‘Duna: parte dos’, ¿qué la convierte en una megaproducción sin precedentes?
Timothée Chalamet, actor francoestadounidense, Zendaya y Austin Butler, estrellas estadounidenses, participan en esta obra maestra de la cinematografía que penetra los sentidos y pone a prueba la imaginación. Se trata de la segunda parte de una épica adaptación de Denis Villeneuve del clásico de ciencia ficción de Frank Herbert, Duna.
Hay momentos en Duna: parte dos tan audaces que quedarán, sin duda, grabados en el canon cinematográfico. A lo lejos, se divisa una silueta solitaria que lucha por mantenerse erguida sobre un gigantesco gusano que avanza velozmente y se abre paso en la arena como Moisés en el mar Rojo. Un hombre se ve atrapado por una seducción psíquica, cuyos efectos traspasan la pantalla de una manera que solo podría describirse como una tormenta puertas adentro. El combate de gladiadores tiene lugar en un planeta con un entorno inhóspito, de colores tan apagados que parecen imágenes de un negativo fotográfico.
Duna: parte dos, al igual que su predecesora, es una obra que inunda por completo los sentidos y la imaginación. El cineasta Denis Villeneuve decidió adaptar la mitad de una novela de Frank Herbert, que sentó las bases de la ciencia ficción, sin saber si se filmaría una secuela en el futuro. Por fin, el riesgo que decidió correr en 2021 fue altamente recompensado con esta segunda parte, tan codiciada como la propia especia de Arrakis. A pesar de que se estrenó en plena pandemia y se lanzó el mismo día en las plataformas de streaming, la primera parte obtuvo USD 400.000.000 en taquilla y 10 nominaciones a los Premios Óscar.
Si la primera película albergaba malos presentimientos en cada escena, la segunda parte consigue un impacto aún más profundo. La obra de Herbert destierra la idea del destino heroico y la expone como una mentira construida con fines de colonización y control. Paul Atreides (Timothée Chalamet) llega al desértico planeta de Arrakis por orden de su padre, pero descubre que es producto de años de manipulación genética y que su madre, Lady Jessica (Rebecca Ferguson), y la orden de brujas Bene Gesserit están involucradas. Su trabajo ha difundido rumores sobre un profeta, el Lisan al-Gaib, que guiará a los indígenas fremen hacia la liberación de sus opresores.
En la segunda parte, la casa Atreides ha caído. Paul y Lady Jessica buscan refugio y aceptación en la tribu fremen liderada por Stilgar (Javier Bardem). El anhelo entre Paul y Chani (Zendaya), la guerrera fremen que aparecía en sus sueños, crece cada vez más. Mientras tanto, muchos creen que Paul es el salvador de la tribu que tanto esperaban, pero él desconfía de tales afirmaciones. Por su parte, la princesa Irulan (Florence Pugh), hija del emperador Padishah (Christopher Walken), se preocupa por la inacción de su padre.
Herbert escribió la secuela, El mesías de Dune, en parte como respuesta a quienes creían que no había captado las complicadas y siniestras implicaciones de la ascendencia de Paul. En entrevistas anteriores, Villeneuve ha expresado ya su ambición de convertir El mesías en una tercera película. Sin embargo, no hay garantías de esto, por lo que el cineasta y su coguionista, Jon Spaihts, han alterado el texto de Herbert en lugares clave para que ciertos ejes temáticos del segundo libro queden reflejados en esta última película. ¡Y vaya que el ultimo tercio del film emana amenazas constantes! En lo que a megaproducciones respecta, no existe nada igual.
Chalamet y Ferguson toman la majestuosidad y la seriedad de sus interpretaciones y les añaden un filo letal. Chani (Zendaya) también tiene un rol fundamental. El personaje, en esta ocasión, cuenta con una participación mucho más amplia como núcleo moral de la película. La actriz se adueña del film con firmeza y claridad. Por supuesto, los malos también dicen presente: Vuelve el barón Harkonnen (Stellan Skarsgard), quien levita malvado en su túnica negra y, por fin, conocemos a su sobrino y heredero, Feyd-Rautha.
Este último es representado por Austin Butler, quien se esforzó por eliminar todo rastro del acento de Elvis Presley que adoptó para una película anterior, pero que al mismo tiempo es tan asombrosamente similar a Skarsgard que sus hijos en la vida real deberían preocuparse. Butler no solo deja atrás los recuerdos del famoso cantante y actor Sting en calzoncillos metálicos en la versión del director David Lynch de 1984, sino que compromete cada célula de su cuerpo, desde su cabeza calva hasta sus oscuros dientes, a atravesar el universo dejando gritos y muerte a su paso.
Quien no haya sido obnubilado por Duna: parte uno tal vez no encuentre algo diferente aquí. Pero a diferencia de, por ejemplo, El señor de los anillos, la visión de Herbert siempre fue una mezcla divertida y un tanto desconcertante de sabiduría popular impenetrable y lenguaje informal (después de todo, llamó Duncan Idaho a uno de sus personajes).
Villeneuve ha respetado esa característica a su manera. Josh Brolin, actor estadounidense que interpreta a Gurney Halleck, el mentor de Paul, cuenta cantando que su traje de batalla está sucio con pis. Y la película está repleta de maquinarias complejas inspiradas en el estilo del diseñador H. R. Giger (famoso por su contribución en Alien) como la bomba deshidratante que succiona el agua de los cuerpos sin vida de los fremen. La parte dos es tan grandiosa como íntima, y aunque la banda sonora de Hans Zimmer logra estallar los tímpanos de la audiencia otra vez y las butacas vibran con las avalanchas de arena de los gusanos gigantes, son los momentos de silencio los que realmente dejan al espectador sin aliento.
Pero, al igual que Herbert advertía sobre el culto al héroe, es fundamental no tratar los triunfos creativos de Duna como una especie de absolución suprema. La primera parte fue criticada, con razón, por borrar las influencias de Oriente Medio y del norte de África. En cambio, aquí parece que alguien sí prestó atención. El lenguaje de inspiración árabe de los fremen pasa ahora a un primer plano, y la representación en la pantalla mejora ligeramente. Souheila Yacoub, por ejemplo, una actriz de ascendencia tunecina, interpreta a Shishakli, la aliada más cercana a Chani. Por otra parte, no es nada fácil ver a Bardem proclamar a Paul como el profeta Lisan al-Gaib, o verlo utilizando algo similar a una alfombra para oración, y no interpretarlo como intentos forzados de inclusión y diversidad.
Sin embargo, como deja claro la segunda parte, Villeneuve podría tener más planes para Duna, aunque su lugar en la historia de la ciencia ficción ya esta asegurado. La pregunta del momento es: ¿qué sigue ahora?
Director: Denis Villeneuve. Reparto: Timothée Chalamet, Zendaya, Rebecca Ferguson, Josh Brolin, Austin Butler, Florence Pugh. 12A, 165 minutos.
Duna: parte dos estará en los cines a partir del 1 de marzo.
Traducción de María Delia García