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La caída de Lizz Truss: su seguridad en sí misma no tiene motivo en la vida real

El partido conservador finalizó su campaña publicitaria de altísimo presupuesto para demostrar que es totalmente incapaz de gobernar el país

Tom Peck
Sábado, 22 de octubre de 2022 12:15 EDT
Liz Truss dimite como primera ministra tras solo 45 días en Downing Street
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La lotería nacional tiene un juego llamado Set for Life, en el que el ganador recibe £10.000 (US$11.000) al mes durante el resto de sus días en la tierra.

Así que si estás tratando de entender por qué Liz Truss sonreía al batir el récord de la primera ministra británica más corta de la historia (y sin tener que morir para hacerlo), es importante recordar que hay ventajas.

Eso es exactamente lo que ha ganado. Un pago de £120.000 (US$136.000) al año, para siempre, es lo que reciben los ex primeros ministros. Una muestra de la eterna gratitud de la nación por nada en absoluto. Humillados para siempre, pero, ya sabes, ortogados una estabilidad económica de por vida.

¿Es una farsa? Fawlty Towers era una farsa. Las farsas son divertidas. Liz Truss claramente piensa, en algún nivel, que es hilarante. Pero todos contamos con nuestras estrategias para enfrentarnos a los problemas. Si a ustedes les parece una situación surrealista, imaginen lo que piensa ella. Hace apenas dos meses que compró su disfraz de Margaret Thatcher. Debe arrepentirse de no haberlo alquilado.

Aun así, nadie puede decir que haya logrado poca cosa. De acuerdo, no logró nada, pero hubo algunos grandes momentos. ¿Despedir a tu canciller por el delito de estar de acuerdo contigo en todo, y luego nombrar a un sustituto con el que no estás de acuerdo en nada, y luego decirle que revierta todas tus políticas con la esperanza de que te ayude a aferrarte al poder? Ese tipo de incoherencia vale una entrada en los libros Guinness, incluso hoy en día. Y todos los que lo presenciaron deberían, en cierto modo, considerarse agradecidos.

Ni siquiera las ocho frases que se molestó en leer sirvían para demostrar que entendía lo que había hecho o lo que había pasado. Las tasas de interés suben en todas partes, los precios de la energía aumentan. Las consecuencias de la guerra de Putin en Ucrania se sienten en todas partes. Polonia está tratando de encontrar hogares para cinco millones de refugiados ucranianos. Así que, ¿cómo se explica que Gran Bretaña sea el único país que se convirtió en un chiste internacional?

Está claro que Liz Truss no ha logrado explicarlo. Ni lo logrará nunca. Su autoestima tiene un rasgo demasiado sociopático, su seguridad en sí misma no tiene motivo en la vida real.

Ya deberíamos saber que las cosas solo pueden empeorar. Las cámaras de televisión aún no se habían alejado de la puerta de Downing Street antes de que aparecieran diputados conservadores de cargos menores, haciendo campaña para el regreso de Boris Johnson. El partido conservador finalizó su campaña publicitaria de altísimo presupuesto para demostrar que es totalmente incapaz de gobernar el país. Sin duda, debería ser capaz de darse cuenta de que, si vuelve a apostar por la persona que echó antes de la dimisión de Lizz Truss, solo reforzará aún más ese argumento.

Ya está claro que no hacen otra cosa que repetir lo único que saben hacer. Maniobrar y maquinar, crear facciones. Que un país otrora serio tenga que oír, una vez más, hablar de quién apoya a quién en una contienda por el liderazgo conservador. ¿Suella? ¿Qué está haciendo Gove? Jeremy Hunt se descartó a sí mismo. Rishi Sunak es el favorito de los corredores de apuestas.

Basta. No aguantamos más. Dentro de una semana, en teoría, habrá otra persona de pie en las escaleras de Downing Street, dando otro discurso con los ojos húmedos y la respiración agitada de emoción, referirse a lo mucho que ama a su país, sobre todo lo que le ha dado. Hablará sobre la necesidad de liberar el potencial de Gran Bretaña.

Basta. Súbanse a su caballo, galopen hacia el horizonte y nunca regresen. A nadie le importa si se llevan el botín.

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