El agujero negro supermasivo de la Vía Láctea tiene una “fuga”, según la NASA
Una nube de hidrógeno es empujada por los chorros que salen en la misma dirección que los campos magnéticos del agujero negro
El agujero negro del centro de la Vía Láctea tiene una “fuga”, según la NASA.
La agencia espacial aún no ha conseguido captar el “chorro fantasma”, pero hay indicios de que está cayendo sobre una enorme nube de hidrógeno “como el chorro dirigido de una manguera que cae sobre la arena”.
A diferencia de un gigante dormido, el agujero negro supermasivo atrae material hacia el disco de acrecimiento en rotación. Parte del material que cae en él es arrastrado en chorros que salen en la misma dirección que los enormes campos magnéticos del agujero.
Los investigadores sugieren que estos chorros se producen cada vez que se traga un objeto grande, como una nube de gas. Utilizando el telescopio del Observatorio ALMA, en Chile, para ver las longitudes de onda milimétricas, se encontró una estrecha línea de gas molecular en expansión que puede ser rastreada al menos 15 años luz atrás hasta el agujero negro.
Este descubrimiento condujo a los investigadores a una burbuja brillante e inflada de gas caliente a 35 años luz del agujero negro, captada por el telescopio espacial Hubble.
“Los chorros se filtran fuera del denso disco de gas de la Vía Láctea”, explica Alex Wagner, de la Universidad de Tsukuba en Japón. “El chorro diverge de un haz de rayos en forma de cono y se convierte en bucles, con lo que asemeja a un pulpo”. Esto puede crear una serie de burbujas en expansión que se extienden al menos 500 años luz.
“Nuestro agujero negro central claramente aumentó su luminosidad al menos un millón de veces en el último millón de años. Eso bastó para que un chorro se introdujera en el halo galáctico”, añadió Wagner.
El agujero negro tuvo un gran estallido hace entre dos y cuatro millones de años, y liberó suficiente energía para crear un par de burbujas brillantes sobre nuestra galaxia. Estas fueron descubiertas en 2010 y 2003.