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El riesgo de los microplásticos: solo 9 por ciento del plástico producido desde 1950 se ha reciclado

Un reciente estudio detectó microplásticos en 16 especies marinas de consumo humano, aunque también se han encontrado en agua potable, agua embotellada, cerveza, sal, azúcar y hasta en la miel

Soledad Villa
Martes, 14 de junio de 2022 13:07 EDT
Atrapar el plástico de los ríos antes de que llegue al mar, es el proyecto de una ONG en Guatemala

El plástico, que comenzó a fabricarse a gran escala desde 1950, después de la Segunda Guerra Mundial, y los otros residuos que produce el ser humano habrán generado 25 mil millones de toneladas de basura para 2050, según se pronostica.

Aunque hoy la basura plástica se encuentra en todos los mares, se ha estimado que 80 por ciento de las emisiones provienen de Asia, en donde habita el 60 por ciento de la población mundial. Por su parte, el 35 por ciento de la basura flotante se encuentra en el Océano Pacífico Norte.

Jorge Feliciano Ontiveros Cuadras, investigador del ICMyL (Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, asegura que más de la mitad de todo el plástico que se ha producido desde la década de los 50 nunca ha sido reciclado y hoy se acumula en los ecosistemas; mientras que el 30 por ciento se encuentra en uso y 12 por ciento ha sido incinerado. Solo 9 por ciento se ha reciclado y casi 10 por ciento se ha reciclado más de una vez.

Sin embargo, el verdadero problema está en los microplásticos, que son las partículas de estos policarbonatos de menos de 5 milímetros y afectan gravemente a los ecosistemas marinos y terrestres.

“Hay dos tipos de microplásticos: primarios y secundarios. Los primeros son fabricados de ese tamaño para su uso en productos de belleza, medicinas, artículos del hogar e incluso industrial. Los secundarios proceden de la fragmentación de la basura plástica o los macroplásticos que se degradan bajo la acción del oxígeno atmosférico, la radiación ultravioleta y la actividad bacteriana”, informa la UNAM.

Pero, más allá de la contaminación que representan en sí mismos, en su superficie los microplásticos desarrollan capas orgánicas que tienen la capacidad de absorber otros contaminantes, como pueden ser mercurio, plomo, hidrocarburos o plaguicidas. Esto los convierte en dispersores de sustancias tóxicas.

“El problema aumenta porque los microplásticos son ingeridos por la biota de los ecosistemas marinos y es transferido de presas a depredadores por medio de la cadena alimenticia. Esos microplásticos liberan sus contaminantes en el organismo y son incorporados a tejidos y células. Los efectos nocivos incluyen desde obstrucción intestinal, estrés, inhibición de enzimas gástricas, retraso de la ovulación e inanición, anormalidades reproductivas hasta cáncer”, explica el artículo de la Universidad Nacional.

En 2017, un grupo de científicos belgas anunció que los amantes de los mariscos podrían consumir hasta 11.000 partículas de plástico al año sólo comiendo mejillones, un plato muy popular en ese país.

Apenas este año, investigadores de los Países Bajos y del Reino Unidos informaron, por su parte, que las partículas habían sido encontradas en humanos vivos, en el interior de los pulmones de pacientes quirúrgicos y en la sangre de donantes anónimos.

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