¿Qué tan mala es realmente la minería de bitcoins para el medio ambiente?
La criptomoneda hoy usa casi tanta electricidad como Argentina, pero los analistas afirman que la tecnología pronto será impulsada principalmente por energía renovable
En poco más de una década, el bitcoin ha pasado de ser una tecnología marginal, popular entre los criptógrafos, a ser el noveno activo más valioso del mundo por capitalización de mercado.
El dramático ascenso de la criptomoneda ha creado millonarios, ha reinventado el dinero, y ha puesto en marcha una industria multimillonaria inspirada por su revolucionaria tecnología descentralizada. Pero también ha traído consigo algunos efectos secundarios no deseados.
La potencia informática necesaria para respaldar la red subyacente del bitcoin ahora requiere casi tanta energía como todo el país de Argentina, lo que ha generado críticas sobre su huella ambiental.
Un análisis de la Universidad de Cambridge sugiere que la red bitcoin usa más de 121 teravatios-hora (TWh) al año, lo que la ubicaría entre los 30 principales consumidores de electricidad en todo el mundo si fuera un país.
Las demandas de energía se han visto avivadas por el aumento del precio de bitcoin en los últimos meses, pasando de menos de US$5.000 (£3.600) en marzo pasado a cerca de US$50.000 en la actualidad.
Las preocupaciones sobre la demanda de energía de bitcoin han existido desde el inicio, cuando el pionero de la criptografía Hal Finney tuiteó sobre posibles futuras emisiones de CO2 el 27 de enero de 2009, solo dos semanas después de recibir la primera transacción de bitcoin de parte del creador seudónimo de la criptomoneda Satoshi Nakamoto.
La cantidad de energía que consume la red de bitcoin no alcanzó una relevancia seria sino hasta 2017, cuando un importante repunte de precios elevó drásticamente sus necesidades energéticas al nivel de un país pequeño. A medida que el mercado se enfrió en los años siguientes, también lo hicieron las demandas de energía, pero el último récord histórico alcanzado esta semana es más del doble que el de hace tres años y medio. Y esta vez sus requerimientos energéticos son aún mayores.
“El consumo de energía del bitcoin se ha más que cuadriplicado desde el comienzo de su último pico en 2017 y está destinado a empeorar, porque la ineficiencia energética es parte del ADN del bitcoin”, dijo a The Independent Charles Hoskinson, CEO de la firma líder de criptografía IOHK.
“La huella de carbono del bitcoin empeorará exponencialmente porque, cuanto más suba su precio, más competencia habrá por la moneda y, por lo tanto, más energía consumirá”.
El impacto ambiental del bitcoin se ve agravado por el hecho de que la mayoría de los mineros tienen su sede en China, donde más de dos tercios de la energía provienen del carbón.
El proceso de minería requerido para generar nuevas unidades de la criptomoneda implica resolver ecuaciones matemáticas complejas pero arbitrarias, que actualmente requieren una gran cantidad de poder de procesamiento informático.
Por lo tanto, los mineros de bitcoin gravitan hacia donde la electricidad es más barata, lo que significa que el problema fundamental no es con el bitcoin, sino con la falta de producción de energía renovable barata.
Afortunadamente, ya se están implementando soluciones, con algunos centros mineros ecológicos que ya operan a gran escala.
En Islandia y Noruega, donde casi 100 por ciento de toda la producción de energía es renovable, los mineros de criptomonedas están aprovechando las poco costosas energías hidroeléctrica y geotérmica para alimentar sus máquinas. Las bajas temperaturas en estos países también ayudan a reducir los costos al enfriar los servidores de forma natural.
El año pasado, el tercer estudio comparativo global de criptoactivos de la Universidad de Cambridge encontró que 76 por ciento de los mineros de criptomonedas usan electricidad de fuentes renovables en sus operaciones, cifra superior al 60 por ciento reportado en el mismo estudio realizado en 2018.
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Se espera que esta tendencia continúe, según las predicciones de la Agencia Internacional de Energías Renovables, que informó el año pasado que las fuentes de energía renovable son cada vez más rentables en comparación con los combustibles fósiles.
“En su estado actual, la infraestructura que soporta el protocolo bitcoin no puede sostenerse, pero la belleza de este protocolo es que la estructura de incentivos obligará a los mineros a adoptar la forma más barata de electricidad, que en un futuro cercano será la energía renovable”, expresó Don Wyper, director de operaciones de DigitalMint, a The Independent.
“Creo que el último estudio de la Universidad de Cambridge está equivocado, ya que el bitcoin está actuando como un ‘oro digital’ y, por lo tanto, debería compararse con el consumo de energía de otros activos de almacenamiento de valor... La industria minera del oro consume 475 millones de GigaJoules de electricidad anualmente.
“Y si bitcoin puede convertirse en la moneda digital que se imaginó inicialmente, tendremos que considerar toda la electricidad consumida a través de la creación de moneda, destrucción, transmisión, titulización, pérdida, etc. Personalmente creo que el cambio climático es uno de los problemas más importantes en el mundo actualmente, pero quienes dicen que el bitcoin traerá más destrucción ambiental, no entienden que en realidad funciona como un acelerador que ayuda a nuestro entorno”.
Las criptomonedas alternativas también han buscado resolver los actuales problemas ambientales del bitcoin alterando su tecnología fundamental para que requiera menos energía.
Una de ellas es Cardano, que según Hoskinson es 4 millones de veces más eficiente energéticamente que el bitcoin gracias a su blockchain de Proof-of-Stake, que valida las transacciones en función de la cantidad de monedas que tiene un participante de la red en lugar de la potencia de procesamiento que poseen.
“Cardano se está construyendo a escala para satisfacer las necesidades de las empresas y los consumidores globales, a mayores volúmenes y velocidades más rápidas que la infraestructura financiera global existente, a pesar de que toda la red global no utiliza más energía que una gran casa familiar", dice Hoskinson.
Si la transición del bitcoin a fuentes de energía renovable no ocurre rápidamente, Hoskinson, entre otros expertos, predice que los inversores y consumidores buscarán otras criptomonedas que sean menos dañinas para el medio ambiente.
"Creo que el poder del miedo sobre el cambio climático es mucho mayor que el ‘miedo a perderse algo’ (FOMO, o fear of missing out) que impulsa esta nueva ola de inversión institucional y minorista en bitcoin", dijo el consultor de Blockchain Scott Morgan a The Independent.
“Bitcoin puede hacer un bien increíble en el mundo. Es un activo tecnológico. [Pero] otras criptomonedas usan menos energía”.