Duque ve una oportunidad en el cannabis, pero no en la coca
El presidente colombiano Iván Duque tiene una enorme esperanza en la industria de la marihuana médica en un país que durante décadas ha librado una costosa guerra en contra de una droga distinta: la cocaína
El presidente colombiano Iván Duque tiene una enorme esperanza en la industria de la marihuana terapéutica en un país que durante décadas ha librado una costosa guerra en contra de una droga distinta: la cocaína.
Pero, en una entrevista con The Associated Press durante una visita a Israel, señaló que la promoción del cannabis para uso médico, entre otros, es “una historia distinta” a la de la cocaína, la cual, entre otras cosas, es terrible para el medio ambiente.
“Para sembrar una hectárea de coca en Colombia se destruyen dos hectáreas de jungla tropical”, aseguró. “Además, la producción de cocaína deja una enorme huella de carbono. Se utiliza mucha gasolina, mucho cemento”, y las sustancias químicas con las que se procesa se tiran en la selva.
También están los violentos capos del narcotráfico, los cárteles y los remanentes aislados de las FARC que han continuado con su lucha a pesar del acuerdo de paz concretado hace cinco años.
Pero tras su participación en la cumbre climática de Naciones Unidas donde Colombia se comprometió a alcanzar la neutralidad en emisiones de carbono para el año 2050, y con la apertura del centro de innovación de Colombia en Jerusalén Duque ha estado abierto a discutir la manera en que Colombia e Israel —autodenominadas “naciones startup"— pueden colaborar para hacer del mundo un mejor lugar.
“La innovación probablemente es la solución a la mayoría de nuestros problemas. Incluso aquellos creados por la innovación deberán resolverse con innovación”, dijo Avi Hasson, director general de Start-Up Nation Central, que conecta a gobiernos y negocios internacionales con emprendedores israelíes, y el cual contó con la presencia de Duque en una mesa redonda el martes.
Una de las oportunidades es el cannabis.
En julio, Colombia retiró la prohibición a la exportación de la flor seca del cannabis. Duque señaló que su país busca aprovechar sus derivados para todo lo posible, desde tratamientos médicos y producción de alimentos hasta la industria cosmética.
“Estamos viendo mucha inversión internacional que llega a Colombia”, declaró el mandatario, quien será reemplazado tras las elecciones del próximo año.
Israel podría echar una mano. La marihuana con fines médicos se legalizó hace años, y de los 9 millones de habitantes en el país, más de 100.000 israelíes cuentan con permiso de uso. Israel aprobó la exportación de marihuana en 2019, convirtiéndose en apenas el tercer país en hacerlo.
Israel cuenta con más de 110 compañías tecnológicas enfocadas en el cannabis, la mayoría de ellas en el sector médico, y las cuales han atraído una inversión cercana a los 350 millones de dólares desde 2015, según Start-Up Nation Central. Israel también es uno de los principales importadores de la flor de cannabis medicinal.
Duque afirma que existe una diferencia entre aprovechar los componentes benéficos de las drogas y levantar por completo su prohibición.
“No usamos cannabis con fines recreativos. Lo usamos con fines medicinales”, aseguró.
El hecho de que Duque, quien se describe como un conservador de postura estricta, defienda la explotación de cannabis en un país que ha sido el eje de la guerra que encabeza Estados Unidos contra las drogas desde hace décadas, es algo que llama la atención. Asumió la presidencia criticando la manera como las drogas “destruyen" familias, y ya en el gobierno firmó un decreto para prohibir la posesión de drogas en espacios públicos, contraviniendo un fallo del máximo tribunal del país que les permite a los colombianos portar pequeñas cantidades de marihuana, cocaína y otros narcóticos.
También está comprometido a reanudar la erradicación aérea de plantíos de coca, los cuales son responsables de un repunte en la producción de cocaína, aunque los obstáculos legales y las protestas de granjeros en áreas remotas le han impedido lograr dicho objetivo.
En los años posteriores al acuerdo de paz, los rebeldes que depusieron las armas han abandonado las zonas remotas en las que se resguardaron durante décadas en la espesura de la selva. Ganaderos, madereros, mineros y granjeros de subsistencia y grupos criminales han ocupado ese vacío, según un reporte emitido hace unos días por el International Crisis Group.
Colombia perdió 747.000 hectáreas (2.885 millas cuadradas) de bosque durante los cuatro años posteriores al acuerdo de paz de 2016, un área 10 veces más grande que la ciudad de Nueva York según el Instituto Nacional de Estudios Ambientales. En comparación, se perdieron aproximadamente 562.000 hectáreas (2.170 millas cuadradas) de bosque en los cuatro años previos a 2016, cuando muchas partes del país estaban fuera de cualquier alcance debido a la presencia de las FARC.
Colombia también es uno de los países más peligrosos del mundo para los defensores del medio ambiente. Alrededor de 65 fueron asesinados tan sólo en 2020, lo que representa casi la tercera parte del total mundial de 227, según el grupo por los derechos humanos Global Witness.
Duque defendió su historial en cuanto al medio ambiente, destacando que fue su gobierno el que creó el primer consejo nacional contra la deforestación en el país, respaldó una iniciativa para incrementar las penas por delitos ambientales y se comprometió a reducir la deforestación a cero para el año 2030.
Durante la cumbre de cambio climático de Naciones Unidas en Glasgow, el mandatario prometió convertir el 30% del territorio nacional en áreas protegidas para cuando culmine su gobierno. Los parques nacionales y reservas en manos del gobierno actualmente ocupan alrededor del 15% del territorio colombiano.
De los ataques contra defensores del medio ambiente culpó a los cárteles del narcotráfico, incluyendo al que encabeza Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, a quien Duque ha comparado con Pablo Escobar.
“Uno de los criminales más peligrosos del mundo, particularmente en Colombia, que ha ordenado el asesinato de líderes ambientalistas, fue Otoniel, el capo al que capturamos hace dos semanas”, subrayó.
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Los periodistas de Associated Press Joshua Goodman, en Miami; y Manuel Rueda, en Bogotá, contribuyeron a este despacho.