¿Punto de inflexión? Más países relajan medidas contra COVID
Poco a poco, muchos países golpeados por el coronavirus abren y retiran sus duras y a menudo impopulares restricciones para combatir el COVID-19, a pesar de que la variante ómicron -considerada menos grave- dispara el número de contagios
Fiestas en discotecas a altas horas de la noche. Público sentado codo con codo en salas de cine. Rostros libres de mascarillas, especialmente en Europa y Norteamérica. Poco a poco, muchos países golpeados por el coronavirus abrían y retiraban sus duras y a menudo impopulares restricciones para combatir el COVID-19, a pesar de que la variante ómicron -considerada menos grave- disparaba el número de contagios.
La tendencia parecía un nuevo punto de inflexión en una pandemia de casi dos años repleta de momentos decisivos.
Según la Organización Mundial de la Salud ómicron ha provocado más casos -90 millones- en el mundo en las últimas 10 semanas que durante todo 2020, el primer año completo de pandemia. La OMS, con sede en Ginebra, admite que algunos países pueden considerar de forma juiciosa el levantamiento de las normas si tienen altas tasas de inmunidad, sistemas de salud fuertes y curvas epidemiológicas favorables.
Ómicron es menos propensa a causar enfermedad grave que la variante delta anterior, según los estudios. La nueva versión del virus se expande con más facilidad y se ha vuelto dominante en muchos países. También infecta con más facilidad a personas vacunadas o que ya habían sido infectadas por versiones anteriores del virus.
Pero la agencia de salud de Naciones Unidas, siempre suspicaz sobre cómo puede evolucionar un virus que sigue expandiéndose de forma generalizada, advirtió en contra de subestimar a ómicron.
“Nos preocupa que en algunos países ha arraigado un mensaje de que por las vacunas -y por la alta transmisibilidad y baja gravedad de ómicron-, impedir los contagios ya no es posible y ya no es necesario”, dijo el martes el jefe de la OMS, Tedros Adhanom Gheybreysus, en una conferencia de prensa periódica sobre la pandemia. “Nada podría estar más lejos de la realidad”.
Su responsable de emergencias, el doctor Michael Ryan, dijo que algunos países podrían empezar a levantar restricciones de forma justificada, pero advirtió en contra de apresurarse y recomendó a cada país a evaluar su situación. “La presión política hará que la gente abra de forma prematura en algunos países, y eso producirá contagios innecesarios, enfermedades graves innecesarias y muertes innecesarias”.
Las aperturas más pronunciadas se están dando en Europa, que fue durante meses el epicentro mundial de la pandemia, así como en Sudáfrica, el primer lugar donde se identificó públicamente la presencia de ómicron, y en Estados Unidos que es el país con más casos y más muertos por COVID-19.
Gran Bretaña, Francia, Irlanda, Holanda y varios países nórdicos han tomado medidas para poner fin o suavizar sus restricciones contra el COVID-19.
Inglaterra puso fin la semana pasada a casi todas las restricciones nacionales: ya no hacen falta mascarillas en espacios públicos ni se solicitan pases de vacunas para acceder a eventos u otros recintos públicos, y la orden de trabajar desde casa se ha retirado. Sólo queda una condición: las personas que den positivo deben aislarse.
Noruega levantó el martes su prohibición a servir alcohol a partir de las 23:00 y el límite a reuniones privadas de no más de 10 personas. Los viajeros llegados a la frontera ya no necesitarán hacerse una prueba de COVID-19 antes de entrar. La gente puede volver a sentarse codo con codo en eventos con asientos fijos y pueden organizarse eventos deportivos como antes de la pandemia.
“Ahora es el momento de que recuperemos nuestra vida diaria”, dijo el martes la ministra noruega de Salud, Ingvild Kjerkol. “Esta noche retiramos la mayoría de las medidas para que podamos estar más cerca de vivir una vida normal”.
Como durante la pandemia, muchos países van por libre: Italia ha estrechado sus requisitos de pase de salud durante el brote de ómicron. A partir del lunes, el gobierno exige al menos una prueba negativa en las 48 horas previas para entrar en bancos y oficinas de correos, y cualquiera mayor de 50 años que no esté vacunado se expone a una multa de 100 euros.
Otros continentes son aún más prudentes. Algunas de las tasas más altas de vacunación del mundo están en Asia, que tiene la experiencia de brotes víricos anteriores como el SARS y el MERS, y sus líderes mantienen estrictas medidas de cuarentena o incluso las endurecen por el momento.
La nación pacífica de Tonga inició una cuarentena el miércoles por la noche tras detectar dos casos de coronavirus en trabajadores portuarios que ayudaban a distribuir la ayuda llegada tras una erupción volcánica y un tsunami. Se teme que los efectos del desastre natural pueda desencadenar un segundo desastre al llevar la pandemia a un país que se había mantenido libre del virus.
En la víspera de los Juegos Olímpicos, China se atenía a su política de tolerancia cero contra el COVID-19 a pesar de que el 85% de su población está completamente vacunada, según cifras de Our World in Data. Beijing impone con rapidez cuarentenas y confinamientos estrictos en cuanto se detecta un caso y sigue exigiendo que la gente lleve mascarillas en el transporte público y muestre la app de salud que certifica su estado para entrar en la mayoría de comercios y restaurantes.
Tailandia, donde el 69% de la población a completado su vacunación, según Our World in Data, aún requiere el uso de mascarillas en espacios públicos y medidas de distanciamiento social, así como otras restricciones.
Singapur, que tiene la tasa de vacunación más alta de Asia del 87% con al menos dos dosis, mantiene sus restricciones aunque anunció un “viaje de transición a una nación más resiliente ante el COVID-19” en agosto, con medidas para relajar o endurecer las medidas en función de las situación.
Japón, que tiene casi al 80% de su población totalmente vacunada, se ha resistido a imponer restricciones pero sigue instando a su población a llevar mascarillas y cumplir las recomendaciones de distanciamiento social, además de pedir a los restaurantes que reduzcan su horario de apertura. Camboya, con un 81% de personas vacunadas, ha reducido las restricciones sobre restaurantes y otros negocios pero aún pide mascarillas en espacios públicos y recomienda el distanciamiento social.
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David Rising en Bangkok, Jan M. Olsen en Copenhague, Dinamarca, y Graham Dunbar en Beijing contribuyeron a este despacho.