Estuve detenido en Guantánamo durante años: tenían al hombre equivocado
Ahora sé que un informante anónimo me identificó erróneamente como el hombre que aparece en un vídeo, pero luego se reveló que el hombre era un líder insurgente asesinado por los rusos en 2004
Me liberaron de Guantánamo en 2007 pero mentalmente todavía no he escapado. Años de violencia y degradación allí y bajo custodia estadounidense en Bagram, Afganistán, están grabados en mi memoria, desde la agresión sexual hasta las descargas eléctricas y las palizas, una de las cuales me cegó permanentemente cuando un guardia me golpeó el ojo.
Los recuerdos llegan sin previo aviso y me transportan de vuelta a las sensaciones de hambre, de frío, de tener excremento untado en la cara. Lo peor de todo son las imágenes que acechan en mis sueños: detenidos mutilados, baleados y golpeados hasta la muerte. Son crímenes que los guardias me obligaron a ver para que cuando me amenazaran de muerte supiera que eran capaces de hacerlo.
Pero yo soy uno de los afortunados. Al cumplirse 20 años desde que el presidente Bush reveló el corazón de las tinieblas de Estados Unidos, 39 hombres todavía languidecen allí. Algunos de ellos estuvieron detenidos desde el principio: dos décadas de sus vidas robadas sin justificación.
Puedes pensar que “no hay humo sin fuego”, pero para la mayoría de nosotros no había humo, ni siquiera una bocanada.
Como muchos otros, fui capturado por unos cazarrecompensas en Pakistán y vendido a Estados Unidos. Ahora sé que un informante anónimo me identificó erróneamente como el hombre que aparece en un vídeo, pero luego se reveló que el hombre era un líder insurgente asesinado por los rusos en 2004.
En casos como el mío, tenían al hombre equivocado. En muchos otros, los cazarrecompensas simplemente atrapaban a hombres musulmanes que encajaban en el perfil, y EE.UU. pagó entre US$3.000 y US$25.000 por persona.
Debido a que no se te permite conocer las acusaciones en tu contra ni saber nada sobre las pruebas que afirman tener, y mucho menos impugnarlas en los tribunales, solo después de años de grave tortura física y psicológica, los errores y la información falsa salen a la luz.
Ese es precisamente el problema: el propósito de Guantánamo es hacer detenciones para obtener información, más que detener con base en la información. Sería impensable en cualquier sistema de justicia penal ordinario encarcelar a alguien sin motivos razonables para sospechar que cometió un delito. Pero Guantánamo fue diseñado específicamente para operar fuera de ese sistema, lo cual elude la constitución estadounidense.
Uno de los generales casi me lo admitió cuando prometió exprimirme como un limón para obtener información y luego tirarme. Y eso es exactamente lo que hicieron, aunque yo no tenía información que ofrecer.
Aunque el presidente Biden prometió cerrar Guantánamo, a un año de su presidencia solo ha liberado a un detenido . A pesar del hecho de que las principales agencias federales aprobaron por unanimidad la liberación de los demás, todavía no los han dejado ir, incluso cuando se reveló en un informe del Senado que uno de esos hombres, Ahmed Rabbani, fue, como yo, detenido simplemente por una confusión de identidad.
Pero liberación no significa necesariamente libertad. Estados Unidos transfirió a decenas de hombres a los Emiratos Árabes Unidos, donde fueron encarcelados nuevamente de inmediato, en condiciones terribles. Uno, Ravil Mingazov, sigue en peligro de ser repatriado a Rusia, donde se enfrenta a más torturas y persecuciones.
Incluso en circunstancias menos extremas, los exdetenidos aún no reciben compensación ni la asistencia necesaria para reconstruir sus vidas, y la organización de derechos humanos Reprieve tiene que intervenir. Yo mismo me beneficié del programa Life After Guantanamo de Reprieve y, mientras trabajaba para la organización, pude apoyar a mis compañeros exdetenidos.
Guantánamo todavía proyecta una sombra sobre nuestras vidas, ya que la mayoría de nosotros estamos en la lista negra de bancos y aerolíneas después de que nuestra información fuera vendida por la base de datos World Check, cuyos efectos en cadena continúan afectándonos incluso después de emprendimos acciones legales exitosas.
Si bien seguimos enfrentando repercusiones por delitos que no cometimos, nadie ha tenido que enfrentarse a la justicia por los crímenes atroces perpetrados contra nosotros. Ni los guardias que cometieron impunemente asesinatos, lesiones corporales graves y violencia sexual, ni los generales que los supervisaron, ni los políticos que lo hicieron posible y las corporaciones que se beneficiaron. Sin embargo, el gobierno tiene la audacia de proclamar que Estados Unidos es una democracia liberal e incluso el “líder del mundo libre”, mientras ese agujero negro sin legalidad sigue encarcelando gente que no ha sido declarada culpable de ningún cargo.
Este aniversario de 20 años nunca debió lograrse. Debería ser una llamada de atención al presidente Biden para que elimine esa mancha en la conciencia de Estados Unidos de una vez por todas. Aunque Guantánamo nos perseguirá para siempre, cerrarlo finalmente pondrá fin a ese capítulo de nuestras vidas y nos dará la oportunidad de encontrar la paz.
Omar Deghayes estuvo preso sin juicio en Guantánamo de 2002 a 2007. Actualmente es abogado y trabaja en la industria del petróleo y el gas.