteínas animales en una sola categoría, el estudio podría haber reflejado los beneficios del pescado y de ciertos productos lácteos, más que demostrar que la carne roja no representa un riesgo.
Además, los propios productos lácteos presentan un panorama complejo en la investigación oncológica. Algunos estudios sugieren que podrían reducir el riesgo de cáncer colorrectal, aunque también se han vinculado con un posible aumento del riesgo de cáncer de próstata.
Estas evidencias contradictorias muestran que la amplia categoría de “proteínas animales” puede ocultar diferencias significativas entre los distintos tipos de alimentos.
About the authors
Ahmed Elbediwy es profesor titular de Bioquímica Clínica y Biología del Cáncer en la Universidad de Kingston. Nadine Wehida es profesora titular de Genética y Biología Molecular en la Universidad de Kingston.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y se reproduce bajo licencia Creative Commons Puedes leer el artículo original aquí.
En el estudio, financiado por la National Cattlemen’s Beef Association —el principal grupo de presión de la industria de la carne de res en Estados Unidos— se presenta varias limitaciones importantes. Una de las más relevantes es que los investigadores no distinguieron entre carnes procesadas y no procesadas, una diferencia que numerosos estudios han demostrado ser crucial en la evaluación del riesgo para la salud.
Las carnes procesadas, como el tocino, las salchichas y los embutidos, muestran de forma constante un riesgo más alto de cáncer en comparación con los cortes frescos y no procesados.
Además, la investigación no analizó tipos específicos de cáncer, lo que impide saber si los supuestos efectos protectores se aplican de forma general o solo a ciertos tipos de cáncer.
Curiosamente, los investigadores también examinaron las proteínas vegetales, incluyendo legumbres, frutos secos y productos de soya como el tofu, y concluyeron que no ofrecen un efecto protector significativo contra la mortalidad por cáncer.
Este hallazgo contradice investigaciones previas que vinculan las proteínas vegetales con una reducción del riesgo de cáncer, lo que añade otra capa de complejidad a un panorama ya de por sí confuso.
Aun así, estos resultados no invalidan los beneficios comprobados de los alimentos de origen vegetal, que aportan fibra, antioxidantes y otros compuestos asociados con un menor riesgo de enfermedades.

No es una luz verde
Incluso si se confirman las conclusiones del estudio sobre las proteínas animales, esto no debe interpretarse como una luz verde para consumir carne sin límites.
Un consumo excesivo de carne roja sigue vinculado a otras enfermedades graves, como enfermedades cardiovasculares y diabetes. La clave está en la moderación y el equilibrio.
Las investigaciones contradictorias reflejan la complejidad de la ciencia nutricional, donde aislar los efectos de un solo alimento resulta sumamente difícil. Las personas no consumen nutrientes de forma aislada, sino combinaciones complejas de alimentos dentro de patrones de vida más amplios.
Por eso, es mucho más importante centrarse en los patrones alimentarios generales que en alimentos específicos de manera aislada.
Mantener una alimentación saludable sigue dependiendo de lo básico: un plato equilibrado, con diversas fuentes de proteína, muchas frutas y verduras, y alimentos lo menos procesados posible.
Aunque mediante este estudio reciente, los investigadores agregan una nueva perspectiva al debate sobre la carne, no será la última palabra en el campo de la nutrición. Mientras la evidencia científica continúa desarrollándose, el enfoque más sensato permanece claro: evitar los extremos y optar por una dieta basada en la moderación, la variedad y el equilibrio.
Traducción de Leticia Zampedri