La esposa del autor del tiroteo en el club nocturno Pulse dice que fue sometida a años de abusos
La gente decía que si era inocente y no había hecho nada, ¿por qué no limpiaba su nombre?
La esposa del agresor que asesinó a 49 personas en el tiroteo del club nocturno Pulse en 2016 dice que fue sometida a años de abusos violentos a manos de él.
En su primera entrevista completa, Noor Salman dijo a Vice News que Omar Mateen la había golpeado y violado repetidamente durante sus cinco años de matrimonio.
Salman fue acusada y posteriormente absuelta de ayudar a su marido a planificar el atentado, en el que Mateen roció el club de Orlando con balas, lo que provocó decenas de muertos y 53 heridos, antes de ser abatido por la policía.
El club, popular entre la comunidad LGBTQ, celebraba una noche latina cuando comenzó el ataque y la mayoría de las víctimas eran latinas.
Salman afirma que decidió romper su silencio porque era “hora de que la gente supiera la verdad”.
“La gente decía: ‘Si ella es inocente y no hizo (nada)’, ¿por qué no limpia su nombre?”, dijo a Vice. “Simplemente no hablé porque no tenía fuerzas.”
Salman conoció a su futuro marido en un sitio web llamado Arab Lounge en 2011 y se casaron poco después.
Dijo que poco después de quedarse embarazada de su primer hijo, “el guion cambió”.
Mateen se convirtió en un “monstruo” con un temperamento explosivo y abusó de ella en repetidas ocasiones.
También se ensañó con su hijo, cortando una vez con un cuchillo el cerdo de juguete del niño, que entonces tenía dos años.
En 2013, el FBI incluyó a Mateen en una lista de vigilancia terrorista después de decir a sus compañeros de trabajo que esperaba convertirse en un mártir y de afirmar que estaba conectado con Al Qaeda.
Tras una investigación de 10 meses, el FBI no encontró ninguna conexión con extremistas islámicos, pero no entrevistó a Salman ni a su primera esposa, Sitora Yusufiy.
Yusufiy también ha hablado sobre los abusos que sufrió a manos de Mateen, como lo escribió en un ensayo para Marie Claire en 2016 en donde decía cómo él la había amenazado con matarla si alguna vez lo dejaba.
La noche del ataque terrorista del 12 de junio de 2016, Salman se despertó con una llamada de la policía.
Mientras se desarrollaba el atentado, le ordenaron que saliera del departamento en pijama con armas apuntándole y la llevaron a una oficina del FBI donde fue interrogada durante 11 horas.
Dice que no se le ocurrió pedir un abogado y que solo le dijeron que su marido había cometido un acto violento.
Hacia el final del interrogatorio, firmó una declaración en la que admitía que había visto a Mateen mirando páginas web extremistas y expresando su ira por los acontecimientos de Medio Oriente.
Más tarde confesó falsamente que había estado en el club nocturno Pulse con Mateen, y afirmó que tenía conocimiento previo de sus intenciones de atentar contra el club.
Salman fue detenida en San Francisco en 2017 y pasó un año en prisión antes de ser juzgada en marzo de 2018.
Durante el juicio se supo que Mateen había decidido espontáneamente atacar Pulse, y el caso del gobierno contra Salman se desmoronó.
Los abogados de la defensa dijeron que el FBI coaccionó la declaración de Salman y que ella la firmó porque estaba agotada tras el extenso interrogatorio y temía perder a su hijo pequeño.
Tras su absolución, los defensores de la violencia doméstica se preguntaron cómo se habían presentado los cargos.
Salman regresó al pueblo de Rodeo, California, donde creció.
Acaba de dejar de usar disfraces cuando sale y, tras vivir de los 1.000 dólares mensuales de la seguridad social de su difunto marido, ha empezado a buscar trabajo.
Pero tras ser incluida en una lista de exclusión aérea, todavía la paran cuando intenta abordar un avión.
Antes de tomar un vuelo a Chicago para hablar en la gala anual del Muslim Legal Fund of America en 2020, fue detenida por funcionarios de la TSA (Administración de Seguridad del Transporte) e interrogada durante dos horas, por lo que perdió su vuelo.
Ahora se centra en criar a su hijo de nueve años, que es consciente de lo que hizo su padre, “para que sea normal”.
Ha cambiado su apellido y le ha dicho a su hijo que no cuente a sus amigos su relación con el caso, el ataque más mortífero contra la comunidad LGBTQ en la historia de Estados Unidos.