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Argentina renueva Congreso y define nuevo mapa político

Los argentinos concurren a votar para renovar la mitad del Senado y un tercio de la Cámara de Diputados en medio de un creciente malestar social contra el gobierno de Alberto Fernández por el manejo de la pandemia de coronavirus, la profundización de la crisis económica y las desavenencias públicas del presidente con su vicepresidenta y exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015)

AP Noticias
Domingo, 14 de noviembre de 2021 09:19 EST
ARGENTINA-ELECCIONES LEGISLATIVAS
ARGENTINA-ELECCIONES LEGISLATIVAS

Los argentinos concurrían este domingo a unas elecciones legislativas en las que el oficialismo se expone a perder el control del Congreso lo que condicionaría los dos años de mandato que le restan al presidente Alberto Fernández

El gobernante Frente de Todos --compuesto por distintas corrientes del peronismo y otras fuerzas progresistas-- actualmente controla el Senado y es primera minoría en Diputados. Si como vaticinan las encuestas la coalición opositora de centro-derecha Juntos por el Cambio se impone en la mayoría de los distritos, el oficialismo se verá obligado a negociar cada iniciativa que envíe al Parlamento

“Es casi seguro que tal resultado relegaría a Alberto Fernández a la condición de ‘pato cojo’ por el resto de su mandato”, vaticinó Jimena Blanco, directora de investigación y de análisis de riesgo para las América de la consultora de Verisk Maplecroft.

Hay 34,3 millones de ciudadanos habilitados para elegir 127 diputados nacionales en todo el país, lo que representa la mitad de las bancas de la Cámara de Diputados, y 24 senadores nacionales en ocho provincias, equivalente a un tercio de la Cámara Alta.

El voto es obligatorio, salvo para jóvenes de 16 a 18 años y los mayores de 70 años.

La mayoría de los analistas pronostican un voto “castigo" contra el gobierno de Fernández por el manejo de la pandemia del coronavirus, la profundización de la crisis económica y las desavenencias públicas del presidente con su vicepresidenta y exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015).

La pobreza afecta a más del 40% de unos 45 millones de habitantes -entre los niños supera el 50%-; el desempleo roza el 10% y la inflación de octubre fue de 3,5% respecto del mes anterior, con lo que acumula 41,8% en el año. Argentina se sitúa como el segundo país de la región con mayor aumento del costo de vida después de Venezuela.

En 2019 Fernández de Kirchner promovió la candidatura presidencial de Fernández, quien logró aglutinar detrás de sí a distintas corrientes dentro del peronismo, hasta ese entonces divididas, para impedir la reelección del presidente conservador Mauricio Macri (2015-2019).

Dos años después ese frente electoral cruje por las diferencias entre los Fernández precisamente por el rumbo de la política económica y las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con el cual el gobierno debe renegociar un préstamo de unos 45.000 millones de dólares otorgado al país en 2018.

El mandatario, exponente de un ala más moderada dentro del peronismo, es partidario de no dilatar demasiado en el tiempo un acuerdo con el FMI para calmar la incertidumbre en los mercados financieros. La condición es un ajuste del gasto público que choca con la visión más populista de la expresidenta.

Una derrota electoral por amplio margen probablemente enfriará aún más el vínculo entre los dos principales socios del Frente de Todos, aunque la mayoría de los expertos no vislumbra una ruptura definitiva.

“El gobierno va a tener que replantearse muchas cosas. El peronismo nunca gobernó en coalición”, advirtió Roberto Bacman, director del Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP). “El peronismo tiene que encontrar un mecanismo propio, interno para definir cuál es el rumbo, el plan económico, cómo terminamos con el tema del Fondo Monetario”.

Al mismo tiempo un triunfo holgado desatará en la oposición una pugna entre sus principales referentes de cara a las elecciones presidenciales de 2022, que también influirá en las negociaciones parlamentarias con el oficialismo.

“El marco institucional de Argentina, como el sistema hiperpresidencialista estadounidense, no está diseñado para la convivencia en caso de desequilibrios de poder. En todo caso, incentiva el conflicto institucional”, concluyó Blanco.

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