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Andrew Cuomo acaba de dimitir con el peor discurso de renuncia la historia política moderna

Hizo de todo, desde asegurar haber sido de haber sido víctima de un ataque político, hasta usar el clásico argumento de “tengo hijas”

Kathleen N. Walsh
Martes, 10 de agosto de 2021 16:38 EDT
Informe desde Nueva York: Andrew Cuomo renuncia a su cargo en medio de escándalo de acoso sexual
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A diferencia del que pronto será el ex gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, yo sí soy capaz de admitirlo cuando me equivoco. Por eso diré desde el principio que, a pesar de toda la presión que Cuomo ha estado enfrentando últimamente, me sorprendió verlo anunciar su dimisión el martes. Sin embargo, no me sorprendió el contenido de su declaración.

Incluso en la derrota, permanece desafiante. Inclusive cuando es catalogado categóricamente como el villano por una exhaustiva investigación independiente, él reclama el manto del victimismo. Aun al disculparse, culpa a las mujeres a las que agredió, a los aliados políticos que traicionó y a los electores a los que falló. Para Cuomo, esto no es un castigo justo por las malas acciones. Es la última opción que le queda para evadir la verdadera responsabilidad. No se hace cargo en lo absoluto.

En su discurso, Cuomo declaró que asume toda la responsabilidad por sus acciones, pero luego negó haber actuado mal en todas las demás líneas de esta declaración. Incluso para él, fue descarado.

“El informe decía que acosé sexualmente a 11 mujeres. Ese fue el titular que la gente escuchó y vio. La reacción fue de indignación. Y así debería ser. Sin embargo, también fue falso”, señaló, reconociendo en cambio que merament[e ofendió a 11 mujeres, pero solo porque malinterpretaron sus acciones. Claro, el problema fue de ellas, no de él. “Pensé que un abrazo y poner mi brazo alrededor de una empleada mientras nos tomábamos una foto era amistoso, pero a ella le pareció demasiado atrevido. Besé a una mujer en la mejilla en una boda y pensé que estaba siendo amable, pero ella sintió que era demasiado agresivo”.

Redobló esta afirmación de que no había hecho nada malo y continuó sugiriendo que fue víctima de una especie de ataque con motivos políticos. Una "caza de brujas", por así decirlo. “Esta situación y momento no tienen que ver con los hechos. No se trata de la verdad. No se trata de un análisis reflexivo. No se trata de cómo podemos mejorar el sistema. Se trata de política y nuestro sistema político de hoy está muy a menudo impulsado por los extremos”, declaró. Si bien es cierto que el lenguaje es más sofisticado de lo que habría usado el ex presidente Trump, no es menos moralmente repugnante ni evasivo.

La declaración continuó con varios silbatos de perro familiares que insinuaban que el movimiento #MeToo había ido demasiado lejos y que su renuncia forzada era la consecuencia de la cultura de la cancelación o de un feminismo distorsionado. "En mi mente, nunca me he pasado de la raya con nadie, pero no me había dado cuenta de hasta qué punto la raya se había vuelto a pintar", mencionó, echando la culpa de sus acciones a los que hemos "vuelto a pintar" la raya.

“Soy un luchador y mi instinto es luchar a través de esta controversia porque sinceramente creo que tiene motivaciones políticas, creo que es injusto y es falso y creo que demoniza un comportamiento insostenible para la sociedad”, agregó, recordando a aquellos que han tenido la preocupación de que el #MeToo, y cualquier ola feminista que esta sea, hayan comenzado una acumulación excesivamente punitiva de coqueteos en la oficina.

Finalmente, en una variación del tema "tengo hijas", Cuomo expresó que "ve el mundo a través de los ojos de sus hijas" y que quiere que sepan que nunca le faltó el respeto intencionalmente a una mujer: "Su papá cometió errores, y se disculpó".

Leer más: Andrew Cuomo renuncia en medio de las acusaciones de acoso sexual

Quisiera celebrar la renuncia de Cuomo como una victoria. Quisiera verlo como un triunfo para todas los que han luchado durante décadas para que las acusaciones de acoso y agresión sexual como estas sean tratadas con la seriedad que merecen. Deseo poder celebrar verdaderamente la ascensión de la primera mujer gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul. Pero no puedo. Porque sé que esta renuncia solo se produjo porque Cuomo enfrentaba repercusiones más graves y dañinas, comenzando con su impugnación, que casi seguramente se habría producido. De haber seguido adelante la impugnación, se le habría prohibido postularse para un cargo futuro, su reputación se habría dañado de manera más concreta y su deshonra habría sido casi completa. Él lo sabe.

Esta declaración le permite mantener su postura desafiante, continuar denigrando y menospreciando a sus acusadoras y promover una cosmovisión que se niega a tomar a las mujeres en serio. En el mejor de los casos, Cuomo simplemente se deslizará hacia una relativa oscuridad, pasando cómodamente el resto de sus días en algún suburbio cerrado de Nueva Inglaterra. En el peor de los casos, como un ave fénix misógina que surge de las cenizas de un movimiento feminista fallido, volverá a la política en unos pocos años. Tal vez en el gabinete de un presidente republicano, como senador o juez, o tal vez incluso logre esa candidatura presidencial tan prometida. No descarto nada.

Pero bueno, me he equivocado antes.

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