El líder checheno Kadyrov posa en TikTok mientras sus hombres matan a civiles en Ucrania
Más allá de la brutalidad y el derramamiento de sangre asociados a la milicia de Chechenia, Ramzan Kadyrov está utilizando la guerra de Rusia y las poses en las redes sociales para aumentar su posición con Vladimir Putin, informa Borzou Daragahi
La reputación de rudo proviene de los siglos de lucha feroz de sus antepasados contra oleadas de invasores y ocupantes, asestando golpe tras golpe a los que pretendían conquistar su montañosa patria.
Pero las botas de combate del líder checheno Ramzan Kadyrov provienen de la colección 2019 de Prada, con un precio de unos US$1.580. Sus grotescas tendencias, incluyendo una inclinación a dañar a los animales y a enviar a sus secuaces a secuestrar y matar a homosexuales, disidentes y periodistas en lugar de luchar por su patria.
El papel de Kadyrov en la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin le ha puesto en el punto de mira que tanto ansía, aunque no tanto por sus elecciones de moda como por las acusaciones de graves crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos en los suburbios de Kyiv y en la ciudad portuaria asediada de Mariúpol.
Más Uday que Qusay, o para los fans de Game of Thrones, más Joffrey que Tommen, este hombre de 45 años también ha sido objeto de burlas como “guerrero de TikTok” por las publicaciones en las redes sociales en las que ha fingido estar en Ucrania mientras permanecía en Rusia. Sus matones también han sido acusados de montar vídeos para intentar parecer feroces, disparando sus armas contra edificios vacíos.
Todo este espectáculo salpicado de sangre dista mucho de los piadosos pastores, agricultores y funcionarios musulmanes que tomaron las armas en nombre de Chechenia durante décadas.
“Los kadyrovitas tienen muy poco que ver con los valores chechenos”, afirma Christopher Swift, abogado especializado en seguridad nacional y especialista en Rusia y el Cáucaso. “Son una extraña amalgama de ideas islámicas muy conservadoras procedentes de Oriente Medio y una devoción servil al régimen de Putin”.
Los expertos afirman que el ascenso y el comportamiento extravagante de Kadyrov son a la vez emblemáticos y sintomáticos de los valores retorcidos, la visión sádica del mundo y las cobardes pugnas por la posición dentro de la élite política rusa.
“Se considera un soldado de infantería de Putin y sirve a Putin y al Kremlin y a nadie más”, señala Miro Popkhadze, antiguo enviado del Ministerio de Defensa de Georgia a la ONU.
“Pero también no le gusta a la élite, a los oligarcas y a los servicios de seguridad”, comenta Popkhadze, investigador del Instituto de Investigación de Política Exterior.
“Hay una lucha entre ellos bajo el radar por los derechos y privilegios. Por eso está utilizando las redes sociales, para dar el mensaje de que está ahí para Putin y marcar la diferencia. Por eso está haciendo mucho ruido”.
La relación entre Kadyrov y Putin se remonta a décadas atrás, a la época de la segunda guerra chechena de Rusia a finales de los años 90. El gobierno de Boris Yelstin se estaba desvaneciendo, y los conocedores del Kremlin buscaban encumbrar a Putin, entonces un desconocido exagente de la KGB, como su sucesor.
Ahí es donde entró el padre de Kadyrov, Akhmad. A finales de 1999, el señor de la guerra y erudito religioso, que había contribuido a una humillante derrota contra Rusia en la primera guerra chechena, cambió abruptamente de bando, lo que ayudó al Kremlin a aplastar las aspiraciones chechenas y a reforzar la imagen de Putin como un tipo duro y competente.
“Los Kadyrov se volvieron muy importantes e indispensables”, dice Thornike Gordadze, miembro del Instituto Internacional de Estudios de Seguridad y académico de Sciences Po en Francia.
“El hecho de que Chechenia forme parte de Rusia es gracias a Kadyrov. Las tropas rusas desempeñan un papel secundario”, añade Gordadze, que también es un antiguo funcionario del gobierno georgiano.
Pero desde el principio, los kadyrovitas tuvieron fama de abusivos y de truculentos, más de bandidos merodeadores que de fuerza armada disciplinada.
“Iban de casa en casa y no solo se llevaban las propiedades de la gente y secuestraban, sino que también se llevaban dinero y ejercían violencia sexual”, afirma Matthias van Lohuizen, un académico holandés que trabajó como cooperante en Chechenia a principios de la década de 2000.
Akhmad fue elegido presidente de la recién reconquistada República Rusa de Chechenia en 2003, para morir un año después a manos de sus antiguos compañeros en un atentado.
El joven Kadyrov, que había sido líder de la milicia, adoptó inmediatamente a Putin como una especie de figura paterna, y asumió el cargo de presidente tan pronto como cumplió 30 años en 2007.
Su capacidad para gobernar era escasa, pero su milicia -el Kadyrovtsy- se especializó en matar y aterrorizar a civiles desarmados, sirviendo como su guardia pretoriana extrajudicial.
Mantiene el control de Chechenia con puño de hierro, ayudado por lo que él mismo ha estimado en US$3.800 millones de subvenciones anuales de Moscú.
Kadyrov ha sido acusado de una serie de asesinatos, entre ellos el del disidente Boris Nemtsov, una matanza a las puertas del Kremlin que indignó incluso a otros ejecutores de Putin.
Durante una entrevista concedida en 2008 a Los Angeles Times, Kadyrov parecía disfrutar utilizando a su tigre como mascota para aterrorizar a su colección de aves exóticas.
“Voy a hacerlas gritar”, mencionó.
Alex Raufoglu, periodista e investigador centrado en la región del Cáucaso, afirma que “hace prácticamente lo que quiere”.
“Está rodeado de hombres que aceptan sus órdenes”, explica a The Independent.
Kadyrov y su milicia de miles de hombres han participado en varias de las guerras imperiales de la Rusia postsoviética, como en Georgia en 2008, en Ucrania en 2014 y durante la larga y actual intervención en Siria que comenzó en 2015.
Pero todos esos compromisos fueron junto a las tropas rusas y contra enemigos mucho más débiles que ellos. Seguía sin estar claro lo bien que lucharían sus hombres en una guerra caliente contra un enemigo decidido y probado en combate.
Las fuerzas armadas ucranianas, al igual que los chechenos de generaciones pasadas, están luchando por defender su patria contra un invasor despiadado empeñado en su subyugación.
En los primeros días de la invasión, los hombres de Kadyrov causaron muchas bajas y lucharon mal, según los funcionarios ucranianos, y sigue sin estar claro hasta qué punto la presencia chechena es un ejercicio de propaganda.
Mientras tanto, Kadyrov publicó en las redes sociales imágenes dudosas de sí mismo y de sus hombres. Una foto le mostraba rezando en una gasolinera de Rosneft que supuestamente estaba en Ucrania. El problema es que, como señalaron muchos en las redes sociales, no hay gasolineras de Rosneft en Ucrania.
Otras imágenes mostraban a sus hombres disparando a discreción contra edificios vacíos.
Otro vídeo muy criticado mostraba a sus hombres repartiendo suministros de ayuda en Mariúpol que, si se miraba con detenimiento, parecían ser productos ucranianos que los kadyrovitas habían saqueado.
“Le gusta presentarse a sí mismo y que le presenten como un guerrero despiadado y una verdadera fuerza”, señala Gordadze.
“Pero esta imagen globalizada de los chechenos como luchadores despiadados está siendo utilizada por el Kremlin. Su presencia se publicita en los medios de comunicación rusos solo para infundir terror. Kadyrov es todo comunicación y relaciones públicas y, de hecho, nunca arriesgará realmente su vida”.
En la mañana del 5 de marzo, Abramova Irina Vladimirovna, de 48 años, estaba sentada en su casa en el suburbio Kyivita de Bucha cuando ella y su marido, Oleg, oyeron una explosión y luego disparos que dañaron su edificio. Los hombres les ordenaron que salieran.
“No disparen”, gritó Oleg, según su esposa. “Hay civiles aquí”.
Los hombres le ordenaron que levantara las manos en el aire y le exigieron saber por qué se escondían de los soldados. “Somos liberadores”, les dijeron los kadyrovitas. “Hemos venido a liberarlos”.
Se llevaron a Oleg, le quitaron la camisa, lo obligaron a arrodillarse y lo mataron de un tiro en la sien, según su mujer, que contó la historia para un periodista ucraniano.
Luego dejaron que la casa se incendiara y le ordenaron que se fuera.
Según las declaraciones de testigos recogidas por investigadores y periodistas ucranianos, los kadyrovitas vestidos con uniformes negros y verdes han estado detrás de algunas de las peores atrocidades y violaciones de los derechos humanos en ciudades como Bucha, incluso contra niños.
Swift los describió más como un escuadrón de la muerte que busca destruir el tejido social que como una fuerza armada disciplinada.
“Lo que distinguía a los kadyrovitas es su voluntad de hacer cosas que nadie más haría; la brutalidad era una estrategia”, comenta Swift.
“Llegan al final de una guerra convencional absolutamente brutal para limpiar. Pero hay un conjunto de habilidades diferentes entre brutalizar y aterrorizar a tu población después de que los rusos la hayan bombardeado hasta el olvido y tratar de invadir otro país”.
Los métodos que están utilizando, dicen los expertos, son los mismos que emplearon durante más de 20 años para aplastar a los chechenos opuestos a Kadyrov y a los rusos opuestos a Putin.
De hecho, un matón checheno acusado del asesinato de Nemtsov, Ruslan Geremeev, reapareció en Mariúpol en imágenes publicadas en el canal de Telegram de Kadyrov. Aunque les ha ido mal en el campo de batalla, parecen ejercer poca contención contra los civiles desarmados.
“Durante la última semana marcharon por la mañana por las zonas residenciales y dispararon a todos los que vieron, todos los días había que enterrar a alguien”, declaró un testigo a un sitio web de noticias ucraniano, un camarero de Kyiv que cuidaba a sus familiares.
“A finales de marzo mataron a nuestro vecino, un jubilado llamado Strelets. Estaba sentado en un banco; nunca había hecho nada malo en su vida”.
A pesar del escepticismo de algunos en el Kremlin, Putin tolera y alienta a Kadyrov porque le sirve de puente con el mundo musulmán, así como para mantener el control sobre una región inquieta de su imperio.
Gordadze compara a Kadyrov con un virrey colonial del siglo XIX, que actúa en nombre del emperador.
A todas luces, Kadyrov es lo que parece ser. Incluso la ostentación, la moda, la colección de animales exóticos y el ansia de gloria en las redes sociales son síntomas de “lo rota que está esta gente”, dice Swift.
“Esto forma parte de la superficialidad hueca del régimen de Putin”, señala. “No es tan diferente de la superficialidad vacía que se ve en los círculos de élite de Moscú y San Petersburgo”.
En última instancia, Moscú puede lamentar el día en que Putin se asoció con una personalidad tan obviamente dañada, violenta y despiadada y su camarilla.
En las últimas semanas ha arremetido contra el principal negociador de paz del Kremlin, Vladimir Medinsky, por reducir las ambiciones rusas en Ucrania, y contra el portavoz Dmitry Peskov por no felicitarle por su reciente ascenso a teniente general.
Al igual que el padre de Kadyrov traicionó la causa chechena, los kadyrovitas podrían volverse contra el Kremlin.
“Puede llegar el día en que tengamos el tercer guerrero checheno”, indica Gordadze.
“Hay mucha gente a la que no le gusta Kadyrov. Si muere o es asesinado y eliminado, este acuerdo personal entre él y Putin también muere, y de la noche a la mañana pueden convertirse en el ejército de Chechenia contra Rusia.”