En Oriente Medio, muchos ven hipocresía en apoyo a Ucrania
Desde los primeros días de la invasión rusa en Ucrania, los países occidentales invocaron el derecho internacional, impusieron duras sanciones, empezaron a recibir refugiados con los brazos abiertos y vitorearon la resistencia armada ucraniana
Desde los primeros días de la invasión rusa en Ucrania, los países occidentales invocaron el derecho internacional, impusieron duras sanciones, empezaron a recibir refugiados con los brazos abiertos y vitorearon la resistencia armada ucraniana.
Esa respuesta ha provocado indignación en Oriente Medio, donde muchos perciben un descarado doble rasero en la reacción occidental a los conflictos internacionales.
“Hemos visto cómo cada recurso que nos dijeron que no podía activarse durante 70 años se desplegaba en menos de siete días”, dijo este mes el ministro palestino de Exteriores, Riad Malki, en un foro de seguridad en Turquía.
“Impresionante hipocresía”, añadió.
La guerra que lideró Estados Unidos en Irak, de la que se cumplían 19 años este mes, fue ampliamente considerada como una invasión ilegal de un estado sobre otro. Pero los iraquíes que combatieron a los estadounidenses fueron tachados de terroristas y los refugiados que huyeron a Occidente a menudo se vieron rechazados, tratados como posibles amenazas de seguridad.
El gobierno de Biden dijo el miércoles que Estados Unidos ha concluido que las fuerzas rusas cometieron crímenes de guerra en Ucrania y trabajará con otros para procesar a los responsables. Pero Estados Unidos no forma parte de la Corte Penal Internacional y se opone con firmeza a cualquier pesquisa internacional sobre su conducta o la de su aliado Israel.
Cuando Rusia intervino en la guerra civil siria en favor del presidente, Bashar Assad, en 2015, y ayudó a sus fuerzas a doblegar ciudades enteras con bombardeos y hambre, hubo indignación internacional pero pocas medidas. Muchos refugiados sirios que huían a Europa murieron en peligrosas travesías por el Mediterráneo o fueron rechazados, entre acusaciones de que suponían una amenaza para la cultura occidental.
En Yemen, una larga guerra de desgaste entre una coalición de liderazgo saudí y los rebeldes hutíes con apoyo iraní ha dejado a 13 millones de personas en riesgo de hambruna. Pero ni siquiera las duras noticias sobre bebés muertos de hambre han logrado retener el interés de la comunidad internacional.
Bruce Riedel, exmiembro de la CIA y el Consejo de Seguridad Nacional, y que ahora es investigador de alto nivel en la Brookings Institution, dijo que es “comprensible” que muchos en Oriente Medio vean un doble rasero por parte de Occidente.
“Estados Unidos y Gran Bretaña han respaldado los siete años de guerra de Arabia Saudí en Yemen, que creó la peor catástrofe humanitaria del mundo en décadas”, señaló.
Hace más de seis décadas que Israel empezó a ocupar tierras que los palestinos reclaman para un futuro estado, y millones de palestinos viven bajo un régimen militar sin final a la vista. Estados Unidos, Israel y Alemania han aprobado leyes dirigidas a sofocar el movimiento de boicot liderado por palestinos, mientras que grandes empresas como McDonald’s, Exxon Mobil y Apple han sido elogiadas por suspender sus operaciones en Rusia.
En medios sociales, el mundo ha vitoreado a los ucranianos mientras preparaban bombas incendiarias y tomaban las armas contra un ejército ocupante. Cuando los palestinos e iraquíes hacen lo mismo, se les considera terroristas y objetivos legítimos.
“Nos resistimos a los ocupantes, incluso cuando el mundo estaba con los estadounidenses, incluidos los ucranianos, que formaban parte de su coalición”, dijo Sheikh Jabbar al-Rubai, de 51 años y que combatió en la insurgencia iraquí contra las fuerzas estadounidenses entre 2003 y 2011.
“Como el mundo estaba con los estadounidenses, no nos dieron esta gloria ni nos llamaron una resistencia patriótica”, dijo, y en lugar de eso se recalcó el aspecto religioso de la insurgencia. “Por supuesto, esto es un doble rasero, como si fuéramos subhumanos”.
Abdulameer Khalid, conductor de reparto en Bagdad, de 41 años, dijo no ver “ninguna diferencia” entre la resistencia iraquí y la ucraniana.
“Si acaso, la resistencia a los estadounidenses en Irak estaba más justificada, dado que los estadounidenses viajaron miles de kilómetros para venir a nuestro país, mientras que los rusos van a por una supuesta amenaza en su (país) vecino", dijo.
Desde luego, hay diferencias importantes entre la guerra en Ucrania -un caso claro en el que un estado miembro de la OTAN invade a otro- y los conflictos en Oriente Medio, que a menudo implican guerras civiles y extremismo islámico.
“Los conflictos en Oriente Medio son increíblemente complejos”, dijo Aaron David Miller, experto del Carnegie Endowment for International Peace y exasesor para Oriente Medio de gobiernos republicanos y demócratas.
El conflicto de Ucrania, señaló, es único por su gran claridad moral. La opinión mayoritaria es que Rusia ha emprendido una guerra agresiva y devastadora contra su vecino. La analogía más cercana en Oriente Medio sería la invasión iraquí de Kuwait en 1990, a la que Washington respondió con una coalición militar que incluía estados árabes para expulsar a las fuerzas iraquíes.
Aun así, Miller, admitió que la política exterior estadounidense “está llena de anomalías, inconsistencias, contradicciones y, sí, hipocresía”.
La invasión estadounidense de Afganistán respondía a los ataques del 11 de septiembre de 2001, que Osama bin Laden planeó en el país bajo la protección del Talibán. Estados Unidos justificó su guerra en Irak con afirmaciones falsas sobre armas de destrucción masiva, pero la invasión también derrocó a un dictador brutal que había incumplido el derecho internacional y cometido crímenes contra la humanidad.
Aun así, la mayoría de iraquíes y otros árabes consideran esa invasión como un desastre sin provocación que sentó las bases para años de tensiones y violencia religiosa.
Elliott Abrams, investigador de alto nivel en el Council on Foreign Relations y que era asesor de la Casa Blanca cuando Estados Unidos invadió Irak, dijo que había una diferencia entre los ucranianos que combaten a los invasores rusos y los insurgentes iraquíes que hacían frente a los estadounidenses.
“Los iraquíes que combatían a las tropas estadounidenses en nombre de Irán o del ISIS no eran guerreros de la libertad”, dijo, en referencia al grupo extremista Estado Islámico. “Hacer estas distinciones morales no es un acto de hipocresía”.
El conflicto entre israelíes y palestinos comenzó hace más de un siglo, mucho antes de la guerra de 1967 en la que Israel tomó Jerusalén, Cisjordania y Gaza. La mayoría de los países del mundo considera que esas zonas son territorio palestino ocupado y que la construcción de asentamientos que Israel sigue impulsando es una violación del derecho internacional. Israel describe el conflicto como una disputa territorial y acusa a los palestinos de no aceptar su derecho a existir como estado judío.
“Sólo los muy faltos de contexto podrían comparar las guerras israelíes de defensa con la invasión rusa de su vecino”, indicó el Jerusalem Post en un editorial sobre el tema el 1 de marzo.
La intervención rusa en Siria formaba parte de una compleja guerra civil en la que varias facciones -incluido el grupo EI- cometieron atrocidades. Cuando EI tomó gran parte de Siria e Irak, muchos temían que los extremistas entraran en Europa entre los refugiados.
Aun así, muchos en Oriente Medio interpretan el duro trato a los migrantes árabes y musulmanes como una demostración de que los países occidentales aún albergan prejuicios culturales pese a sus proclamaciones sobre valores y derechos universales.
Muchos creen que su sufrimiento se toma menos en serio debido a las opiniones generalizadas sobre que Oriente Medio siempre ha estado inmerso en la violencia, que ignoran el papel de Occidente a la hora de crear y perpetuar muchos de esos conflictos irresolubles.
“Hay una expectativa, derivada del colonialismo, de que es más normal para nosotros que nos maten, llorar a nuestras familias, de lo que es en Occidente”, dijo Ines Abdel Razek, directora de activismo del Palestine Institute for Public Diplomacy.
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Los periodistas de Associated Press Josh Boak en Washington, Qassim Abdul-Zahra en Bagdad, Bassem Mroue en Beirut y Noha ElHennawy en El Cairo contribuyeron a este despacho.