‘Monstruo: La historia de Ed Gein’ revela cómo cambió nuestro gusto por el horror
Con la nueva entrega de su serie ‘Monstruo’, el creador apuesta, una vez más, por sus instintos más morbosos y no deja nada a la imaginación, escribe Nick Hilton
Alfred Hitchcock, el célebre director británico, recibió el apodo de “el maestro del suspenso” en los años cuarenta, tras éxitos como La sospecha y Tuyo es mi corazón. El título cobró pleno sentido en la etapa final de su carrera, cuando películas como La ventana indiscreta, Vértigo y Psicosis transformaron para siempre el lenguaje del cine.
Desde entonces, muchos intentaron seguir sus pasos, pero nadie logró igualarlo.
Con el tiempo, la cultura fue dejando atrás el suspenso y abrazó la gratificación inmediata. En ese nuevo panorama aparece Ryan Murphy: el maestro de la gratificación.
En 2011, Ryan Murphy era conocido sobre todo por crear Nip/Tuck, una comedia ácida sobre cirugía plástica, y por dar un giro inesperado con Glee, su incursión en el mundo del canto escolar.
Ese mismo año comenzó a desarrollar American Horror Story, una serie antológica donde un elenco recurrente explora distintas facetas del terror clásico.
Desde entonces, Murphy ha explorado sus lados más oscuros, con Monstruo como su proyecto más extremo: la primera temporada retrató a Jeffrey Dahmer, el asesino caníbal de Milwaukee, mientras que la segunda se centró en los hermanos Menéndez, acusados de matar a sus padres, y generó gran atención.
Ahora llega Monstruo: la historia de Ed Gein, protagonizada por Charlie Hunnam, que reconstruye la vida y el legado del hombre al que muchos llaman “el padrino de los asesinos seriales”. Aunque fue condenado por solo dos homicidios, la escena del crimen reveló algo más brutal: cuencos hechos con cráneos, máscaras confeccionadas con piel humana, una lámpara forrada con restos.
Gein no dejó solo un expediente policial, sino una figura mitológica del horror moderno: el monstruo original.
“El legado de Ed Gein no solo influyó en un género,” señala el comunicado de prensa de Monstruo publicado por Netflix, “se convirtió en el modelo para el horror moderno”. Esa es precisamente la tesis que la nueva entrega de la serie de Ryan Murphy quiere probar.
A lo largo de ocho episodios, la serie conecta la vida de Gein con la filmación de Psicosis, donde Norman Bates tomó forma a partir de la relación enfermiza entre Gein y su madre, Augusta —una figura autoritaria, religiosa y controladora, interpretada aquí por Laurie Metcalf—.
El guion también rastrea otras obras marcadas por su sombra, desde La masacre de Texas hasta Mindhunter.
Monstruo: la historia de Ed Gein funciona como una carta de amor al cine de terror —ese lenguaje que transforma miedos reales en pesadillas visuales—, pero también como una mirada crítica a los cambios en el apetito del público.
“Solo una madre podría amarte”, le dice Augusta a un joven y vulnerable Ed Gein (Charlie Hunnam, en una actuación rígida, más física que emocional). Más adelante, el cadáver de Augusta aparece ubicado en distintas partes de la casa, en un guiño directo a la señora Bates ausente de Psicosis.
“El mejor amigo de un niño es su madre”, dice Norman Bates a la fugitiva interpretada por Janet Leigh.
Pero el poder de Psicosis no está en lo explícito, sino en lo que insinúa.
¿Quién es esa figura que se asoma por la ventana? ¿Quién sostiene el cuchillo? ¿Qué papel juega esa madre invisible que parece controlarlo todo?
Ahí nace el suspenso cinematográfico: en la tensión que se acumula y estalla con precisión a lo largo de los 109 minutos de película.
Pero los tiempos han cambiado y el universo creativo de Ryan Murphy no deja espacio para la sutileza.
En una escena de la serie, Alfred Hitchcock (interpretado por Tom Hollander) guía al joven Anthony Perkins (Joe Pollari, inquietantemente parecido al original) por el set de Psicosis. Mientras caminan, Hitchcock le explica cómo los crímenes de Ed Gein inspiraron su nueva película. Se detiene frente a un refrigerador, lo abre y le dice que adentro hay “nueve vulvas preservadas”.
La cámara enfoca el rostro de Perkins y su expresión basta para transmitir el impacto. No hace falta ver nada más.
Pero esto no es una producción de Hitchcock. Es una de Ryan Murphy.
La cámara muestra las vulvas. Luego, a Perkins. Y después, de nuevo, a las vulvas.

El apetito contemporáneo por el true crime sangriento no deja de crecer, impulsado por internet y el consumo masivo de contenido. En las décadas de 1940 y 1950 —época en la que transcurre Monstruo y en la que se filmó Psicosis— la percepción pública sobre los asesinos seriales era más sencilla: eran figuras aterradoras, protagonistas de titulares sensacionalistas.
Pero al representarlos, la ficción servía como filtro.
Robert Bloch, autor de Psicosis (publicada en 1959 y adaptada al cine al año siguiente), tomó solo algunos elementos de Ed Gein: la relación enfermiza con su madre y una obsesión por lo macabro, como las cabezas reducidas.
Algo parecido hizo Tobe Hooper con La masacre de Texas. Aunque se inspiró en Gein —especialmente en el uso de máscaras hechas con piel humana, como las que lleva Leatherface—, reubicó la historia y reinventó su argumento desde cero.
El horror de Murphy satisface sin sutilezas los instintos más básicos del ser humano
El Gein de Murphy —como su Dahmer y sus hermanos Menéndez— es exactamente lo que se espera: el mismo Gein de siempre, sin reinterpretaciones ni matices.
Sus crímenes se presentan tal cual, con todos los detalles posibles y sin espacio para la ambigüedad, mientras que las preguntas abiertas, como si realmente mató a su hermano, se responden sin sutileza y los casos en los que fue sospechoso, pero no condenado —como la desaparición de Evelyn Hartley, una niñera de 14 años— se le atribuyen directamente.
En la serie, Hartley es interpretada por Addison Rae, estrella de TikTok de 24 años, aparentemente para mostrarla atada y semidesnuda.
También aparece Ilse Koch, la “comandante de Buchenwald”, famosa por sus crímenes durante el Holocausto, en secuencias de fantasía sexual interpretadas por Vicky Krieps.
En los momentos finales, un Gein envejecido y preso recibe elogios de Charles Manson, Ed Kemper, Jerry Brudos y Richard Speck, quienes lo llaman “un modelo a seguir”.
Es como Los Vengadores, pero con asesinos de mujeres.
El horror de Ryan Murphy es cada vez más literal: muestra las vulvas.
En cierto modo, es una forma de narrativa más honesta sobre la naturaleza humana que la disonancia de Hitchcock, quien reconocía el poder de la violencia real, pero la silenciaba a través de la ficción.
Pero esa honestidad también tiene un precio: apela sin filtros a los instintos más bajos del ser humano y pone por encima los sobresaltos constantes en lugar del terror latente.
“Creo que ya bastante gente ha contado mi historia”, confiesa Gein en su lecho de muerte. “Parecen conocerla mejor que yo”.
Después de Monstruo, es difícil no estar de acuerdo… al menos con esa primera parte.
‘Monstruo: la historia de Ed Gein’ ya está disponible en Netflix.
Traducción de Leticia Zampedri