AP Fotos: En Rumanía, cientos se cubren con pieles en el Festival del Baile del Oso
Hace siglos, quienes vivían en lo que ahora es el noreste de Rumanía se cubrían con pieles de oso y bailaban para ahuyentar a los malos espíritus. Esa costumbre es conocida hoy en día como el Festival del Baile del Oso, que cada diciembre atrae a multitud de turistas.
Cientos de personas de todas las edades, ataviadas con disfraces de oso, bailan cada año por Navidad al ritmo ensordecedor de los tambores y recorren pueblos y ciudades. Este año, el apogeo es el 30 de diciembre, cuando bailarines vestidos de oso descienden sobre la ciudad de Comanesti, en el este del país, para la final de la fiesta.
Los visitantes llegan de lugares tan lejanos como Japón para presenciar el espectáculo, en el que gente disfrazada con mandíbulas y garras de oso desfilan y bailan. Las pieles suelen decorarse con pompones rojos gigantes. Algunos de los “osos" gruñen en broma o fingen atacar a los espectadores.
Los locales dicen que la costumbre se remonta a la época precristiana, cuando se creía que los animales salvajes ahuyentaban la desgracia o el peligro. Los “osos” danzantes visitaban las casas y llamaban a las puertas para desear buena suerte y feliz año nuevo.
“El oso corre por nuestras venas, es el animal espiritual de nuestra región”, dijo Costel Dascalu, quien comenzó a formar parte de la fiesta a los 8 años. Entonces Rumanía seguía bajo el comunismo y el festival era relativamente desconocido.
“Quiero mantener la tradición viva”, agregó Dascalu, de 46 años. Cuando se acercan las fiestas, bromeó, “nuestro aliento huele a oso y se nos eriza la piel cuando oímos el sonido de los tambores”.
Los residentes se alegran de que la tradición se haya mantenido luego de que muchos rumanos se marcharon de la región en la década de 1990 para buscar empleos mejores en Europa Occidental.
Los osos pardos están muy presentes en las tradiciones y la cultura de Rumanía, y es habitual verlos en carreteras de montaña y bosques. Su caza excesiva llevó a las autoridades a prohibirla en 2016.
Los participantes en la fiesta dicen que la mayoría de las pieles de oso que usan como vestuario se han conservado durante generaciones y se tratan con mucho cuidado.
Vestir una piel de oso de tamaño natural no es fácil: incluyendo la cabeza y las garras, puede llegar a pesar más de 50 kilos (110 libras). Las pieles más caras pueden llegar a rondar los 2.000 euros (2,200 dólares), según la prensa local.