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Narcotraficante más buscado de Colombia es capturado en una redada en la selva

Las autoridades colombianas capturaron al narcotraficante más buscado del país por quien el gobierno de Estados Unidos había estado ofreciendo 5 millones de dólares

Astrid Suarez,Joshua Goodman
Lunes, 25 de octubre de 2021 07:44 EDT
¿Qué va a pasar en Colombia tras la detención de "Otoniel", el líder del Clan del Golfo?
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Las fuerzas del orden colombianas capturaron al narcotraficante más buscado del país, un caudillo rural que evadió una persecución de una década corrompiendo a funcionarios del Estado y alineándose con combatientes de la izquierda y la derecha.

El presidente Iván Duque comparó la detención de Dairo Antonio Úsuga el sábado con la captura de Pablo Escobar hace tres décadas.

Las imágenes que circulan en las redes sociales muestran a Úsuga esposado y con la cara pegada al suelo.

Úsuga, más conocido por su alias Otoniel, es el presunto jefe del temido Clan del Golfo, cuyo ejército de asesinos ha aterrorizado a gran parte del norte de Colombia para hacerse con el control de las principales rutas de contrabando de cocaína a través de las espesas selvas hacia Centroamérica y Estados Unidos.

Hace tiempo que figura en la lista de fugitivos más buscados de la Agencia Antidroga de Estados Unidos, por cuya captura se ofrecía una recompensa de 5 millones de dólares. Fue acusado por primera vez en 2009, en el tribunal federal de Manhattan, por cargos de narcotráfico y por presuntamente haber prestado ayuda a un grupo paramilitar de extrema derecha designado como organización terrorista por el gobierno de Estados Unidos.

Pero, al igual que muchos de sus pistoleros, también ha pasado por las filas de varios grupos guerrilleros, y hace poco afirmó liderar las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, nombrado así en honor a un incendiario izquierdista colombiano de mediados del siglo XX.

También se enfrenta a cargos penales en los tribunales federales de Miami, Tampa y Brooklyn.

Las autoridades dijeron que la información proporcionada por Estados Unidos y el Reino Unido condujo a más de 500 soldados y miembros de las fuerzas especiales colombianas al escondite de Úsuga en la selva, que estaba protegido por ocho anillos de seguridad.

Leer más: Costa Rica incauta 4.3 toneladas de cocaína colombiana en una de las mayores redadas de drogas de la historia

Úsuga pasó durante años por debajo del radar de las autoridades, evitando el perfil alto de los narcos más conocidos de Colombia.

Él y su hermano, que fue asesinado en una redada en 2012, empezaron como pistoleros de la ya desaparecida guerrilla de izquierdas conocida como Ejército Popular de Liberación y luego cambiaron de bando y se unieron a los enemigos de los rebeldes en el campo de batalla, un grupo paramilitar de derechas.

Se negó a desarmarse cuando ese ejército paramilitar firmó un tratado de paz con el gobierno en 2006, y en su lugar se adentró en el submundo criminal colombiano y estableció operaciones en la estratégica región del Golfo de Urabá, en el norte de Colombia, un importante corredor de la droga rodeado por el océano Pacífico y el mar Caribe.

Las filtraciones y una red de casas seguras en fincas rurales le permitieron resistir durante años una campaña de tierra quemada del ejército contra el Clan del Golfo.

Pero la guerra le estaba pasando factura a este fugitivo de 50 años, que incluso mientras estaba en fuga insistía en dormir en colchones ortopédicos para aliviar una lesión de espalda. En 2017, se dejó ver por primera vez con motivo de la visita del Papa Francisco al país, publicando un vídeo en el que pedía que se permitiera a su grupo dejar las armas y desmovilizarse como parte del proceso de paz del país con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, mucho más grandes.

Su arresto es una especie de impulso para el conservador Duque, cuya retórica sobre la ley y el orden ha sido opacada por la creciente producción de cocaína.

Las tierras dedicadas a la producción de coca, el ingrediente principal de la cocaína, aumentaron un 16% el año pasado hasta alcanzar la cifra récord de 245 mil hectáreas, un nivel nunca visto en las dos décadas de esfuerzos de erradicación de Estados Unidos, según un informe de la Casa Blanca.

AP

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