‘Exterminio: La Evolución’ no usa metáforas sutiles, te las lanza como ladrillos
Boyle y Garland vuelven al universo zombi de ‘Exterminio: La Evolución’ con una entrega visualmente potente pero narrativamente desigual
El zombi nunca ha sido una metáfora muy sutil: encarna, con su ola descerebrada y babosa, el consumismo y la histeria colectiva. Esa figura le vino como anillo al dedo a Danny Boyle, un director que casi siempre elige el camino de la estridencia y la provocación, sabiendo que, tarde o temprano, lo conducirá a una imagen tan poderosa como la de Cillian Murphy —en bata— caminando, desconcertado, por un desolado puente de Westminster.
Ese momento se convirtió en la escena más memorable de Exterminio (2002). Y ahora, 23 años más tarde, llega Exterminio: La Evolución, donde Boyle y su coguionista Alex Garland regresan al género que ayudaron a reinventar. Hoy en día, es habitual que los zombis corran con velocidad, ataquen con cierto grado de inteligencia y, además, nunca sean llamados “zombis”. Basta con mirar The Last of Us. Boyle y Garland fueron fundamentales en la consolidación de esa nueva norma del género.
La pregunta ahora es: ¿qué más queda por decir? La idea original era tan demoledora como simple: nuestra rapidez para enfadarnos representa, en sí misma, una señal del colapso social y la línea que separa al monstruo del ser humano no es tan nítida como quisiéramos creer. Exterminio: La evolución ofrece una visión de ese mismo mundo, ahora marcado por el Brexit y por la conciencia poscovid, con nuevas capas que incluyen reflexiones sobre el nacionalismo, el aislacionismo y la cultura armamentista. Pero, una vez más, la propuesta es demoledora, pero sigue siendo simple.
Para justificar el final de Exterminio, la secuela de 2007 que esta nueva entrega en gran medida deja de lado, se nos informa que el “virus de la ira” británico llegó a Francia, pero fue rápidamente contenido. (Me gusta imaginar que los franceses simplemente se encogieron de hombros y dijeron: “Uy, qué problema”).
El Reino Unido queda aislado. En la isla de Lindisfarne, frente a la costa de Northumberland, una pequeña comunidad ha retomado prácticas tradicionales: los hombres deben salir a cazar infectados —como si fueran conejos— como rito de iniciación, mientras que las mujeres permanecen en casa y se encargan de preparar actividades comunitarias con bailes y melodías folclóricas. (En realidad, interpretan ‘Delilah’, de Tom Jones, como si fuera una antigua balada, pero el detalle resulta ingenioso).
Spike (Alfie Williams) se embarca en su primer viaje al continente junto a su padre, Jamie (Aaron Taylor-Johnson). Hablar sobre un prisionero superviviente, el Dr. Ian Kelson (Ralph Fiennes), despierta en el joven algunas ideas imprudentes sobre lo que podría hacer para ayudar a su madre, Isla (Jodie Comer), enferma y postrada en cama. Aparecen también nuevas categorías de infectados, como los “lentos-bajos”, que se arrastran y comen gusanos, y los “alfas”, líderes más grandes y fuertes que encabezan las manadas de zombis.
La película abre con una imagen potente: sangre salpicada en un televisor donde aparecen los Teletubbies. Más adelante, una bandera inglesa arde en primer plano. Para Danny Boyle, nunca hay nada demasiado obvio. Las secuencias de infectados editadas en staccato, las salpicaduras en visión infrarroja, el audio del poema ‘Boots’ (1903) de Rudyard Kipling, que ya aparecía en el tráiler viral, y fragmentos de Enrique V (1944), con Laurence Olivier, comienzan a sentirse como variaciones reiterativas de una misma idea. Ver a un zombi ejecutar un remate al estilo Mortal Kombat tiene su gracia… la primera vez. A la tercera, ya empieza a cansar.
Pero aunque Exterminio: La Evolución pueda sentirse como si machacara al espectador una y otra vez con el martillo de la metáfora, Boyle sigue demostrando que es un cineasta visualmente poderoso. La película se distancia de la primera entrega al ofrecer algo más sentimental y con un tono marcadamente más mítico. Comer se convierte en el contrapeso esencial de la historia. Su interpretación transmite una mezcla de franqueza y vulnerabilidad que, en última instancia, ayuda a transformar Exterminio: La evolución en una historia centrada en el amor maternal.
Fiennes, con la cabeza rapada, parece estar a punto de encarnar una versión del coronel Kurtz, pero lleva al personaje por caminos inesperados. Aún más sorprendente es la aparición de Jack O’Connell, quien continúa cosechando elogios tras Pecadores, para anunciar la próxima secuela: The Bone Temple, dirigida por Nia DaCosta. Cillian Murphy está listo para regresar. La verdadera prueba será comprobar si esta nueva trilogía logra, una vez más, redirigir el género hacia nuevos territorios.
Director: Danny Boyle. Reparto: Alfie Williams, Jodie Comer, Aaron Taylor-Johnson, Ralph Fiennes, Jack O'Connell, Edvin Ryding, Chi Lewis-Parry. Apta para mayores de 15 años | 115 minutos de duración
Traducción de Leticia Zampedri