¿Están Harry y Meghan a punto de separarse? Mis nervios de recién casado esperan que no sea cierto
Se está analizando cada matiz y cada detalle al respecto. Solo los que están dentro de la mansión Montecito pueden darnos un panorama completo. Pero, ¿te imaginas si fueras tú?
No me casé en un castillo y no nos pasearon en un deslumbrante carruaje descapotable entre las multitudes de Windsor que vitoreaban. Que yo sepa, nadie quiere darnos US$22 millones por un pódcast de pareja casada. Pero, hombre, cómo siento solidaridad de recién casado con Harry y Meghan.
Nadie te dice que esperes esto cuando te cases. No hay un golpecito en el hombro de un empedernido que se ha casado varias veces, ni una palabra tranquila de mi viejo para decir: “Por cierto hijo, esto no te lo dirán, pero en cuanto te cases, sentirás una poderosa empatía por las ridículas parejas de celebridades”. Para usar una palabra al estilo Meghan, es muy “agotador”. Pero ahí está. Cuantas más personas se junten para criticarlos, y más grupos de expertos de EEUU se desplacen a sus prístinos jardines de California para lanzar tonterías como, “No nos gusta que él esté en EUUU y nos encantaría que regresara a su país o que se fuera a algún otro lugar”, cuanto más apoyo al pequeño equipo Sussex.
Hagamos un breve resumen de lo que se escucha sobre Harry y Meghan en este momento. Hace un mes apareció un vídeo de Meghan supuestamente “desviándose” para evitar el beso de Harry en la “cámara de besos” de la NBA cuando asistieron a un partido de baloncesto. Ellos “ni siquiera reconocieron su quinto aniversario de bodas”, exclamó el presentador de GB News Dan Wooton. “Por supuesto que ella se está separando de él”, alegó la comentarista de temas de la realeza Angela Levin en el mismo programa.
“¿Dónde está el anillo de bodas de Meghan?”, gritó el Daily Mail la semana pasada, en el momento en que los Sussex hacían su desafortunado viaje a la gala de la fundación Women of Vision en Nueva York (la anterior a aquella persecución automovilística “casi catastrófica”). Luego había los informes de The Sun de que el príncipe Harry supuestamente tiene una habitación en un hotel deslumbrante y clandestino para estrellas exclusivas a poca distancia de su mansión de Montecito, “reservada” como un “lugar de escape” para que el príncipe de 38 años se aleje de su esposa e hijos. “No es cierto”, dijo un representante. No ha apagado los rumores.
Se está analizando cada matiz y cada detalle al respecto. ¿Cuál es el panorama completo? Solo aquellos dentro de la mansión Montecito nos pueden decir, pero debe ser una presión terrible estar bajo asedio. Ahora escuchamos que la duquesa de Sussex se perdió otra ceremonia en Los Ángeles, en la que estaba lista para recoger una medalla por su pódcast. ¿Y qué? A lo mejor tenía gripe.
¿Qué pasaría si Harry y Meghan terminaran y por qué nos importaría un bledo? ¿Haría que el precio desbocado de los alimentos bajara de la noche a la mañana? ¿Se enfriarían las temperaturas febriles del planeta hasta tal punto que el calentamiento global se resolviera de un plumazo? Es poco probable. Pero los Sussex son un ejemplo público, un punto de referencia sobre la marcha para otras parejas. Por lo tanto, yo, por mi parte, me conviene que los rumores de su decadencia sean muy exagerados.
Mira, dirás. Los Sussex literalmente convirtieron su relación en una marca. Están haciendo montañas de plata. Difunden sus pódcasts con el pretexto de mostrar su vida de “felices para siempre” con algo de desespero. Si realmente quisieran su privacidad, se callarían y nos dejarían a nosotros en paz.
¿Te imaginas si, apenas unas semanas después de aceptar pasar el resto de tu vida con alguien, no pudieras abrir una página web sin notar que algún chismoso en línea desea que tu boda se vaya al traste? Todo el mundo se busca en Google. Es la era de Internet. No creo que las personas de cierta edad entiendan hasta qué punto la vida del millenial promedio se rige por la voluntad inexorable de las comunidades en línea. Es una generación más propensa a creer en la astrología que en la autodeterminación. Incluso las estrellas ven su destino en manos de otros.
Sí, los Sussex son irritantes. Lo son. Mis hermanos y yo nos enviamos fragmentos de las memorias poco mencionadas de Harry, Spare, para recordarme el asno total que es. Definitivamente, no los invitaría a mi cena de fantasía.
Pero no puedo dejar de pensar en el peso incesante e intolerable sobre esa pequeña familia, que perfora cada pequeña grieta que aparece en sus cimientos. Todo el dinero del mundo y no puedes comprar un momento de paz.
Nunca había sido tan feliz como cuando me casé; es magia y caos, es tranquilidad y calma. Pero requiere discutir, abrirse, observar y trabajar en las partes desordenadas, hacer reparaciones en marcha. Es bricolaje. Pero me imagino que una avalancha de ruido y escarnio seguro que puede pudrir los cimientos. La mente se aturde ante la vergüenza y la inseguridad que te invadirían si el complejo de pensamiento industrial acechara para hundirse en cada uno de tus errores maritales.
Mira, amigo, responderás. No quieren f*llarte. Ya párale. Pero creo que no es cuestión de celebridades, sino sobre la familia. Y la práctica de desear que alguien más se derrumbe simplemente para poder decir “te lo dije” es realmente extraña. Algunas personas sueñan con casarse con un príncipe. Pero estoy bien con solo respaldar un matrimonio feliz y amoroso.
Traducción de Michelle Padilla