Edmundo González irrumpió en la política venezolana hace apenas unos meses previo a exilio en España

Regina Garca Cano,Joshua Goodman
Domingo, 08 de septiembre de 2024 14:24 EDT

Para millones de venezolanos, así como para decenas de gobiernos extranjeros, Edmundo González fue el ganador indiscutible de las elecciones presidenciales del 28 de julio.

Pero el domingo González se sumó a la creciete fila de opositores gubernamentales que alguna vez fueron prominentes y huyeron al exilio, lo que dejó su futuro político incierto y fortaleció el control del poder de Nicolás Maduro.

El ex candidato presidencial llegó a un aeropuerto militar en las afueras de Madrid el domingo después de que el gobierno de Maduro le otorgó un salvoconducto para poder solicitar asilo en España. Su sorpresiva partida se produjo pocos días después de que el gobierno de Maduro ordenara su arresto.

González, de 75 años, irrumpió en la escena política de Venezuela hace menos de cinco meses. Su candidatura fue tan accidental como puede serlo luego de que se le prohibiera a la poderosa opositora María Corina Machado postularse así como a una sustituta elegida a dedo.

En abril, una coalición de más de diez partidos se decidió por González, quien de la noche a la mañana pasó de ser un diplomático retirado prácticamente desconocido y un abuelo devoto a un nombre familiar en el que millones depositaron sus esperanzas de poner fin a más de dos décadas de gobierno de partido único.

Acompañado por Machado, recorrió el país en las últimas semanas de la campaña animando a multitudes masivas de venezolanos que culpan a Maduro de uno de los peores colapsos económicos de la historia fuera de una zona de guerra.

“Imaginemos por un momento el país que viene”, dijo a una multitud de seguidores que lo vitoreaban en un mitin en La Victoria, una ciudad industrial otrora próspera. “Un país en el que el presidente no insulta ni ve a sus adversarios como enemigos. Un país donde cuando llegas a casa del trabajo sabes que tu dinero tiene valor, que cuando enciendes el interruptor habrá electricidad, que cuando abres el grifo habrá agua”.

Aunque el Consejo Nacional Electoral declaró a Maduro como ganador, la superioridad de la oposición en el terreno le permitió reunir pruebas que mostraban que en realidad fue González quien prevaleció por un margen de más de 2 a 1. Los gobiernos extranjeros condenaron los resultados oficiales por carecer de credibilidad e incluso algunos aliados izquierdistas de Maduro se negaron a reconocerlos, exigiendo a las autoridades que publiquen un desglose de los resultados en las 30.000 máquinas de votación en todo el país, como lo ha hecho en el pasado.

En las semanas posteriores a la disputada votación, ambas figuras de la oposición se escondieron en medio de una brutal represión que ha llevado a más de 2.000 arrestos y la muerte de al menos 24 personas a manos de las fuerzas de seguridad. González se mantuvo fuera de la vista pública, mientras que Machado apareció en manifestaciones esporádicas en busca de mantener la presión sobre Maduro.

Machado intentó darle un giro positivo a la salida de González, asegurando a los venezolanos que volvería el 10 de enero de 2025 para una ceremonia de juramentación que marcaría el inicio del próximo mandato presidencial.

“Su vida corría peligro, y las crecientes amenazas, citaciones, orden de aprehensión e incluso los intentos de chantaje y de coacción de los que ha sido objeto, demuestran que el régimen no tiene escrúpulos ni límites en su obsesión de silenciarlo e intentar doblegarlo”, escribió Machado el domingo en un mensaje a través de la red social X, antes Twitter.

La candidatura de González llegó después de una carrera como diplomático que se inició como asistente del embajador venezolano en Estados Unidos. Luego estuvo destinado en Bélgica y El Salvador, y fungió como embajador de Caracas en Argelia.

Su último puesto fue como embajador en Argentina durante los primeros años de la presidencia de Hugo Chávez, predecesor y mentor de Maduro. Más recientemente, trabajó como consultor de relaciones internacionales y fue autor de una obra histórica sobre el ministro de Asuntos Exteriores de Venezuela durante la Segunda Guerra Mundial.

Sus años en El Salvador y Argelia coincidieron con períodos de conflictos armados en ambos países. Durante un tiempo, su paradero fue rastreado por los pobladores de El Salvador, y recibía llamadas a su casa para intimidarlo.

Maduro afirmó durante la campaña electoral, sin presentar pruebas, que González fue reclutado como agente de la CIA durante esa Guerra Fría, que coincidió con una fuerte participación militar de Estados Unidos en el país centroamericano.

González acababa de regresar a Caracas de un viaje a Europa para visitar a una hija y a sus nietos cuando los líderes de la oposición le presentaron la idea de convertirse en candidato.

El tono moderado y la cara de póquer que adoptó como diplomático contrastaban marcadamente con los políticos bulliciosos y egocéntricos a los que los venezolanos están acostumbrados desde hace mucho tiempo. Maduro y sus aliados tomaban su tono conciliador como una señal de debilidad, pero ese tipo de lenguaje era uno de sus muchos atractivos para muchos venezolanos.

“Basta de gritos, basta de insultos”, dijo González a sus partidarios. “Es hora de reunirse”.

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Goodman reportó desde Miami.

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