La crisis climática en la frontera entre Estados Unidos y México alcanza nuevo auge
¿Podría ser la contaminación provocada por la aglomeración de coches el punto de inflexión para solucionar la crisis fronteriza?
Se está gestando una crisis en la frontera entre México y Estados Unidos, pero esta vez no está causada por las políticas de inmigración, una avalancha de refugiados o el crimen de los capos de la droga. Se trata del clima.
Las esperas, que se continúan alargando en el lado mexicano de las fronteras de San Ysidro y Otay Mesa, se han extendido a un tiempo medio de espera de más de tres horas este mes. Miles de ciudadanos estadounidenses y mexicanos se sientan en sus coches encendidos, echando humo, mientras tratan de apurarse para no permitir que nadie se meta adelante de ellos en la fila.
No hay organización ni lógica para las colas; los automovilistas simplemente aprovechan la oportunidad y cambian de carril al azar, a menudo creando nuevos carriles. Salen corriendo de sus coches para hacer sus necesidades en uno de los pocos baños cercanos a la frontera, y vuelven corriendo a sus coches.
Y durante este mes de julio, las temperaturas y los ánimos están a flor de piel.
Los vendedores venden de todo a lo largo de la ruta, desde mantas mexicanas, artículos de cuero y recuerdos hasta cuadros y estatuas de Jesucristo y otras reliquias religiosas. Los puestos de helados, fruta y elote están abarrotados.
El costo climático
La contaminación atmosférica en la frontera se ha disparado como consecuencia, afectando no solo a la atmósfera sino también amenazando a las personas que viven a ambos lados de la frontera.
Los retrasos en la frontera provocaron 457 toneladas métricas de emisiones de CO₂ diarias en 2021, una cifra récord, según datos de la agencia regional de planificación del transporte de San Diego. Desde entonces no se han realizado nuevas mediciones, pero es seguro que superarán con creces los datos de 2021.
Alejandro Amador, gestor de programas medioambientales de Casa Familiar, dijo a la revista Time: "Cuanto mayor es el tiempo de espera, mayor es la contaminación."
Casa Familiar, una organización de desarrollo comunitario sin ánimo de lucro con sede en San Diego, calcula que los contaminantes en el aire en un radio de 16 kilómetros en cualquier dirección de la frontera eran 10 veces superiores debido al enorme atasco en la frontera.
Las tasas de asma y enfermedades cardiovasculares son de las más altas del estado. La congestión de contaminación y tráfico intenso en el condado de Los Ángeles palidece en comparación, lo que convierte a la frontera México-Estados Unidos en la peor crisis climática vehicular del estado.
¿Quién tiene la culpa?
Está claro que el problema lo causan sobre todo las restricciones federales de EEUU ante la inmigración.
Los tiempos de espera en la frontera empezaron a aumentar tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. Tras varios años de estrictas políticas de inmigración e inspecciones en los puestos de control, las fronteras se suavizaron un poco bajo el gobierno de Obama al permitirse la entrada de más refugiados e inmigrantes.
Y entonces llegó Covid, y la administración Trump aprobó el Título 42 en 2020, que permite a los agentes fronterizos rechazar automáticamente a los inmigrantes sin documentación en la frontera, incluso a los que solicitan asilo.
Pero desde mayo de 2023, los tiempos de espera han vuelto a aumentar en la frontera a medida que más migrantes buscan paso.
En Tijuana, cientos de personas que buscan asilo se sientan bajo un calor sofocante en campamentos improvisados cerca de la frontera de San Ysidro, entre ellas personas procedentes de México, Nicaragua, Venezuela, Kazajstán y Rusia.
Las agencias encargadas de la frontera estadounidense, CalTrans y la Asociación de Gobiernos de San Diego (SANDAG), han estado trabajando en la apertura de un nuevo paso fronterizo. Denominado Otay II, aliviaría parte del tráfico y la contaminación de los principales pasos fronterizos. En un principio, estaba previsto que Otay II abriera a finales de 2024, pero este mes las autoridades dijeron que aún no se ha fijado una fecha y que la apertura podría retrasarse hasta 2026.
Mientras tanto, los retrasos en la frontera siguen aumentando, según el rastreador de tiempos de espera de la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos.
Y de vuelta en Sacramento, el gobernador de California, Gavin Newsom, tiene las manos atadas y ofrece poca ayuda, llamándolo "un sistema de inmigración roto."
"Este es un asunto del gobierno federal", dijo Newsom en una entrevista con Los Angeles Times sobre los problemas fronterizos, acusando al Partido Republicano de crear el problema de la inmigración en primer lugar.
Mientras tanto, las autoridades mexicanas permanecen sentadas, frustradas, mientras ciudadanos mexicanos se mezclan con otros que buscan asilo procedentes de países como Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela. El gobierno mexicano colabora con las autoridades estadounidenses y se ha comprometido a frenar la oleada de ciudadanos no mexicanos que intentan cruzar la frontera estadounidense.
Tras décadas de disputas políticas internas en torno a la inmigración, la construcción de un muro fronterizo, la difícil situación de los refugiados y el problema de las drogas, ¿podría ser por fin la crisis climática el punto de inflexión para solucionar la crisis fronteriza?
Este artículo es de nuestra publicación afiliada, Callaway Climate Insights, un boletín finanzas creado por David Callaway, antiguo editor de USA Today. Para recibir análisis de inversiones climáticas como este cinco días a la semana, haga clic aquí.