Aprovechemos el despecho de Shakira y Miley para profundizar en el verdadero problema
¿Te imaginas a un grupo de desconocidos preguntándote al mismo tiempo: por qué le sigues cantando ‘Ojalá que te mueras’ a tu ex de hace 15 años?
¿Cuál creerías que es el elemento en común entre Shakira, Clara Chía, Miley Cyrus y Eiza González? ¿Te doy una pista? No tiene que ver con su cuenta bancaria ni el aspecto físico, sino con una problemática a la que sí estamos expuestos todos sin excepción. El hambre voraz de la crítica humana. Tres mujeres de la farándula —Clara empezó a ser conocida por involucrarse con Piqué, pero era una estudiante ajena al medio— que tuvieron el infortunio de lidiar con problemas de pareja frente al ojo público; expuestas a los juicios y la opinión de meros “espectadores”.
La semana pasada coincidió que dos reconocidas cantautoras de la industria musical sacaron dos canciones de lo que en español conocemos como “despecho”. Ambas decidieron confiar al público sus sentimientos después de sus rupturas amorosas y se inició una conversación que deberíamos aprovechar.
Con respecto a la sesión de Shakira con Bzrp, la opinión en línea se ha mostrado dividida. Están aquellos internautas que piensan que sacaron un temazo y la han reproducido sin parar. Por su parte, el lado contrario considera que la música se excedió con la letra, cuestiona cómo pudo haber exhibido así a Piqué, reclama por qué no pensó en los niños y, para complicar más la trama, señala que como mujer no debió haber criticado ni a Clara ni a la suegra. Ahora la trama se complica con la espinita del feminismo.
La situación con Miley es totalmente distinta, pero comparte con Shakira el elemento “antifeminista”. El sencillo ‘Flowers’, en el que aborda una ruptura amorosa desde el amor propio, fue bien recibido por la audiencia. A diferencia del caso de Shakira, solo se ha podido especular que la canción hace referencia a su relación con Liam Hemsworth, y es aquí donde tenemos que embarrar a la actriz Eiza González. Una de las indiscreciones que no pensaba que estuviera tan fresca en la mente de los fans fue que en el 2013 salieron unas fotos comprometedoras de Liam y Eiza mientras, ante los ojos del público, al menos, Miley y Liam seguían siendo pareja. Ambos casos chocaron cuando Eiza intentó mostrar apoyo a Shakira en Twitter y los fanáticos la empezaron a comparar con Clara Chía. Y de nuevo, aparece la complicación de “mujer vs. mujer”.
Al ser una mujer que nació y creció en México, mi contexto me acercó al feminismo y hasta la fecha sigo investigando cuál es la corriente feminista que más se ajusta a mi perspectiva. Y al enfrentarme a los argumentos de estos dos escándalos, terminé bastante abrumada. “Por qué Shakira tuvo que involucrar a Clara y a su suegra”. Pues ambas son personas adultas que por obvias razones podemos deducir que de una manera u otra participaron en el lío. “Shakira debió haber pensado en los niños”. Curioso, porque casi no veo que le reclamen a Piqué cómo no pensó en sus hijos cuando Clara apareció en su casa en una transmisión de Twitch. “Eiza, no puedes apoyar a Shakira porque tú fuiste la Clara en la relación de Miley”. Si esa misma energía que usamos para señalar “equivocaciones” ajenas la aprovecháramos en ejercicios de autocrítica, abriríamos la puerta hacia un mundo más empático.
Para colmo, la crítica dirigida en el “tríangulo” Miley-Eiza-Liam es pura especulación porque ninguno de los tres ha negado ni confirmado que González tuviese algo que ver en la ruptura. De hecho, la propia Cyrus ha hecho declaraciones sobre los problemas que tuvo con Hemsworth en su matrimonio y más bien culpa las “peleas” por acabar su relación. Lo grave es que entonces la crítica deja de ser un “simple” juicio y se convierte en un ataque motivado por pura especulación.
Mi sentimiento abrumado se originó porque los comentarios sobre las infames infidelidades me hicieron cuestionar qué clase de feminismo estoy siguiendo. ¿El que protege a las mujeres por el simple hecho de ser mujeres sin cuestionar el comportamiento? ¿El disfrazado que en realidad ataca a otras con la crítica “constructiva”? Sin embargo, fui más allá: ¿qué tal que el problema en realidad es que nos enseñaron a enfrentar las adversidades con la muleta del juicio y la crítica en lugar de la perspectiva de la curiosidad y la empatía?
Vale la pena resaltar dos puntos. El primero es que, como audiencia y apreciadores del arte, no tendría por qué importarnos quién hizo qué en la vida de quién. El punto de las canciones está más relacionado con escuchar y, en todo caso, disfrutar y compartir el sentimiento que el artista está queriendo transmitir (y con el que por supuesto generará unos cuantos miles de millones). Y el segundo es la importancia de reconocer y tener compasión por nuestras imperfecciones. A pesar de la clara ventaja económica de los famosos, los terrícolas de bajo perfil, en cambio, gozamos del anonimato. ¿Te imaginas a, ni siquiera miles, tan solo unos 30 desconocidos preguntándote al mismo tiempo: por qué le sigues cantando ‘Ojalá que te mueras’ a tu ex de hace 15 años?
A este punto de la historia humana, criticar puede ser algo bastante normal, pero no nos advirtieron las repercusiones. Es una jaula a la que nos vamos amoldando porque vivimos creyendo que la gente nos está juzgando con nuestros mismos estándares estrictos cuando en realidad solo van pensando: “chin, se me olvidó comprar tomates y desodorante”.