Debate zanjado: Novak Djokovic, el indiscutido 'GOAT' del tenis
Al culminar otra alucinante temporada, cargada con otros tres títulos de Grand Slam, otro campeonato de la Copa de Maestros de la ATP y una pila de récords, Novak Djokovic se expresó con absoluta sinceridad al hablar del aura indomable que proyecta cada vez que salta a una pista de tenis.
Y apuntó directamente a la más reciente camada — los Carlos Alcaraz, Jannick Sinner y Holger Rune — llamada a ser el trío de vanguardia que eventualmente relevará a un Djokovic con 36 años de edad.
Quiso transmitirles que hay Djokovic para rato.
“La verdad es que quiero que sientan ese tipo de presión. Cuando jueguen contra mí, quiero que sepan que tendrán que jugar su mejor tenis para ganarme”, dijo Djokovic, el primer jugador en ambas ramas que logró exceder las 400 semanas como número uno del mundo. “Eso es lo que quiero que mis rivales sientan porque me ayuda mentalmente. Cuanto más gano en los grandes escenarios, esta aura crece mucho más. No te gana el partido, pero te da cierta ventaja.
“Rune, Alcaraz y Sinner son los próximos tres grandes en este deporte”, añadió el serbio. “Yo voy a seguir todo el tiempo que pueda, todo el tiempo que sea capaz de ganarles en un gran escenario. Cuando empiecen a apalearme, ahí consideraré un pequeño descanso o quizá uno permanente del tenis profesional”.
Si existía alguna duda sobre Djokovic y su legado como el mejor tenista de la historia, el transcurso de 2023 acabó de despejarla.
Fue un año en el que transitó de ser una figura conflictiva — el que fue deportado previo al Abierto de Australia de 2022 por no vacunarse contra el COVID-19 y perderse el Abierto de Estados Unidos por no cumplir con los requisitos de inoculación del país anfitrión — a ser el gran estadista y paladín del tenis, cargando con la causa de subsanar la precariedad económica de sus colegas que no raspan los 100 mejores del ranking.
“Usé las circunstancias del año pasado como gasolina para este año”, comentó en la Copa de Maestros.
La campaña en sí fue colosal por el cúmulo de logros. Al volver a Australia en enero de este año, Djokovic empató el récord de Rafael Nadal al obtener su 22do título de Grand Slam y de paso ampliar a 10 su propia marca de coronas en Melbourne. Acabó dejando atrás a Nadal al llevarse el 23ro (en Roland Garros) y el 24to (en el US Open).
También amplió a 40 su récord de títulos en torneos de la serie Masters 100, sumó su octavo año distinto cerrando como número del mundo y se convirtió en el primer jugador en ganar cada cita de Grand Slam en al menos tres ocasiones (estaba empatado con Roy Emerson, Rod Laver y Nadal con al menos dos consagraciones en cada uno de los cuatro grandes).
Y algo aún más portentoso. Tras los tres grandes que conquistó este año, Djokovic ha emergido campeón en un tercio de los Slams que ha disputado en su carrera, 24 de 72, siendo finalista en exactamente la mitad de los Slams en los que competido, 36 de 72.
En la campaña que se avecina, se prevé que tumbe un rosario de récords de longevidad. Atención al US Open, cuando podría romper el récord de Ken Rosewall como el jugador de mayor edad en ganar un major (37 años y 62 días). Y tendrá como gran objetivo el oro olímpico en los Juegos de París — se escenificarán en la arcilla roja de Roland Garros — el único gran título que se le resiste.
Tantos títulos, tantos récord. Pero tal vez lo mejor de Djokovic fue su reacción tras sufrir su única derrota en un Slam esta temporada, en una épica final de cinco sets ante Alcaraz en Wimbledon.
Pudo haber sido un revés que le hubiera desmoralizado ante el ruido del cambio de guardia. Pero volteó la página, le ganó a Alcaraz en la final de Cincinnati, recuperó el número uno y cerró el número mientras su rival español acusaba el rigor físico y mental de la campaña.
El propio Alcaraz lo resumió al finalizar su año: “Es algo que sólo una leyenda podría hacer. Es increíble lo que está logrando, todos los récords, venciendo en cada torneo al que va. Es loco”.
Game. Set. Match.