Rusia invade Ucrania mientras los líderes mundiales prometen castigar a Putin
Ya son más de 40 los muertos
Rusia desató el jueves una guerra total contra Ucrania por tierra, mar y aire, al atacar objetivos en todo el país, incluida la capital, Kiev, lo que ha orillado a Europa hacia su conflicto más ruinoso desde 1945 y ha desatado la furia internacional por las acciones del presidente Vladimir Putin.
Oficialmente, ya se han perdido al menos 40 vidas ucranianas, incluidos civiles, en el conflicto, pero es seguro que esa cifra aumentará mucho más a medida que los combates se intensifiquen y aumente el temor de que puedan ir más allá de las fronteras de Ucrania.
La reacción a la invasión fue inmediata: La OTAN se apresuró a reforzar el apoyo a los miembros de la alianza situados cerca de Rusia; los líderes occidentales desvelaron un nuevo paquete de sanciones contra Moscú; las naciones europeas advirtieron de una inminente crisis de refugiados; y los precios de la energía se dispararon mientras las bolsas mundiales caían.
El ataque se produjo después de meses en los que Rusia había acumulado tropas a lo largo de las fronteras de Ucrania -fuerzas que durante mucho tiempo afirmó que estaban en ejercicio- y tras semanas de negación de que fueran a invadirla. El devastador asalto comenzó en la madrugada del jueves con un desafiante Putin, jefe del país con un enorme arsenal de cabezas nucleares, advirtiendo a la comunidad internacional de que no interfiriera, ya que las repercusiones serían graves.
“Si lo hacen, se enfrentarán a consecuencias mayores que las que han afrontado en la historia”, aseveró.
Prometió “defender a las personas que han sido víctimas” del “régimen de Kiev” y “desmilitarizar y desnazificar Ucrania”, aprovechando una vieja narrativa rusa que sugiere que el país está siendo subyugado por radicales de derecha.
A las pocas horas de ordenar la invasión, se lanzaron ataques con misiles contra objetivos militares y de infraestructura clave dentro de Ucrania. Luhansk, Sumy y Chernihiv, en el este de Ucrania, fueron objeto de ataques, mientras que los tanques lucharon en las afueras de Kharkiv, después de que los paracaidistas se lanzaran al agua, según informan los medios locales.
Las fuerzas rusas también intentan apoderarse de la central nuclear de Chernóbil, lugar del peor accidente nuclear del mundo, según el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. “Nuestros defensores están dando su vida para que no se repita la tragedia de 1986”, dijo. “Esto es una declaración de guerra contra toda Europa”. Un funcionario de Kiev señaló que los intensos combates podrían alterar los residuos nucleares del lugar.
Mientras tanto, se ha lanzado un asalto anfibio a la ciudad portuaria clave de Mariupol, y las fuerzas terrestres se están desplazando por todo el país desde Rusia, Crimea y su estado vasallo, Bielorrusia, que está situado cerca de Kiev. También se dice que otra ciudad clave, Odessa, se encuentra bajo ataque.
Una actualización de la inteligencia del Ministerio de Defensa, emitida desde Kiev a las 4:00 pm, indicó que los ataques aéreos de Rusia habían apuntado a la infraestructura militar -en especial a las instalaciones de mando y control y de defensa aérea- y que las fuerzas ucranianas habían “opuesto una firme resistencia y seguían manteniendo las ciudades clave”.
En la capital, donde viven casi tres millones de personas, las sirenas aéreas obligaron a los residentes a buscar desesperadamente refugio en el metro de la ciudad. Se escucharon explosiones de bombas cerca de la propia Kiev, incluido un ataque aéreo contra el aeropuerto de Hostomel.
Las carreteras estaban abarrotadas de gente que intentaba salir de la capital hacia algún lugar que pudiera ser más seguro.
Según un alto funcionario de defensa de EE.UU., las tropas rusas están avanzando hacia Kiev, donde ya se ha impuesto un toque de queda local, y pretenden derrocar al gobierno nacional, informó Reuters. Otros núcleos urbanos están en el punto de mira del presidente Putin, según el medio, a pesar de que el Kremlin insiste en que no tiene intención de ocupar Ucrania.
Han aparecido imágenes de combates entre aviones ucranianos y rusos, y Kiev afirma haber derribado siete aviones. Los vídeos de las redes sociales mostraban edificios de departamentos afectados en zonas residenciales de Kharkhiv, en el noreste de Ucrania, y decenas de ucranianos haciendo cola para donar sangre.
Los ucranianos han comenzado a huir de los principales centros urbanos del país, incluida la capital y la ciudad suroccidental de Mariupol.
Los que se han quedado dicen que han podido acceder a alimentos y agua, pero esto podría cambiar pronto después de que el ejército ucraniano suspendiera la navegación comercial en sus puertos, avivando el temor a la interrupción del suministro de los principales exportadores de cereales y oleaginosas.
Zelensky instó a los ciudadanos a defender el país de las fuerzas rusas y afirmó que se entregarían armas a todos los que se presentaran.
El ataque provocó una rápida -y furiosa- condena internacional.
El Presidente de EE.UU., Joe Biden, acusó a Rusia de un “ataque no provocado e injustificado” y fustigó: “El mundo pedirá cuentas a Rusia”.
El canciller alemán, Olaf Scholz, que se está convirtiendo en el mayor crítico europeo de Moscú, dijo que el líder ruso “estaba poniendo en peligro la vida de innumerables personas inocentes” y culpó a Putin. Y añadió: “Para todo eso no hay justificación. Esta es la guerra de Putin”.
Los países del G7 se reunieron para decidir una respuesta, mientras fuera de Downing Street los ucranianos protestaban.
Boris Johnson calificó la invasión de “catástrofe para nuestro continente”, mientras que el francés Emmanuel Macron señaló que marcaba “un punto de inflexión en la historia de Europa”.
La OTAN, que ha acordado reforzar las fuerzas terrestres y aéreas en el flanco oriental de la alianza, cerca de Ucrania y Rusia, calificó la invasión de “deliberada y a sangre fría”. Sin embargo, mencionó que no enviaría tropas a Ucrania por el momento.
La Unión Europea ha prometido aplicar más sanciones, mientras que todas las naciones occidentales están siendo presionadas para imponer medidas punitivas mucho más duras a Moscú.
El jefe de la política exterior de la Comisión Europea, Josep Borrell, describió la medida como “una de las horas más oscuras de Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial”.
Por su parte, el primer ministro británico, Boris Johnson, está reuniendo a los líderes europeos para que corten la dependencia del continente del petróleo ruso, que ha dado al Kremlin un “control” sobre la política occidental, y para que “pongan trabas” a la economía del país.
Como parte del paquete de sanciones desvelado por Johnson, se prohibirá de forma inminente que Aeroflot aterrice en el Reino Unido, mientras que se congelarán los activos de los principales bancos rusos, incluyendo de forma inmediata al VTB.
El Reino Unido también prohibirá una amplia gama de exportaciones de alta tecnología a Rusia, incluidos los semiconductores, las piezas de aviones, como los motores a reacción Rolls Royce, y los equipos de refinería de petróleo, subrayó Johnson.
“Putin quedará condenado a los ojos del mundo y de la historia. Nunca podrá limpiar la sangre de Ucrania de sus manos”, comentó el Primer Ministro a los diputados.
Sin embargo, se han planteado dudas sobre el impacto real de las sanciones. Tras una serie de acuerdos bilaterales firmados recientemente por Moscú y Beijing, las aduanas chinas han dado vía libre a la importación de trigo de toda Rusia, lo que supone un baluarte potencial contra las medidas punitivas de Occidente.
Un portavoz del Kremlin se encogió de hombros ante las amenazas de los líderes occidentales y dijo que Rusia no podía situarse una vez más detrás de un “telón de acero”.
Esta es la segunda vez que Moscú lanza una incursión militar significativa en Ucrania desde que el país se independizó de la Unión Soviética en 1991, y se produce ocho años después de la anexión de la península de Crimea en el sur.